30.8.05

www.perezmarques.com


Fernando en su casa

Quizá sea el momento oportuno para visitar la página web de Fernando Pérez Marqués, tan citado estos últimos días y puede que un autor desconocido para muchos.
La persona que mantiene el sitio es su hija Celes. Ahora, según creo, deberá hacer un hueco mayor a su hermano Fernando. Para que, como a su padre, podamos seguir recordándole de la mejor manera: leyendo sus textos.

Fernando en ABC

Por casualidad, también en ABC se habla de Fernando Pérez. Casi una página completa, con una bonita ilustración ad hoc, ocupa el artículo que firmo, (casi) el mismo que publicó HOY el día de su muerte y que puede leerse en este blog. Gracias, Castelo.

Fernando Pérez, ensayista y editor



Por JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS

EL PAÍS - 30-08-2005

Fernando Tomás Pérez González, ensayista y director de la Editora Regional de Extremadura, murió el pasado viernes día 26 en su casa de Cáceres víctima de un cáncer. Tenía 52 años.

Hasta su último día de conciencia, poco antes de su fallecimiento, Fernando Pérez estuvo corrigiendo puntillosamente las pruebas del catálogo de la exposición Extremadura en sus páginas: del papel a la web, de la que era uno de los comisarios.

Ya no podrá asistir el próximo día 15 en Badajoz a la inauguración de una muestra en la que había puesto toda su ilusión y todas sus energías, pero su empeño por terminar el trabajo discretamente, en pleno agosto y luchando contra la enfermedad es un retrato justo y un recuerdo claro de un hombre austero y riguroso que supo teñir con su propia austeridad su labor como ensayista, profesor y director de una institución pública.

Hijo del también escritor Fernando Pérez Marqués, Fernando Tomás Pérez González estudió Historia en Sevilla y Filosofía en Madrid. Su interés por la influencia social de las ideas modernas le llevó a rastrear la introducción en Extremadura de la Ilustración, de las teorías de Darwin, del krausismo y de la Institución Libre de Enseñanza, asuntos a los que dedicó algunos de sus libros.

Racionalismo, amor a la naturaleza, defensa del diálogo como método de conocimiento, interés por la cultura popular, apuesta por la enseñanza laica y pública, y dedicación al trabajo son los atributos que los manuales colocan junto al nombre de Francisco Giner de los Ríos, fundador de la Institución.

Con la misma justicia podrían colocarse al lado del de Fernando Pérez, que en 1995 abandonó su puesto como profesor de Filosofía para dirigir la Editora Regional de Extremadura hasta convertirla en una referencia de la edición institucional en España. Obras de autores como Javier Cercas, Luis Landero, Andrés Trapiello o Félix Grande alternan desde entonces en sus fondos con las de autores noveles o jóvenes y estudiosos de la historia extremeña, así como con la imponente colección de la Biblioteca de Barcarrota, surgida a partir del descubrimiento en ese pueblo de Badajoz de una serie de valiosos libros del Siglo de Oro, entre los que se encuentra un ejemplar desconocido de una de las primeras ediciones de El Lazarillo de Tormes.

"Hacedme / un duelo de labores y esperanzas. / Sed buenos y no más, sed lo que he sido / entre vosotros: alma. / Vivid, la vida sigue / los muertos mueren y las sombras pasan; / lleva quien deja y vive el que ha vivido". Uno de los hijos de Fernando Pérez leyó durante el funeral estos versos, escritos por Antonio Machado a la muerte de Giner de los Ríos. A José Álvarez Guerra, bisabuelo extremeño de los hermanos Machado, dedicó Fernando Pérez su tesis doctoral.

Labores y esperanzas evocadas con ironía hasta el último momento son parte del legado de un hombre al que uno de sus mejores amigos, en busca del término justo, calificó, por encima de todo, de decente. Y así era, como quiere la etimología, discreto, digno, decoroso, honrado. Y así se le recuerda ahora, cuando todas las palabras parecen demasiadas. O demasiado pocas.-

Gañán (y van tres)

El tejido íntimo de Emilio Gañán titula Javier Rubio Nomblot su reseña de la primera exposición madrileña del pintor placentino. Ya se ha dado cuenta de ella en los tres suplementos culturales más importantes de la prensa española: Babelia (El País), El Cultural (El Mundo) y ahora en ABCD las Artes y las Letras (ABC).
"«Cuando el cuadro me pide una línea en tal sitio, sé que no es ahí donde hay que colocarla», me comenta el artista -termina diciendo Rubio Nomblot-. Descartadas razón e intuición, ¡quedan pocas opciones! Por lo cual, ha de ser cierto que esta geometría misteriosa y extraña es la de la intimidad (o el silencio)".

