30.6.10

El Valle aquel

El del Jerte en los años sesenta. Puerto Blázquez rescata diez minutos de nostalgia.

Divertidos errores

Europa Press atribuye el Premio "José de Espronceda" a Antonio Porrela (y no Portela), por la obra Diamantinos Godos (y no Diamantinos dogos, como en la canción de David Bowie). En El Periódico dijeron que Portela "reside entre Salamanca y Viena", cuando en realidad estudia en Venecia. Divertidos errores, sin duda.

28.6.10

Moga et la vie

No es la de Eduardo Moga una poesía complaciente. Quiero decir que ni es simple ni es sencilla y que el lector debe vérselas con un poeta que se caracteriza por su exigencia; de voz potente, arrolladora (no pocas veces) y muy personal, que no suele andarse con chiquitas. Por eso me ha sorprendido Bajo la piel, los días, uno de sus libros más personales (personalísimo, mejor), que acaba de publicar la imparable Calambur (¡vaya racha!) en su colección de Poesía. Sí, lo digo porque en realidad estamos ante un "diario poético" (como reza en la nota editorial) que, me temo que desde el principio, aspiró a eso: a ser poesía. ¿En prosa? Puede ser. A estas alturas, lo de los géneros... Por el tratamiento del lenguaje, poesía desde luego parece. O está muy cerca. ¿Detrás? La vida, qué si no. La enfermedad (sus acúfenos, su insomnio, la diabetes de Álvaro...), la muerte (la del padre), el sexo (hay páginas muy crudas -por explícitas- al respecto), la ciudad (las ciudades), la literatura (con opiniones contundentes sobre algunos autores), la amistad (Tomás, Sergio...), el amor (Ángeles)... Que nadie espere, en fin, lindezas, delicuescencias ni falsos lirismos sino aspereza, ironía y desgarro. Y melancolía, ay, mucha melancolía.

27.6.10

Carta de Almendralejo

Bajó uno a Almendralejo -qué larga se me hizo la ida, lo que antes hacía a diario- para acudir al fallo del Premio "José de Espronceda". Fue, como siempre, un reencuentro agradable. Con Maite, su alma mater, con los demás miembros del jurado: Ada Salas, Carlos Marzal, Antonio Sáez, Santiago Castelo, Manuel Borrás (que este año votó desde Barajas por culpa de la cancelación de su vuelo) y José Antonio Zambrano, a quien pude por fin abrazar para darle la enhorabuena por su reciente premio. También sin Ángel, ay, que solía llegar tarde y sin comer por lo que antes de entrar a deliberar pedía una magdalenas.
Este año, por aquello de la crisis, no ha habido cena. Eso sí, el acto literario tuvo que esperar a que terminara el partido de fútbol entre España y Chile. Que recuerde, era la primera vez que veía un partido en un bar. Así de raro es uno. Intenté portarme como un hincha entre los de verdad. A mi lado había algunos de categoría: Almudena Grandes y Benjamín Prado, por ejemplo. Manuel Ramírez, un poco más allá, disimulaba tanto o más que yo. Menos mal que entre gol y gol hubo tiempo de conversar y para eso me senté a la vera de José Luis Bernal a quien considero, desde hace mucho, un buen amigo. Entre hijas e hijos (los dos tenemos, ay, un Alberto) se nos fue el rato.
Antes, en la reunión del jurado, habíamos premiado un libro importante. Luego se comprobó que, por suerte, no era de un cazapremios, que su autor es muy joven y que, además, es conocido: Antonio Portela.
En el vino español (para eso aún da), saludé a Isabel, a Leni... Luego, con mi depurada técnica, desaparecí, con permiso del alcalde Ramírez, a los diez minutos.

26.6.10

Por alusiones

José María Cumbreño opina sobre uno "que no se esconde", aunque a algunos les gustaría. Obrigado.

De la enfermedad

Cuando Zoki me mandó un mensaje donde me recomendaba la lectura de Diario del hombre pálido, de  Juan Gracia Armendáriz, los de Demipage (agradecido) ya me lo habían mandado. En su sección Radio París (El Cultural), escribe el de Lesaka sobre ese libro, no lo dudo, excepcional. Con todo, sigue en el montón de los que esperan encima de la mesa grande. Me da miedo leerlo.

