31.3.06

Una virgen que lee



Mi hermano Fernando, tras leer la entrada Mujeres que leen, me envía desde Roma esta reproducción de un hermoso cuadro de Antonello de Messina. Me cuenta que se está celebrando en la capital italiana una exposición sobre su obra. Añade que le encanta y que, según los exégetas, la virgen no sabía leer, lo normal en una mujer de su tiempo.

27.3.06

Mujeres que leen



Todos hemos visto alguna vez un par de cuadros de Vermeer, el famoso pintor de Delft, titulados Mujer de azul leyendo una carta y Mujer leyendo una carta junto a la ventana. Por si acaso, los describiré brevemente. Tanto en uno como en otro aparece, como es obvio, una mujer de perfil leyendo una carta y las dos lo hacen delante de una ventana abierta por donde entra a raudales la luz, un motivo capital y recurrente en la pintura del maestro flamenco. Las dos se encuentran en el interior de una habitación. La de azul, por cierto, está embarazada.
Cuando pienso en la lectura, suele venirme a la mente esa imagen: la de una mujer leyendo. No otra cosa reflejan en mi memoria cualquiera de esos óleos sobre lienzo sino esa serena pasión que la lectura produce y que no puede por menos que manifestarse en el espejo del alma que cada rostro es.
Quienes leemos sabemos perfectamente cuánto entusiasmo irradia a veces de las historias que nos cuentan los libros, pero también percibimos que ese fervor (como diría el poeta polaco Adam Zagajewski) no se exterioriza sino como una forma de la serenidad, la que produce en nosotros la lectura de la más intensa de las emociones. Un trasunto de la serenitas humanista.
Puede que esas mujeres a que aludo estuvieran leyendo, pongo por caso, cartas de amor y, sin embargo, los rasgos de su cara no están alterados por rictus alguno. Cuanto les ocurre en ese complejo y maravilloso proceso que encierra toda lectura silenciosa, les sucede hacia dentro. Los fabulosos interiores de los cuadros de Vermeer guardan los secretos de esas mujeres tan delicadas como el papel de las cartas que sujetan, delante de la luz, con sus manos.

(Publicado en la revista literaria La metáfora)

26.3.06

Columnista

Utilizar el término "columna" para designar una colaboración periodística, por muy de opinión que sea, siempre me ha parecido campanudo. Lo de columnista, ya ni te cuento. Que uno se lo llame a sí mismo, señal inequívoca de que nos encontramos ante un simple retórico solemne.