28.8.05

Golondrinas en la cabeza

Pedro Serrano es un emergente poeta mexicano doblado de crítico que nació dos años antes que yo en Montreal. Tras leer Mecánica terrestre dijo, entre otras lindezas, que "el mundo que se presenta y se defiende en este libro es casi siempre un mundo preindustrial. El lenguaje también". No he terminado de entender lo que quiso decir el buen hombre pero eso es porque uno es corto, sin duda. Me gustó más aquello de: "Estamos ante un paisaje del que el poeta es terrateniente". ¡Toma ésa! Como se entere Ibarra, me lo expropia.
Les animo a que lean un poema suyo, muy postindustrial of course, que se publicó ayer en la Biblioteca de Babel de Babelia. Va de golondrinas y es la mar de moderno, ya digo. Para que aprendan, mayormente.

Adiós, Fernando

Tengo plena conciencia de que una de las cosas más importantes de mi vida ha sido conocer a Fernando Tomás Pérez González y tratarlo, sobre todo, a lo largo de estos últimos años, cuando el destino quiso que trabajáramos juntos. Por lo mismo, pueden suponer que éste es para mí un trance muy doloroso y que la suya es una muerte que vivo con la desdicha con que se sufren las muertes cercanas, las de los familiares directos y unos pocos, muy pocos, amigos. No puedo olvidar ahora, ya que lo menciono, su constante apoyo, tan elegante, discreto e inteligente como todo lo suyo, mientras duró la larga enfermedad de mi padre y lo que me confortó abrazarle en Plasencia durante su funeral.

Necesito decirlo pronto: no es concebible que algunos de los mejores se nos vayan tan pronto, tan a destiempo. ¡Malditas comparaciones! Más aún, añado, cuando se ha nacido y se ha vivido en Extremadura. Sí, porque si a alguien, además de a Susi, Fernando, Isidro, sus hermanos y sus amigos, a quien de verdad le seguía haciendo falta Fernando Pérez era a esta tierra, tan necesitada de personas inteligentes y capaces y tan sobrada de mediocres, figurones y, en fin, académicos de Argamasilla, como él atinadamente los denominó en su último artículo periodístico, una suerte de testamento vital. Un texto impecable escrito con la enfermedad muy avanzada y, por ello, con la lucidez del que dice lo que piensa a tumba abierta, algo que, por lo demás, hizo siempre. Precisamente allí, entre líneas, como diría su amigo Luis Landero, estaba la figura de su padre, Fernando Pérez Marqués, que acababa de ser vilmente ninguneada (como la suya) en una reciente perorata dizque académica. No en vano, a su sombra, y para bien, creció Fernando y nunca dejó de seguir de cerca su ejemplo humano e intelectual por mucho que sus ideas (liberales en todo caso) no fueran siempre coincidentes, en especial durante sus años de militancia antifranquista.

Aunque le había leído, conocí personalmente a Fernando en los ochenta. Nuestra amistad se afianzó al comprometerse con la Asociación de Escritores Extremeños, de la que fue secretario hasta que le llamó su viejo amigo y compañero de estudios Francisco Muñoz para que dirigiera la Editora Regional. Con un gran sentido del servicio público, no dudó en renunciar temporalmente a su labor creativa (eso, ay, creímos entonces), a su obra ensayística (en lo esencial, cercana al pensamiento científico), para volcarse de lleno en otra tarea, la de editor, que ha cumplido sobradamente. Será muy difícil suplirle en ese puesto. Imposible, sin duda, estar a la misma altura a la que él rayó. Es falso que no haya personas imprescindibles. Así, desde el más absoluto desprecio, en estos años ha logrado que su gestión al frente de la ERE goce del respeto y la admiración de algunos de los mejores editores (privados) de este país: Manuel Borrás, Beatriz de Moura, Jorge Herralde... Por lo mismo, ha logrado que la Editora pase a ser una editorial acreditada en el ámbito nacional algo, también esto, que no podremos agradecerle bastante. Sería interminable hablar de los libros que editó quien era, antes que nada, un gran lector, pero me gustaría citar, al menos, la magnífica colección de la Biblioteca de Barcarrota (que, por desgracia, no verá culminada) y las de La Gaveta (su preferida, según creo) y Ensayo Literario, que él también fundó; con un gran sentido de la orientación literaria, por cierto.

Además, fue el impulsor de los Talleres de Relato y Poesía, de los Premios Extremadura a la Creación y de un sinfín de proyectos de la Consejería de Cultura, donde tanto se le echará de menos.

Espero no olvidar nunca todo lo que he aprendido trabajando a su lado. A costa de que nos compararan con una pareja de la Guardia Civil, me encantaba ir con él a cualquier parte y con cualquier excusa para que fuera contándome cosas y aprovechaba esos viajes para preguntarle cuanto podía. Es indudable que compartíamos muchos gustos y nuestras afinidades literarias eran evidentes.

Fue un honor tenerlo como editor y un placer ver mis libros impresos en las bonitas colecciones de la ERE.