25.6.10

Pintura

Estoy rodeado de libros. Por las paredes, como siempre, y ahora también por el suelo. Hoy vienen los pintores a reparar los daños provocados por el conato de incendio (mañana hace un mes) y tuve que vaciar ayer por la tarde todas las estanterías del pasillo. Uno, la verdad, no quería. Total, van a seguir ahí y da igual que lo que no se ve esté pintado de tal o cual color. Pero mi criterio no se ha tenido muy en cuenta y... En esos momentos, en estos, es cuando uno se pregunta seriamente para qué demonios colecciona libros. Lo decía hace poco José Luis García Martín en su blog: "Qué absurdo guardar todos los libros que uno lee, la mayoría de los cuales no releerá nunca. Es como coleccionar los periódicos de cada día. Yo estoy orgulloso de mi biblioteca, pero los libros que guardo en casa son solo una pequeña parte. Mi biblioteca abarca el universo". A estas alturas no sé si uno está orgulloso de la suya y si la mía abarca tanto, pero... cada día estoy más convencido de que tengo que llamar a Boxoyo.

24.6.10

La crítica

Esa necesidad. Imprescindible si de literatura hablamos. Un derecho, sí, pero también un deber. No es posible comprender la modernidad (donde quiera que quede) sin ella. En Extremadura, esta angosta esquina de la literatura española, donde hemos pasado de la normalización a la (casi) normalidad, sigue siendo una asignatura pendiente. Lo reconocen, como recordábamos aquí atrás, algunos de los que, por suerte, la practican. Son pocos.
Acostumbrados a una reseñística solapera, de ensalzamiento de lo mediocre, carente de criterio, tacaña con lo excelente y generosa con lo pésimo, demasiado pendiente de lo premiado (sin importar el concurso y, lo que es más grave, la compulsión concursil de éste o aquél escribidor), localista y provinciana, ¿cómo nos va a extrañar que siga ponderándose la aparición del enésimo tocho -perdón, tomo- de la Bibliografía Extremeña del maestro Pecellín, nuestro reseñador de cabecera? ¿No habíamos quedado, querido Quique, que una cosa es la cantidad y otra la calidad? Cada vez más gordos, sí (aclaras que en el centón se recoge TODO (sic), y añades: "y cuando digo todo es todo"), pero ¿cada vez más necesarios? No lo creo. Se suele confundir crítica con archivística. Para complicar las cosas (y para darme la razón en lo que a nuestra deriva respecta), en esta ocasión el "tomazo" viene avalado por la Biblioteca Regional, que lo publica en su colección Alborayque. ¿Saldrá el próximo en la Editora? Sólo faltaría. Atentos.
No es extraño que, por culpa de esa secular carencia, tengan que venir a poner las cosas en su sitio desde fuera. Por otra parte, que conste, no me parece mal. Cuantos menos reinos de taifas, mejor.  Si es allí donde está la solvencia... Con todo, lo normal en otras Comunidades es que esta crítica exista, la que se fija y atiende a lo más propio. Y que incluso conceda, una vez al año, sus galardones. Ocurre en Andalucía o en Valencia, donde premian a autores conocidos en el resto de España. Así, Cobos Wilkins y Marzal, respectivamente, en las últimas ediciones, las correspondientes a 2010. Un par de críticos extremeños y el resto de allende nuestras fronteras hacen algo parecido al elegir el Premio Extremadura a la Creación al mejor libro de un paisano publicado el año anterior. Menos da una piedra.
Quedan, pues, dos tareas pendientes: la consolidación de una crítica responsable que separe el grano de la paja (pese lo que pese) y una reflexión serena y profunda acerca de este mal endémico, como tantos de esta tierra. No estaría mal como tema de un congreso de la AEEx.
Uno, en fin, se pregunta: ¿no tendrá esto algo que ver con la ausencia de crítica en otros ámbitos de la vida extremeña? A buen seguro. Así nos va.

Nota: Quique, viejo conocido, es Enrique García Fuentes, profesor de Secundaria y crítico literario. Publicó el pasado sábado en Trazos, suplemento del diario Hoy, una reseña sobre el libro a que aludo.

Sí, pero no

Walcott "dixit"

"Los poetas terminan pareciéndose a su poesía".