25.3.06

Geografía de la soledad

Ya dije hace quince días en este mismo rincón que iba a celebrarse un interesante simposio titulado Arte y paisaje en el espacio Morán de Casas del Castañar.
Aunque no con la asiduidad que hubiera querido, pude acudir a alguna sesión. No quiero parecer exagerado, pero hubiera bastado con una para justificar el encuentro. Me refiero a la conferencia “Geografía de las soledades y el retiro” que pronunció, bajo la cúpula del EMAC, Fernando Rodríguez de la Flor.
La noche no estaba para viajes, por cortos que fueran; no obstante, con la compañía de la bendita lluvia, salimos hacia el Valle con la esperanza puesta en el sugerente asunto que anunciaba la intervención del profesor de la Universidad de Salamanca, uno de nuestros más conspicuos ensayistas.
Antes, al pasar por el pantano, pudimos ver la instalación de Óscar Lloveras, una vela multicolor que emergía de las aguas negras. Del fondo de un fantasmal barco varado.
A partir de las nociones de espacio liso y estriado, acuñadas por los filósofos Deleuze y Guattari, Rodríguez de la Flor trazó un apasionante discurso que nos llevó a quienes le escuchábamos, siquiera fuera mentalmente, a algunos enclaves de la desposesión y la distancia.
A pesar de que nuestro mundo ha perdido, salvo por los desiertos y el mar, los territorios lisos, Extremadura ha conservado sitios donde las experiencias de la huida, la soledad y el retiro se han hecho, a lo largo del tiempo, posible.
Conviene recordar que por nuestra particular periferia los tres últimos siglos pasaron de puntillas, cuando pasaron.
Nuestra excentricidad, algo más que pura geografía, unida a la escasez, el atraso, la privación y la pobreza, así como la condición eminentemente rural de la región, nos han acercado sin remedio a esa lisura.
No es extraño que los extremeños, siendo éste un lugar de abandono y de carencias, se hayan distinguido por poseer características muy ligadas a esos espacios: la paciencia, la contención, la sobriedad, el estoicismo e incluso el ascetismo.
Como uno ha tenido ocasión de argumentar en otras ocasiones, no creo que sean ajenas a ese estado de cosas las obras literarias y artísticas que los autores extremeños han ido construyendo a través de los siglos, reflejo fiel de una manera de ser que es, además, una forma de estar.
Para demostrar que lo que comentaba era cierto, el autor de La península metafísica recurrió a ejemplos concretos.
Empezó su viaje a esa geografía mítica por Las Batuecas, un paraje que conoce bien, al que dedicó, entre otros, su libro De las Batuecas a las Hurdes: fragmentos de una historia mítica de Extremadura (ERE, 1998). Allí, el último desierto carmelitano, el único que ha resistido ese modelo de vida religiosa.
Siguió por Yuste, la “casa de soledad” a la que se retiró el emperador Carlos, un hecho sustancial y asombroso que impregna el más genuino pensamiento europeo.
Llegó más tarde a El Palancar y a san Pedro de Alcántara que, por aquello de las paradojas, levantó el cenobio más pequeño del mundo en uno de los lugares más desalojados y extensos del planeta Fue entonces cuando, a propósito del mínimo convento, aludió a otro concepto clave de la filosofía contemporánea: el de esfera, centro del pensamiento de Peter Sloterdijk, uno de los referentes intelectuales de nuestra época; alguien, por cierto, que conoce nuestra tierra y si no que le hablen de Atrio, donde comió con su traductor e intérprete Isidoro Reguera, otro sabio insoslayable.
Siempre vivimos en espacios, en esferas, en atmósferas, viene a decir el filósofo alemán. Desde la primera esfera, con la “clausura en la madre”, los espacios humanos no serían sino reminiscencias de esa caverna original siempre añorada.
No podía faltar en su recorrido la Sierra de Aracena, al sur de Badajoz, y la figura imponente de nuestro mejor humanista, Arias Montano, solo y pensativo en la Peña, otro de los grandes retirados de la historia. Allí otro concepto inevitable de este razonamiento: el de vacío, más lleno a veces que lo considerado como tal.
Se mencionaron los nombres de otros escondidos: Rosso de Luna, Helénides de Salamina, Vostell… Gente que se refugió en lugares extremeños del silencio. Individuos que cambiaron de morada para cambiar de vida. Personas que buscaron la lentitud, el reposo, la desaceleración, la pausa. Hombres que buscaron, con denuedo, si no un tiempo detenido, esa quimera, sí un tiempo a escala humana, alejado del curso inhumano de la velocidad y de la prisa en el que perecemos a diario.
Se trataría, en fin, de buscar espacios de la serenidad, comunidades serenas alejadas del ruido y la furia, de la crispación y la guerra, donde poder conseguir junto a los otros (nuestros semejantes, nuestros hermanos) el sueño de Barthes: una sociabilidad sin alienación y una soledad sin exilio.

24.3.06

Parecidos

A la misma hora que ETA comunicaba el alto el fuego permanente, estaba uno reunido con alumnos de Secundaria, del programa de Rutas Literarias del Ministerio de Eduación. Eran casi cincuenta de Palma de Mallorca y de Avilés. Entre los primeros había un muchacho chino que, según me dijo, llevaba sólo tres años en España. No hablaba nuestro idioma muy allá pero, cuando me lo presentaron en la plaza, me preguntó si tenía algún hermano. Sí, le dije, dos más pero no viven aquí. Luego, a duras penas, mientras señalaba a la calle del Sol, me contó que había visto a alguien que se me parecía. Gemelo, precisó, tienes un gemelo, repitió todavía dos o tres veces. Se lo comenté luego a Yolanda y dedujo que a los chinos les pasa con los europeos de Extremadura como a nosotros con los chinos de Oriente: que nos parecen todos iguales.