Este verano, el último de su vida, me he acordado mucho de él, sobre todo en la playa. Por teléfono, con la voz ya muy débil, decía que nos envidiaba y los dos aludíamos, en legítima defensa, a un agosto futuro que sabíamos imposible. Conmigo se quedan las conversaciones en su casa de La Barrosa y los paseos por las calles y las librerías de Cádiz y le observo desde lo alto de la Torre Tavira, que él nos enseñó, donde permanecerá para siempre en forma de poema.

La esperanza, a pesar de los pesares, está de nuestra parte. Por lo que ha realizado, que no es poco, y porque tengo el convencimiento de que la saga continúa. Hay otro Fernando Pérez, su hijo mayor, dispuesto a seguir dando la batalla por la cultura y la libertad de esta tierra. Seguro.

(HOY)

Con Fernando

Fernando, el hijo mayor de Fernando Pérez, leyó en el funeral de su padre las palabras que éste había elegido para ese momento. Son unos versos de Antonio Machado (la elección es certera y sin querer me lleva a lo que pensaba -y sigo pensando- de él: que era, en el machadiano sentido de la palabra, bueno). Pertenecen a su poema A don Fancisco Giner de los Ríos que, a su vez es el primero de Elogios, el colofón de su libro Campos de Castilla.

Hacedme
un duelo de labores y esperanzas.
Sed buenos y no más, sed lo que he sido
entre vosotros: alma.
Vivid, la vida sigue
los muertos mueren y las sombras pasan,
lleva quien deja y vive el que ha vivido.

"Hacedme un duelo de labores y esperanzas" es, además, la frase que figuraba ayer en las esquelas familiares.
Quien ofició la ceremonia, un antiguo profesor suyo en los Maristas de Badajoz, hilvanó una homilía digna de elogio. Le conocía bien y le apreciaba, sin duda.
Ya en Santa Marta, a pleno sol, fue enterrado. Su tumba está al pie de un ciprés. Mientras el operario cerraba el nicho (¡cómo duele el áspero sonido que producen el roce del cemento, el ladrillo y la paleta!), cantaban al fondo dos tórtolas turcas (sin sentido del peligro, pues como me explicó Chema Corrales, que identificó a los pájaros, ayer se abría la veda).
Salimos de allí -un cementerio bonito, amplio y blanco como el pueblo que Fernando tantas veces me nombró- más desolados aún. Nos salvó de esa tristeza, siquiera un rato, una comida entre amigos en la que a los postres brindamos por él. Le habría gustado ese gesto, seguro. Será imposible que le olvidemos.
Al volver, entre Cáceres y Mérida, me costaba admitir que ese trayecto que hicimos juntos tan a menudo no lo haré nunca más a su lado.

27.8.05

Torre Tavira

Para Susi y Fernando T.

Miras alrededor como si el mundo

pudiera reducirse a lo que observas

desde este torreón que bate el viento.

Te rodean dos mares: uno de agua

y el otro de azoteas, separadas

por el raso trazado de las calles.

El de agua es un mar de brumas blancas.

El de las azoteas toma el tono

de ropas que se orean al levante.

La luz de atardecida mancha todo

de un incierto color tostado y ocre.

La ciudad es un círculo cerrado

salpicado de torres y de árboles.

A lo lejos, la estela de algún barco

que vuelve o que se va por la bahía

te invita a repasar tu singladura:

en la cámara oscura ves a otro

repetir tu viaje hacia la nada.


(Babelia, El País, 10 de enero de 2002)

26.8.05

Fernando Pérez

Acaba de morir Fernando Pérez. Aunque parezca increíble, y a mí, lo aseguro, así me lo parece.

La guerra, las guerras

"Después de la victoria ¿qué?", dice Odiseo, uno de los personajes de La Odisea de Walcott, y Tersites, otro, le responde: "La paz. Ah, que la jodan. La paz no da dinero".

25.8.05

Ojos



Tiene razón Luis Sáez. Los ojos de Victoria Cirlot son los de su padre. Me recuerda la famosa fotografía en la que aparece el poeta delante de su colección de sables y que preside la cubierta del magnífico catálogo de la no menos extraordinaria exposición Mundo de J. E. C. que comisarió otro poeta y buen amigo, Juan Manuel Bonet, en el IVAM de Valencia.
A la misma serie pertenece la que aparece aquí. Sí, definitivamente son los mismos ojos.

24.8.05

Referencia bibliográfica

Por si a alguien le interesa -además de a uno mismo, claro- en el número 28-30 de Quaderni di Letterature Iberiche e Iberoamericane del Dipartimento di Scienze del Linguaggio e Letterature Straniere Comparate, Sezione di Iberistica de la Facoltá di'Lettere e Filosofia de la Universitá degli Studi di Milano (Italia), ha aparecido un extenso artículo (pág. 87-127) del profesor Alessandro Cassol titulado Dal territorio alla meditazione: la prima poesia di Álvaro Valverde (1983-1999). Está publicado por Bulzoni Editore, Roma, 2005.

La extremeña Bebe

Son tantos años (o siglos) utilizando el adjetivo para insultar que uno se alegra de leer este titular de El País de hoy: "La extremeña Bebe copa las candidaturas de los Grammy Latinos".
Que sea para bien. ¡Pafuera telarañas! Del alma.

23.8.05

Victoria Cirlot


© El País


También a mí me sorprendió, como a Juan José Millás, la fotografía de la medievalista Victoria Cirlot. Sí, sobre todo esa mirada.

Hace unos meses, antes de que apareciera retratada en El País, le envié por e-mail una copia de un poema que es, además, un homenaje a su padre, el poeta Juan Eduardo Cirlot, uno de mis favoritos. Aparecerá en mi próximo libro y se titula El señor de la guerra, como la película que le inspiró su ciclo Bronwyn. Me dijo que le gustaba y me alegré.

El fuego cerca Coimbra


©
Jornal de Noticias

¡Ay, Torga!

Matices

Introduzco un matiz: ¿se puede interponer el dichoso personaje entre un buen poema y su lector, que le conoce, hasta hacerlo incluso ilegible? Y más: ¿quién decide la bondad o maldad de un poema? ¿Existen criterios objetivos? De ahí que hablar de buenas o malas personas sea otra quimera. Me temo que dependerá, como en el caso de los poemas, del gusto de cada cual. La bondad, por tanto, se me antoja, ahora sí, una insondable abstracción.

Death in Danzig

Buscando a Chwin



Rastreo en internet la pista de Stefan Chwin. Me gustan mucho las cubiertas que han elegido sus editores ingleses, polacos y alemanes para su Hanemann. Más que la de El Acantilado, la verdad. En una de ellas se ve un cuadro de Friedrich. Con todo, la mayoría prefiere imágenes de la guerra: gente que huye, la ciudad destruida por los bombardeos...

De política

Aunque intente controlarlo, a veces me sale el hombre político que todos llevamos dentro. Esta mañana me ha ocurrido en la ducha. Resumiré mis meditaciones entre el agua y el jabón de sales de La Toja, con la radio encendida al fondo, en una sola frase: si hay algo que demuestra (todavía) nuestro atraso (el de Extremadura) es el nivel de la oposición a Rodríguez Ibarra. Hablo del PP y de sus jefecillos a los que, sin duda, los militantes y simpatizantes del partido no se merecen. Ni los extremeños en general, claro. Aquí, ser ibarrista, como dicen ellos, es poco menos de irremediable. Si se piensa.

Fragmento

Dolidos
emprendemos el regreso
y las ranas que cantan
los aires del verano
nos recuerdan tristemente
que no existe un lugar para volver.

Alberto Blanco, Enseñanzas de Atlihuayán

22.8.05

A vueltas con la bondad

De una entrevista al poeta colombiano Darío Jaramillo Agudelo:

"-¿Qué significa para usted, como escritor colombiano y como responsable de una biblioteca, la figura de Jorge Luis Borges?

Es el escritor en castellano más importante del siglo veinte. Lo descubrí siendo muy joven... cuando él fue a Medellín y yo tenía dieciséis años, concretamente en 1963. Aún no era la superstar en que después se convirtió. Me tocó ir a recibirlo junto a cuatro compañeros del Colegio San Ignacio. Eramos los únicos en el aeropuerto. Lo acompañamos en taxi hasta el hotel, luego nos sentamos en un sofá a conversar. En ese momento, en Colombia, sólo se habían editado 'El Aleph' y 'Ficciones', y conocía pocos poemas suyos.

- ¿Se acuerda de algún comentario que haya hecho?

Me acuerdo de dos cosas de aquella conversación en el sofá, en la cual Borges estaba en el medio. La primera es que, con el ímpetu propio de la adolescencia, yo le empecé a marcar contradicciones en sus obras. Y él me respondió: "Defínitivamente, usted ha leído más veces mis textos de los que yo los he escrito ". Y la otra es que le pregunté, con la expectativa de que me dijese algo muy novedoso y original, cuál era la cualidad humana que más admiraba. Y él contestó que era la bondad. A mí me sorprendió, porque en ese entonces la bondad me parecía una mercancía, quizás por mi educación en un colegio de jesuitas. Y que ese monstruo me dijese que la bondad valía incluso para él, es algo que no olvidaré nunca".

Hanemann en Gdańsk (Danzig)


© El País

Hanemann, a secas, se titula originalmente la novela de Stefan Chwin (en la foto) que aquí ha publicado El Acantilado (¡qué gran editorial, cuántos rescates y descubrimientos!) como El doctor Hanemann. Me ha parecido una novela exquisita. No encuentro un adjetivo más adecuando. Es mi única novela del verano y será difícil que la olvide. Tan serena y melancólica como uno de esos cuadros de Caspar David Friedrich que menudean entre sus páginas.