En el monte

Dos síntomas de que el PP extremeño no está dispuesto a bajar del monte: un artículo infame de un tal Monago que más que vergüenza ajena lo que produce es bastante asco y una noticia acerca del rechazo del Grupo Popular en la Asamblea de una declaración sobre el alto el fuego de ETA cuando ya se estaba aplaudiendo la unanimidad, consensuada previamente. De pena.

22.3.06

Tregua de ETA

Dejemos constancia de que, por ahora, gana la paz. Me niego a ser cenizo en este momento. Eso se lo dejo a los profesionales de la negatividad. Sin esperanza, sí, pero con convencimiento.

20.3.06

Por la Vía de la Plata

Los que, día sí y día también, bajamos y subimos por la Nacional 630 sabemos que la Vía de la Plata es una ruta cada día más transitada por caminantes y ciclistas; peregrinos, la mayor parte, a Santiago de Compostela.
Suelo encontrármelos a primerísima hora de la mañana, cuando aún es de noche, saliendo de Cañaveral. Van bien abrigados en esta época. Y perfectamente pertrechados, con sus bastones y todo. Gente mayor. Con frecuencia, extranjeros. También suelo verlos por las famosas curvas del Tajo y en las llanuras cercanas a Cáceres cuando la senda es tal y no vulgar carretera.
Confieso que me alegran la mañana y, cómo no, que su lenta aventura me llena de envidia. Llevo dentro un paseante; sin embargo, desde la adolescencia y la primera juventud nunca he conseguido romper el estrecho círculo de los paseos largos (de unos diez kilómetros) y cortos (de unos cinco), esa división que tanta gracia le hace a Antonio Salvador, otro paseante, de la Ronda Norte. Por eso fantaseo e imagino que, en vez de Mérida, mi destino es otro y que, en lugar de prisas y coche, me esperan el olor y la luz del aire libre y la serenidad de la contemplación que sólo alcanza quien va por la vida con un pie detrás del otro; a una velocidad, digamos, humana.
De ahí que los domingos, tras uno de mis paseos largos, intente ver en la tele los programas de Ruta Vía de la Plata, más ahora, que se ocupan de su tramo extremeño. Un tramo, por cierto, que acaba de conseguir el prestigioso premio que concede la Federación Paneuropea de Patrimonio Europa Nostra a la Conservación de Paisajes Culturales. Lo ha logrado, además, con el mayor rango de la categoría (tiene tres para todo el ámbito europeo).
Conviene aclarar que se entiende por paisaje cultural el resultado de la acción del desarrollo de actividades humanas en un territorio concreto, cuyos componentes identificativos son: el sustrato natural (orografía, suelo, vegetación, agua), la acción humana (modificación y/o alteración de los elementos naturales y construcciones para una finalidad concreta) y la actividad desarrollada (componente funcional en relación con la economía, formas de vida, creencias, cultura, etc.).
La entrega del premio tendrá lugar en el Palacio del Pardo de Madrid el próximo 27 de junio, bajo la presidencia de la Reina Doña Sofía y el príncipe consorte de Dinamarca, presidente de Europa Nostra.
Este galardón reconoce la rehabilitación, conservación y gestión del patrimonio cultural de esta milenaria vía a su paso por Extremadura, dentro del apartado “sitios arqueológicos”. Detrás, un proyecto de largo alcance, Alba Plata, de la Consejería de Cultura, que ha recobrado la Vía del mismo nombre, desde Monesterio, en el sur, hasta Baños de Montemayor, en el norte.
Por lo que hemos leído, los criterios para la valoración de los proyectos incluían la calidad del trabajo realizado, su relevancia cultural, educativa y social, así como la investigación preliminar llevada a cabo.
La inversión (cofinanciada con fondos europeos y con los de la citada Consejería de la Junta de Extremadura) ha sido de cerca de 20 millones de euros, y ha supuesto la revalorización, ya decimos, de esta calzada romana como eje cultural y turístico de la región, al tiempo que ha permitido la recuperación de una serie de elementos patrimoniales de su entorno, que la configuran como un gran museo abierto de carácter territorial. La de la Plata es, asimismo, “una de las vías de comunicación más importantes del occidente peninsular”, como ha recordado la arqueóloga Ana Montalvo.
Este tipo de planes son poco habituales en las políticas culturales al uso, ésas que buscan la rentabilidad inmediata del corto plazo. Nadie ha dicho, eso sí, que las nuestras lo sean. Alba Plata lo demuestra de sobra. Hay que tener mucha ambición y las cosas muy claras para abordar ideas de este calado y, cómo no, el tiempo suficiente y el ánimo templado para que cristalicen. Es el caso, ya digo.
Hablamos de un proyecto que la oposición, empeñada en descalificar todo por sistema (lo que, en última instancia, como dice un amigo, la descalifica, antes que a nadie, a ella: no todo puede estar mal), ha criticado hace poco. Deberíamos estar acostumbrados a su lucidez en esta materia.

No haría falta explicar que a pesar de lo mucho rehabilitado (no sólo el legado romano de la ruta sino un total de treinta y dos elementos patrimoniales, una parte de lo que las distintas culturas posteriores han ido asentando sobre ella y que, por tanto, la han ido enriqueciendo) y de lo creado ad hoc (albergues, centros de interpretación, etc.), el proyecto no ha concluido. Después de terminar las infraestructuras comienza otra tarea no menos ardua: la de dinamizarlas. Es acaso la más apasionante. En eso se está. Tiempo al tiempo.

15.3.06

Sueño

Como al escribir, uno no sueña lo que quiere sino lo que puede. Porque ésta, como casi todas, es una verdad a medias, a veces nos soñamos con asuntos que nosotros mismos propiciamos. Preocupaciones, deseos... Safo aludió en un poema a una conversación que había mantenido con alguien en un sueño. La que, a buen seguro, no había podido mantener con esa persona, por la razón que fuera, en la dura realidad de la vigilia.
Suelo olvidar lo que sueño. No obstante, de pronto, una mañana se levanta uno feliz porque la noche ha hecho posible lo que el día, con obstinación, le niega. Se cumple así en el sueño lo que el sueño mismo tiene de promesa. Cuando deja de ser lo acostumbrado: pesadilla.

13.3.06

Último cuaderno de Leopoldo de Luis

Me envía Jorge Urrutia, y lo agradezco de corazón, una preciosa edición no venal con Cuaderno del verano 2005. Última notas, un libro póstumo de su padre, Leopoldo de Luis. En el colofón se explica que se hace por deseo de sus hijos y nietos "en agradecimiento a todos sus amigos". Se añade: "El poeta nos ha dejado sus versos porque no muere del todo". Y es verdad.
Es emocionante leer sus últimos poemas. La edición recoge el Cuaderno en edición facsímil, primero, y luego en la normal, al uso.
En la primera nota de la segunda parte (se indican a pie de página las variantes que dejó en sus manuscritos el autor) se nos cuenta que el poeta cordobés lo dejó encima de su mesa de trabajo. Son versos muy tristes, pero de indudable calidad. Verdadera poesía. "Qué cruel es el tiempo y qué vacío", escribe. O "¿Cómo voy a morir si no he nacido?". "Somos estirpe largamente triste" y "Somos ancestros de una saga triste" son dos variantes de un verso que pertenece a un poema que se abre con un epígrafe de Cioran: "Existir es un plagio".
Son poemas escritos a la avanzada edad de 88 años.
"Soy la noche que pasa, soy su sombra/ y el vacío que arrastra su tiniebla. / Su tristeza", escribe Leopoldo de Luis, y uno no puede por menos que oírselo decir.