Sin título

Recuerdo con frecuencia este poema (metapoético) de Felipe Núñez:

¿Aterra al barrendero
la razón última de sus escobajos?
No.
Barre.
Amontona las hojas.
Discierne las fundas de los polos.
Coloca aquí el cadáver calendario
extraplano del gato.
Selecciona cáscaras. Y aún atiende
a la radionovela que expenden todos lo ventanales.

(1978)

21.8.05

Scianna en Siracusa


Copyright : © Ferdinando Scianna / Magnum Photos

ITALY. Sicily. Province of Siracusa. Palazzolo Acreide. The stairs of the cathedral. 1976.

De ABC

"Cicerón escribió que Siracusa «era la más grande y bella de todas las ciudades griegas, disfrutaba de una fama insuperable y de un enclave único entre la tierra y el mar». Aquel emporio atrajo en el año 388 a. C. a un filósofo ateniense, discípulo de Sócrates, que tenía en la cabeza un proyecto de «República» ideal. Platón llegó invitado por Dionisio el Viejo y confiando en «inculcar al tirano el ideal del rey-filósofo», pero Dionisio terminó vendiéndolo como esclavo a la isla de Egina.
Por fortuna, unos amigos lo rescataron, y pudo volver a Atenas, donde fundó la Academia. Allí diseñó una sociedad ideal compuesta por tres clases de ciudadanos: trabajadores, soldados y gobernantes. Gobernarían los filósofos que, como primera medida, expulsarían a los poetas. Platón propuso la censura, y en «La República» pedía «que no tomen a mal si cancelamos de sus libros todo lo que no deben oír ni jóvenes ni adultos». Tras la muerte de Dionisio el Viejo, Platón volvió a Siracusa, donde fue recibido con grandes honores, pero emprendió una reforma de sus Constituciones sin escuchar al pueblo, y terminó exiliado. El gusanillo de la ingeniería social le llevó de nuevo a Siracusa en el 361 a. C., tan sólo para cosechar un tercer fracaso. Regresó a Atenas, y los siracusanos continuaron disfrutando de la vida. Sobre todo, los poetas".

Viene esto a cuento de la Declaración de Siracusa -la ciudad de Píndaro, Esquilo y Arquímedes- como Patrimonio de la Humanidad y para que Miguel Ángel Lama recuerde su reciente viaje allí.

20.8.05

Como se es

Cita el novelista James Salter a Jules Renard: "Se pueden contar las historias que uno quiera, pero no se puede escribir como uno quiera. Sólo se puede escribir como se es". De ser esto cierto, y bien podría serlo, ¿se puede seguir manteniendo que los escritores son una cosa y la literatura otra? Generalizo para que la poesía no merezca la exclusiva de la bondad. O de lo contrario.

Poesía y bondad

Bote pronto, y por aquello de darse por aludido (ver los blogs de Santos, Gonzalo y Lama), recuerdo a dos poetas enfrentados entre sí que, sin embargo, comparten la idea de que un buen poema (de verdad) no puede ser obra de una mala persona. Hablo de Antonio Gamoneda y de Andrés Trapiello. Yo coincido con ellos y he expresado este convencimiento varias veces por escrito. Como Hidalgo y Domínguez, reconozco, sin embargo, que hay poetas que, como personas (difícil desdoblamiento), son unos miserables. Sé de lo que hablo: los he tratado. Ahora bien, su poesía está a la altura de esa forma de ser, ni más ni menos. Puede que convenga traer a colación (algo latente en lo expresado por Gamoneda y Trapiello) esa especie que distingue entre el autor que escribe el poema y el personaje poético (?) que lo protagoniza. Si damos por válida esta dicotomía la cosa se complica. Se podría dar el caso de que el personaje fuera esencialmente bueno y el autor (al modo del fingidor pessoano) no. O al revés. El protagonista poemático un maldito y el poeta un ser angelical. El asunto, sin duda, da para mucho.

Taizé y El Arca

Ha pasado casi desapercibida la noticia del asesinato del hermano Roger, fundador de la Comunidad de Taizé y ecumenista convencido.
Cuando uno era muy joven compartía, desde la distancia, sus ideas pacifistas basadas en el amor, núcleo, siquiera teórico, del cristianismo. Con todo, más que a Schutz, uno seguía entonces a Lanza del Vasto, que, no en vano, era poeta. Y ya que hablo de Lanza y de poesía bueno será recordar que fueron las ideas de la comunidad del Arca -una estética de la simplicidad que era una asombrosa ética- quienes primero nos unieron a unos cuantos amigos que, al cabo del tiempo, acabaríamos escribiendo poemas. Me refiero a Felipe Muriel, José Luis Bernal, Basilio Sánchez y, espero no olvidar a nadie, yo mismo. Nunca ha dejado de sorprenderme esta coincidencia. No dudo de que lo esencial de aquel acercamiento ha permanecido siempre en nuestras respectivas poéticas. En mi caso, por la sencilla razón de que ha sido uno de los hechos más trascendentes de mi vida.