Gangantas y cerezos

Muchos meses después, ayer, por fin, la garganta del Obispo corría como es debido. Lo pudimos comprobar Yolanda y yo acodados en la barandilla del puente de abajo (uno de los tres, contando el del molino, por los que se pasa al dar el paseo corto). Daba gusto ver ese torrente blanco que luego se convierte en un charco de aguas verdosas y transparentes.
Por cierto, también ayer pudimos ver los primeros cerezos en flor.

12.3.06

Arte y paisaje

Ya he hablado en alguna ocasión del EMAC, Espacio Morán de Arte Contemporáneo, una sala de arte privada propiedad del artista chinato Antonio Morán que está situada en las faldas del Valle del Jerte, ese enclave feliz del millón de cerezos, muy cerca de Casas del Castañar.
Aludí entonces al impacto que nos produjo a mi mujer y a mí la primera vez que pasamos por allí y vimos desde el coche un raro chalet de formas redondeadas que en lugar de tejado tenía una no menos extraña cúpula con aspecto de observatorio astronómico; una bóveda que con el tiempo se ha ido cubriendo de un manto vegetal lo que ha dado lugar a que aquello parezca, sobre todo, una casa emboscada.
Allí pudimos contemplar, por ejemplo, una exposición del casareño Andrés Talavero titulada “El bosque de los 1.000 pájaros”, que daba una certera pista sobre lo que el creador del lugar pretendía, esto es, que las obras de los artistas que exponen en su atípica sala entren en diálogo con la naturaleza circundante. Un propósito muy cercano, en esencia, al del Land Art, que, según la enciclopedia internáutica Wikipedia, “no es una corriente, ni un estilo, ni un movimiento artístico, sino sólo una actividad circunstancial”. El término, acuñado por Walter de Maria, se podría traducir como arte de la tierra. Se origina cuando un grupo de artistas, entre ellos el famoso Richard Long, empieza a intervenir en el entorno natural con la intención de dejar en él su efímera huella. Su propósito es lograr un arte no comercial, algo que el tiempo (y el mercado) se han encargado de desmentir.
Más allá de esa tendencia que no lo es, hay una poderosa corriente dentro del movimiento contemporáneo empeñada en acercar dos conceptos -el de arte y el de naturaleza- que la cultura de la modernidad, con la excusa del surgimiento de las grandes aglomeraciones urbanas, se empeñó en considerar antagónicos. No hace mucho lo recordaba uno aquí, a propósito de una reflexión en voz alta de Rosina Gómez Baeza en el MEIAC. El comentario de la exdirectora de ARCO fue realizado en el marco de la reunión constitutiva de la Fundación Godofredo Ortega Muñoz que ha tomado, precisamente, el del arte y la naturaleza como uno de los asuntos fundamentales de su nueva andadura.
De ahí la pertinencia, y vuelvo a Morán y a su espacio, del Simposium “Arte y Paisaje” que se va a celebrar allí del 15 al 22 del presente mes de marzo dentro de las actividades programadas por la Sociedad para la Promoción y el Desarrollo del Valle del Jerte (Soprodevaje) para celebrar la Fiesta del Cerezo en Flor.
La reunión se establece alrededor de tres ejes: ponencias, intervenciones y exposiciones.
Las primeras agruparán a un nutrido elenco de especialistas entre los que me gustaría destacar al director, mi paisano Fernando Castro Flórez, que ha titulado su conferencia inaugural, muy a su manera, “Paisajes de ninguna parte (para pensar el naufragio)”; al profesor de la Universidad de Salamanca, uno de nuestros más raros y mejores ensayistas, Fernando Rodríguez de la Flor, que disertará sobre “Geografía de las soledades y el retiro”, y, en fin, al catedrático de Arquitectura del Paisaje de la Universidad de Alcalá de Henares, Javier Maderuelo (quien, por cierto, acaba de publicar en la editorial Abada un libro imprescindible: El paisaje. Génesis de un concepto). Su charla lleva el escueto título de “Arte y paisaje”.
Con no ser los únicos, insisto, estos nombres dan la justa medida de la importancia del simposio.
Las intervenciones serán dos. Una, muy oriental, con palabras y banderas, de Adolfo Manzano en el Puerto de Tornavacas, “Palabras al sol y al viento”, y la otra, “En tierras de shikoku”, tan japonesa como la anterior, de Óscar Lloveras cuya obra es, además, protagonista de la exposición que tendrá lugar entre esas fechas en la sede del EMAC.
Que en el medio rural, el medio extremeño por excelencia, ocurran estas cosas es para estar muy satisfechos. Ya sé que algunos achacarán mi alegría al “optimismo antropológico”. O a cosas peores. Me da igual.
En la estela del Museo Vostell Malpartida, al que, salvando todas las distancias, este proyecto remite, tanto por su mezcla de arte y naturaleza como por realizarse en un entorno rural; a un paso de que vuelva a celebrarse en Cáceres, más aspirante que nunca a ser Ciudad Europea de la Cultura en 2016, la feria de arte Foro Sur, Extremadura volverá a brillar con luz propia en el panorama artístico español. A la mejor luz: la que se tamiza a través de los cerezos floridos del Valle del Jerte. Para que todos tomemos conciencia de que el arte es algo más que mera imitación de la naturaleza. O tal vez todo lo contrario, no sé.