19.8.05

La Ajmátova

Para no olvidar es un extenso artículo de César Antonio Molina sobre la vida y la obra de la poeta rusa, de San Petersburgo, Anna Ajmátova. Lo mejor, con todo, es leer sus poemas. Hay ediciones muy asequibles, la más reciente -ya citada en esta bitácora- acaba de publicar Hiperión. También hay una antología en Círculo de Lectores y su libro más famoso (y acaso el más intenso), Réquiem, está en la colección Letras Universales de Cátedra.
En marzo de 1984 compré una antología suya en la benemérita Selecciones de Poesía Universal de Plaza & Janés (donde algunos nos quitamos no poco pelo de la dehesa). Poco tiempo después le pasé a mi amigo Felipe Muriel unos cuantos libros y entre ellos iba el mencionado ejemplar. Se rió mucho de mí Felipe: "¡una poeta rusa!", decía. A la vuelta de los años, si eso era esnobismo, no puedo por menos que bendecirlo. Creía entonces y sigo creyendo ahora que un poeta de verdad soporta incluso la peor traducción. O casi. Y no quiero decir que aquélla lo fuera. A mí, ya digo, me sirvió y desde entonces la autora de Anno Domini nunca ha dejado de acompañarme. Ya quisiera uno eso de tantos amigos.

Discrepancia

Sí, disiento cariñosamente del parecer de mi amigo Santos Domínguez quien comenta en su blog que ha leído La lengua salvada, "una lectura indispensable, aunque impropia -según él- del verano gaditano, de esta luz, de este viento". Uno que también ha vuelto, ya se dijo, sobre ese libro (coincido) imprescindible, que antes leyó bajo otro título: La lengua absuelta, a unos pocos kilómetros de Chiclana, Roche mediante, bajo un fuerte levante y en medio de una luz tan turbia (por la calima) como deslumbrante, encontró, por contraste, beneficios: se hacían más llevaderos esos días de clima hostil gracias a las descripciones de Canetti y sus viajes infantiles a través de Europa. Por ese frescor intelectual que se mezcla en su obra con las atmósferas, frescas también, de Rustschuk, Manchester, Viena y Zúrich.

Diarios

"El autor de un diario no es una persona, sino un personaje. El personaje de una novela que escribe él mismo. Lo que hace el escritor de diarios es novelarse a sí mismo. La frontera entre novela y diario se nos aparecerá aún mucho más porosa si recordamos que un número considerable de las novelas que hoy se publican tienen como protagonista a alguien que es o cree ser un escritor".

Lo ha escrito Enrique Baltanás, en un interesante ensayo titulado El porqué de los diarios en la literatura española del postfranquismo y sirve, según creo, para quienes escribimos bitácoras.
Por lo mismo que "hoy, una novela epistolar verosímil tendría tal vez que montarse usando e-mails", el diarismo de principios del siglo XXI no podrá comprenderse sin los blogs.

18.8.05

Pormenores de uma casa Portuguesa ...


©
Helena Tiago

(Pulsar encima de la fotografía para verla mejor)

Arquilecturas

"La conciencia se articula en el silencio y es en el silencio donde el ser se hace presente" dijo Heidegger. Nos lo recuerda en una de las entradas de su interesante blog, Arquilecturas. Escritos sobre la ciudad, estado del arte y perspectivas, el arquitecto chileno Hernán Precht Bañados.

Rosa en Caracas

Por si a alguien le interesa, en Rebelión se encuentra el Discurso pronunciado en Caracas por Isaac Rosa al recibir el polémico premio de novela Rómulo Gallegos.

Paseos literarios

Así se llama el interesante blog de Gatito Viejo donde, como su propio título indica, se anotan lecturas de libros diversos.
Paseos, en fin, por algunos lugares amenos de la literatura.

17.8.05

Un poema de Milosz

Tan poco

Dije tan poco.
Días cortos.

Días cortos,
Noches cortas,
Años cortos.

Dije tan poco,
No llegué.

Cansó a mi corazón
El entusiasmo,
El desconsuelo,
El celo,
La esperanza.

La boca del leviatán
Se cerró sobre mí.

Yací desnudo en las playas
De islas desiertas.

Me llevó consigo al abismo
La blanca ballena del mundo.

Y ahora no sé
Qué fue lo verdadero.

Czeslaw Milosz [traducción de Gerardo Beltrán]

© Xavier Bru de Sala

"Que la globalización, más bien americanización en términos de mercado cultural, ha acentuado la tendencia al solipsismo de lo local, es algo poco resaltado pero evidente. Los fenómenos son tantos, que es posible que alguno de ellos se nos escape. Cada país pone todos los medios a su alcance para colocar a sus artistas y producciones más allá de sus fronteras. Al mismo tiempo, serían ridículos todo festival o programación basados sólo en grupos locales, hasta el punto que a menudo algunos de ellos se ven injustamente postergados. Lo que contribuye a fenómenos de protesta que encuentran enseguida un importante eco (a nivel local, claro).

¿A qué dedican las autonomías, abundando en el tema y cambiando de escala, sus presupuestos de cultura? A promover la cultura local, asumiendo además el riesgo de satelizarla en relación con el partido gobernante (riesgo mayor en aquellas donde menos alternancia se produce). Bien que hacen si la comunidad cultural local no tiene suficiente entidad como para imponer criterios objetivadores y apartar de los primeros puestos a los que están allí, no por el talento y el resultado de sus producciones, sino por su habilidad en el trato con los responsables de distribuir los recursos públicos. Ahora bien, lo que aún no se ha creado o no ocupa el lugar que merece son redes intermedias, a nivel europeo, mediterráneo, intercomunitario en España. ¿Qué sabemos de lo que ocurre en Andalucía o Galicia - dejando de lado que hubo un encuentro de gallegos en el Fòrum- o en ambas Castillas? Sólo lo que filtra Madrid, que no es mucho a pesar de los esfuerzos cotidianos de Georgina Cisquella en La 2, que encima siguen entrecortados. ¿Qué saben en España de la cultura producida en Catalunya? Cada vez menos, y a las cifras de intercambios en el puro mercado me remito, no sólo a la lectura de los periódicos de Madrid. La no comunicación directa equivale a la incomunicación, lo que incrementa el solipsismo de lo local y evita sobre todo el contraste o el encuentro de propuestas y estéticas, sin el cual no existen los movimientos, las tendencias, el reconocimiento o el rechazo de lo que hace cada cual".

(Fragmento tomado de su artículo "Capitalidad cultural", que ha publicado hoy el suplemento Cultura/s del diario La Vanguardia)

De ser.com

"Uno de cada tres hombres y una de cada cinco mujeres padecerán cáncer en España". Titulares así le ponen a cualquiera en su lugar. Son las cinco y veinte de la tarde de un tórrido día de agosto, he estado tomando cañas y vinos (cada cual a lo suyo) con Yolanda y Gonzalo por la plaza y, sin embargo, nunca he estado más espabilado.

Errata

No, no me refiero al título de las memorias de mi admirado Steiner sino a una que leí unos días atrás en un breve artículo de El País firmado por Ana Gabriela Rojas. Ponía en boca de Luis Muñoz -adalid de los jóvenes poetas españoles (eso sí, para joven cuando lo conocí, en 1991) y director de un curso de la UIMP titulado Poesía española reciente- la afirmación de que los predecesores de nuestros nuevos vates "necesitaban alienarse". Sí, quiso decir "alinearse" (en facciones, ya saben: los de la experiencia, los del silencio, esas memeces). Lo mismo le traicionó el subconsciente, por aquello freudiano (?) de la muerte del padre.
La errata, con todo, tiene su gracia, como casi todas. Antológica es, sin lugar a duda.

El Portugal de Torga

Ya dije más abajo que había leído el Portugal de Torga. Lo ha publicado Alianza (que no es la que era, por cierto) en traducción de Eloísa Álvarez. Por lo señalado en los "títulos de crédito", la primera edición es de 1950. Este dato es importante. Me temo que hace mucho que desapareció el Portugal que aquí se muestra por más que al vecino país, como a Extremadura, también le haya preservado la pobreza. Con todo, es tal la fuerza con la que Torga (des) escribe las distintas regiones y ciudades que lo componen que dan ganas de pensar que su Portugal es eterno.
Recomiendo su lectura, para bien y para mal, a quienes amen, como uno, esa tierra irredenta que ahora arde en más de un sentido.
Para quienes amen Portugal y a Miguel Torga, añado. Es mi caso. Sus diarios, sobre todo. Su poesía, sin embargo, no me llega. Puede que a falta de que Cámpano la traduzca. Por desgracia, no he leído sus novelas (o así) y cuentos.
Sólo una cosa más. Decía para bien o para mal por algo. La implicación personal del autor y el vigor de su palabra me temo que ya no se llevan. Por ejemplo, ojeé en la librería el segundo tomo de la Iberia de Manuel de Lope, lo referente a Extremadura, y el tocho se me cayó de la manos. No hay aquí "lugares comunes", o eso me parece. O sí, pero de esos que no están fundados en el tópico sino en la verdad. Y de eso bien sabía nuestro cervantino y unamuniano Miguel Torga o, lo que es lo mismo, Adolfo Correia da Rocha, el médico de Coimbra nacido en São Martinho de Anta, Trás-Os-Montes.