(Del HOY)

10.3.06

Patatal & Atrio

Antonio Franco acuñó un término que usaba mucho nuestro común amigo Fernando Pérez; así, era común oírle hablar del patatal cacereño. A mi entender, entran ahí algunos cacereños-de-toda-la-vida cuyo ideario es una extraña mezcla de típico fervor por las tradiciones de su ciudad natal con ciertos aires de mal asimilado progresismo (a veces). En rigor, patatales hay en todas partes. Dentro y fuera de Extremadura.
Me da que los miembros de esa curiosa cofradía entran y salen de ella según el asunto de que se trate. El del hotel de cinco estrellas que quiere abrir en Cáceres una cadena internacional a iniciativa de los dueños del restaurante Atrio (con un polémico edificio concebido por los arquitectos Mansilla & Tuñón) está saturando sus filas. Lo peor es que, como denuncia en HOY Alonso de la Torre, se empieza a confundir el culo con las témporas y en el todo vale de los energúmenos de siempre empiezan a aflorar descalificaciones que no merecen quienes han llevado el nombre de Cáceres, gracias a su excelente saber hacer, hasta el último rincón (informado) del mundo.
Toño, Jose, ánimo. Seguro que al final impera en sentido común (que no está reñido con el alto interés empresarial de vuestra apuesta) y el patatal se rinde a esa evidencia. Por la cuenta que a todos nos tiene.

Montaigne dixit

"Nadie está libre de decir estupideces, lo malo es decirlas con énfasis".

Documentales

Localia dedicará el mes de marzo a la naturaleza con la emisión, todos los fines de semana, de documentales sobre fauna salvaje. Entre los trabajos que ofrecerá se encuentran algunas de las más destacadas y recientes producciones del catálogo de National Geographic y de la BBC.
Lo mejor, con todo, es la cuña radiofónica que lo anuncia (en la SER). Tras comprobar mediante un estudio que las palabras más frecuentes en televisión son, entre otras, zorra, borrego, cabrito, gusano, perra o mariposón han dado con la clave de lo que los espectadores demandan: ¡documentales de naturaleza! Genial. Esta es la verdadera grandeza de la publicidad.