Nostalgia

No sé si, como decía aquél (de cuyo nombre no quiero acordarme), la nostalgia es un error, pero eso sentí ayer cuando escuché las viejas canciones de Juan Bautista Humet. Se le echan a uno treinta años encima de golpe y lo menos que puede sentir es nostalgia. Hacía mil años que no escuchaba a este cantante que, al parecer, acaba de desempolvar sus temas y los ha puesto a la venta en dvd.
Uno, con una gran incultura musical contemporánea (y no sólo), escuchaba a este hombre cuando era joven (de verdad). También a Víctor & Diego, pongo por caso, a los que también vimos la otra noche en la tele, como espectros, cantando aquello de "hay un parque aquí en mi barrio que esto ni es parque ni es ná".
Cito a estos por no mencionar a los que escuchábamos todos (los que los escuchábamos): los cantautores famosos, con mi paisano Pablo Guerrero a la cabeza.
Estaba, lo que son las cosas, mientras atardecía, en lo alto del Puerto de Tornavacas (donde hacía un fresquito maravilloso), y debo confesar que más que escuchar a Humet me lo imaginaba porque la cinta se oía de pena. Para mí que Juan Bautista me cantaba desde allí. Desde la Barcelona de finales de los setenta.

16.8.05

Cantina

Al hilo de sus interesantes anotaciones sobre la lectura de la última obra de Hidalgo Bayal, Paradoja del interventor, que nos viene ofreciendo en su blog Miguel Ángel Lama, me apetece anotar, desde el recuerdo, que uno conoció la cantina ferroviaria que, es un decir, sirvió de inspiración a Gonzalo para su memorable novela. Existe todavía, aunque está cerrada a cal y canto (con su puerta tapiada).
Allí estuvo el pintor Gutiérrez-Solana como queda reflejado en su libro La España negra.
Si se me permite la licencia, la lectura gana si uno puede situar al protagonista en aquel ámbito intemporal y sombrío, por más que este detalle, gracias a la legendaria solvencia narrativa de Gonzalo, no sea sino eso.

Gañán de nuevo

Bajo el título Una emoción milimétrica apareció en Babelia el pasado 6 de agosto una reseña firmada por Javier Rodríguez Marcos sobre la exposición madrileña de Emilio Gañán. Excelente noticia.

Un e-mail desde Shangai

Estimado Alvaro,

solo unas lineas para agradecerle su escrito en el diario
Hoy sobre la Casa Sacerdotal Diocesana de Plasencia.
Nuestro objetivo principal como arquitectos del proyecto
es que la Casa Sacerdotal llegase a formar parte de la
realidad de la ciudad, y poder leer su opiniom en estos
momentos es una confirmacion de que en parte es un
objetivo cumplido.

Espero que podamos conocernos en alg'un momento. Un
saludo,
Andres Jaque
www.andresjaque.net

Siento las incorrecciones gramaticales, escribo desde
shanghai con un teclado con caracteres chinos.

Constatación

De vacaciones uno vuelve siempre más viejo. No juego a filósofo (malo). Ni a (vulgar) aforista. Es simple y sencillamente que cumplo años el 8 de agosto.

De vuelta

Ayer tarde, tras un tedioso y largo viaje, llegamos de nuevo a casa. Tan cansados como nos fuimos, supongo. Y más morenos. Mi hijo, después de un mes de sol y playa, podría pasar perfectamente por un saharaui de vacaciones en España.
De la quincena traigo poco, la verdad, aunque suficiente. Aparte de los recuerdos del viento (sopló poniente y levante, como está mandado), los baños (en aguas frías o tibias, dependiendo de la dirección del aire) y los paisajes (rurales y urbanos) distintos (qué hermosa la reflexión de Ferlosio sobre lo mismo que publicó ABC el pasado 7 de agosto), me acompaña en el regreso Octavia, la memorable y muy salmantina película de Basilio Martín Patino; las lecturas en el porche conileño (las previstas, que no me han decepcionado, al revés, y las nuevas: Elogios y celebraciones de Jiménez Lozano, Soy vuestra voz de Anna Ajmátova -que leí de un largo tirón en una terraza gaditana de la calle Ancha-, Portugal de mi admirado Miguel Torga...) y otro tipo de baños, los de masas (para eso ha releído uno a Canetti), en los veloces pasillos del centro comercial Bahía Sur de San Fernando, donde tanto abundaban las muy arregladas y coquetas muchachas en flor.
Lo mejor: en quince días no hemos visto a nadie conocido, ni de Plasencia ni de otra parte.
Lo peor: que en nuestros vagabundeos por las librerías de Cádiz no haya podido acompañarnos esta vez Fernando Pérez. Otra vez será.