6.3.06

Poesía china de Rexroth

Decir que la poesía es consuelo puede parecer un lugar común. A uno, en todo caso, le conforta. Más leerla que escribirla. Para momentos de tribulación (vamos, casi siempre), nada como la poesía china. Estoy con El amor y el tiempo y su mudanza, cien nuevas versiones de poesía china que hizo el poeta norteamericano Kenneth Rexroth. Ya conocía la selección que editó Lumen hace unos años, Cien poemas chinos.
Siento tanta debilidad por estas recreaciones del poeta de Indiana como por sus propios poemas. Gadir, la misma editorial que publica el hermoso libro a que aludo, tiene en su catálogo una excelente antología de su obra titulada Actos sacramentales.

Entre una sombra y otra

Hace unos meses dábamos cuenta aquí de que el premio de poesía Unicaja había recaído en Basilio Sánchez (Cáceres, 1958), por su libro Entre una sombra y otra. El nombre del galardón, dijimos entonces, es anodino (el de la entidad que lo convoca) justo todo lo contrario que el jurado que tomó la decisión de reconocer la obra del poeta cacereño, formado por José Manuel Caballero Bonald, Felipe Benítez Reyes, Luis García Montero, Manuel Alcántara, Alfonso Canales y el editor, Jesús García Sánchez. Éste último, dijimos también, nos da la pista sobre lo mejor del premio (además de su montante económico, claro, doblado porque el año anterior había quedado desierto): su publicación en una de las mejores colecciones de poesía de España, la emblemática Visor, donde Basilio publicó su penúltimo libro y donde, por cierto, hasta ese momento los extremeños habían brillado por su (casi) ausencia. Pues bien, el libro ya está en la calle y ésta es una feliz noticia.
Como en aquél, vuelve a parecer como motivo de cubierta una reproducción de un cuadro de su padre, Basilio Sánchez Peña, titulado Al anochecer.
Como todo poeta maduro, y él lo es hace tiempo, Basilio Sánchez mantiene en esta nueva entrega buena parte de las características que han hecho de su poesía una de las más interesantes del panorama lírico español de estos últimos años. El lector habitual de su obra se encontrará ante unos versos reconocibles porque el tono general, insisto, es el suyo, el que ha logrado alcanzar y, en consecuencia, le distingue del resto de las voces y los ecos que conforman nuestra poesía contemporánea. Un tono, añado, que dibuja el mundo personal y literario (dos cosas y la misma, más en su caso) donde habita; el mismo mundo en el que invita a vivir a sus lectores.
A estas alturas, tras haber publicado A este lado del alba (1984), Los bosques interiores (1993, edición revisada de 2002), La mirada apacible (1996), Al final de la tarde (1998), El cielo de las cosas (2000) y Para guardar el sueño (2003), Basilio Sánchez no necesita demostrar nada, ni hacer alardes, ni jugar, en fin, con esas cosas importantes en las que a uno le va la vida. La impostura queda para otros. Para otros libros, digo.
No es una cuestión de repetición sino de coherencia. Uno es el que es y de eso dan cuenta, aproximadamente, los poemas que escribe. Eso es todo. O debería serlo.
De ahí la pertinencia de las palabras de la contracubierta: “A modo de diario de un día, como un paseo solitario –de una sombra a otra-, en estas páginas se medita sobre lo que uno es y sobre donde uno está”.
De “meditaciones de paseante” habla el autor en otra parte para referirse a este nuevo libro y la definición me parece certera.
A la meditativa, una línea central (por encima de facciones o tendencias) en la poesía española de todos los tiempos, se adscribe con naturalidad la poesía de Basilio Sánchez. Y ya ahí, si se me permite el innecesario distingo, a otra más universal todavía, la humanista. No en vano, como precisó Czeslaw Milosz, “la poesía pertenece sin duda a la tradición del humanismo y queda indefensa ante la barbarie común”.
Hablé antes de tono (últimamente, antes tantos síntomas de “barbarie común”, ante tantas mentiras y tanto ruido, habla uno mucho de tono) y me ratifico en su importancia para cualquiera que se acerque sin temor a esta poesía. Da gusto leer estos poemas que te cobijan bajo su lúcido discurso, que te prestan esa serenidad que sólo proporciona la sabiduría. Sí, aunque Basilio Sánchez sea demasiado joven para ser un sabio, sus versos transmiten verdades que sólo la filosofía (en este caso, a través del pensamiento poético) es capaz de comunicar.
Estamos ante una poesía que, de puro clara, deslumbra. No para cegar, cuidado, sino para ver mejor: hacia dentro, a lo hondo.
Sentenciosa en el mejor sentido, precisa, dotada de un ritmo impecable, escrita con palabras sencillas, inspirada, son rasgos que la definen pero que no la agotan. A la relectura están destinados los versos de Entre una sombra y otra. Nos lleva a ello la inercia que su hipnótica lectura imprime, tan sugerente al cabo, tan cautivadora.

A uno le gusta recordar el poder consolador de la poesía, tan necesario en esta época de tribulación. Hace unos días, Joan Margarit comentaba: “para poner orden y consuelo hay muy pocas cosas: la religión para el que sea religioso, la filosofía, la pintura, la poesía…” A eso me refiero. “Entender un poema, decía el poeta catalán (con perdón), no es más que meterse en él y salir luego. Si sales más ordenado y más consolado de lo que has entrado, lo has entendido”. Ese ha sido mi caso y de esa experiencia he querido dejar aquí constancia.

(Del HOY)

5.3.06

Francis Fukuyama y el legado 'neocon'

Francis Fukuyama, a menudo asociado con la escuela de pensamiento ´neocon´ de la administración Bush, toma sus distancias con ella. En su libro ´America at the crossroads´ (Yale University Press), el padre de "el fin de la historia" dice que la invasión de Iraq, emblemáticamente inducida por los neoconservadores, está teniendo efectos opuestos a los que pretendía, y aunque dice que comparte algunos de los objetivos de su agenda (el de que EE.UU. contribuya a mantener "el orden democrático en el mundo" y renuncie al aislacionismo) cree que ha fallado por "exceso de militarización" y que hoy está demasiado equiparada a ideas de coerción, unilateralismo y hegemonía americana. Fukuyama recuerda los orígenes trotskystas del núcleo neoconservador del City College de Nueva York en los años 30 y 40, con figuras como Kristol, Glazer o Moynihan, y asevera que el éxito de Reagan en la guerra fría dio a las generaciones jóvenes la idea de que la acción directa era la mejor forma de eliminar tiranos del panorama, lo que les llevó a intentar "imponer" democracias a países "que no la querían". Hoy, dice Fukuyama, lo que se necesita son "nuevas ideas sobre como America debe relacionarse con el mundo que retengan la creencia en la universalidad de los derechos humanos pero sin sus ilusiones (de los necons) sobre la eficacia del poder americano para conseguirlo"

©
Sergio Vila-Sanjuán. La Vanguardia

3.3.06

Periodistas

«El dramaturgo noruego Henrik Ibsen pensaba que era imperdonable que los científicos practicaran la vivisección con animales, "existiendo como existen periodistas y políticos". Turgeniev tiene un cuento en el que un grupo de amigos se conjura para salvar a alguien que va a ser linchado,... hasta que descubren que ese alguien es un reportero. Ciertamente ha habido épocas en las que los periodistas han tenido muy mala fama. La de ahora tampoco es de las mejores».

(Del artículo de Soledad Gallego-Díaz, Homenaje a una rueda de prensa. El País)

2.3.06

Periodismo

Acabáramos. Lo leo y no lo creo: Arcadi Espada ficha por El Mundo. ¿Tantas lecciones de periodismo para esto? ¿El estupor es sólo mío?

Azúa dixit

"Algo así parece estar volviendo de la mano de los nacionalistas y de los eclesiásticos, una nueva predilección por lo opaco, lo desconocido, lo insondable, lo mágico. Una nostalgia de los faraones y del incesto sagrado. Un menosprecio del ágora y de los banquetes con vino e ideas.
Esperemos que, por lo menos, regrese también el láudano". (Félix de Azúa Blog)