22.6.10

Último día de curso

Esta mañana he entregado las notas a mis alumnos de 6º. Me da mucha pena dejar a ese grupo. Ha sidos unos meses estupendos con ellos. Por eso se me han pasado volando. A este grupo y al otro, al que también he dado clases de Lengua y donde he tenido alumnos (sobre todo alumnas) excepcionales. En fin. Les he hablado algo emocionado (uno no acaba de acostumbrarse) antes de darles el sobre con el resultado de su esfuerzo. Saben bien que les espera otro mundo. El de la Secundaria lo es. Dejan la escuela. Y a los maestros. Hoy lo he sentido más que nunca. Ignoraba entonces que tenían preparada una sorpresa. Me han regalado un elegante bolígrafo Pierre Cardin. En el estuche han grabado: "A Álvaro Valverde. Con cariño. Curso 6º B. 2010". He tragado saliva. Además, unos folios con una dedicatoria manuscrita de cada uno. Para entonces...  Las he leído en voz alta y... Han puesto al frente una cita de H. B. Adams: "Un profesor (y un escritor) trabaja para la eternidad: nadie puede predecir dónde acabará su influencia". Excesiva, sí, pero bonita. Releo ahora de nuevo las palabras de mis alumnos (bien escritas, sin faltas de ortografía) y casi se me saltan las lágrimas. Momentos así justifican la vida. La de verdad, la única. Gracias.

Lama sobre "Las moradas del verbo"

En su blog.

19.6.10

Saramago

Como comentaba en la entrada anterior, uno asocia el nombre de Saramago con los Premios Extremadura a la Creación. Fue ahí donde tuve ocasión de tratarle. Creo que ya he contado alguna vez -nos repetimos, sí- que pasé un rato largo conversando con él a las puertas del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Por primera y única vez se reunió allí el jurado con la sana intención de dar al fallo la dimensión nacional que se le resistía y que, por cierto, sigue resistiéndosele, y eso que el palmarés, diez años después, es ya ejemplar. Es curioso: fue la vez que más costó que nos acompañara. En los días previos, hablé no poco con Pilar del Río -tan temible como agradable, dependiendo del momento-, para intentar convencerla de que hiciera un esfuerzo para que así fuera. El caso es que recién salido de una clínica de Barcelona (por una operación en la vista), se presentó. Se le esperaba en el aeropuerto y un chófer de la Junta atravesó Madrid en un tiempo récord para que llegara a tiempo de votar. A diferencia de otras veces, en que la sobremesa le retenía largo rato junto a los miembros de los diferentes jurados (y más aún la  apasionada conversación, a dos bandas con Ibarra, en la que solía terciar Landero), ese día se retiró pronto, algo cansado. Salí con él del hotel Suecia y esperamos juntos la llegada del coche oficial. Aquellos agradables momentos me dejaron una buena impresión. Por un personaje -un hombre, otro "animal inconsolable"- al que, lo reconozco, no guardaba demasiadas simpatías. En lo personal, claro. Puede que la lectura de algunas páginas de sus diarios (las que adelantó y tradujo Ángel para Libros del Oeste, quien acabó vertiendo al español su poesía completa, que desconozco) me indispusiera con él. O la aureola que proporciona un Premio Nóbel. Sin embargo, le guardo un cariño especial por haber publicado El año de la muerte de Ricardo Reis, una novela que me llevó a otra, la primera de las dos que he publicado, escrita como por impulso de aquélla, aunque nada tengan que ver, ay, entre sí. Me alegro de que sea, de las suyas, la preferida de Landero.
Quedan, en fin, sus libros. No es poco. El que escribió sobre Portugal, por ejemplo, me gustó. Leeremos otros. En ellos y en uno, su memoria sigue viva.

18.6.10

Premios Extremadura

El mismo día que se nos muere el que fuera presidente de uno de sus jurado, Saramago, José Antonio Zambrano gana el Premio Extremadura a la Creación a la mejor obra de autor extremeño publicada en 2009 por su libro Apócrifos de marzo (Calambur). Me alegro por José Antonio y lo siento por Pilar del Río y por la literatura portuguesa y universal. La vida y sus azares.

Brutus, Hughes, el molino...

Antes de ayer me acerqué al molino a llevar unas cajas con revistas y libros. Fue cuando le vi la herida a Brutus. En el cuello. Grande, sangrante. Con todo, el perro estaba bastante bien. Di el paseo y me acompañó. Ya con cobertura en el móvil, llamé a casa para que fueran a curarle. Ayer volvimos. La herida sigue abierta por lo que no habrá más remedio que recurrir al veterinario. Eso sí, desde que le operamos, no entra en un coche de ninguna manera. Veremos.
Aproveché la tarde -limpia, luminosa- para dar otra vez el paseo por los viejos andurriales de siempre. Esta vez solo. Había gente ocupada con las cerezas. Poco más. La fuente de los alisos tiene más agua que nunca. Y la de la garganta corre limpia y abundante. Daba gloria ver el charco que se forma en el puente de abajo. Por fin, vuelve a ser la misma. Hasta que dure.
Luego, debajo de la parra (creíamos que este año no daría sombra, la poda fue grande), estuve un rato leyendo. Nada más apropiado que la antología de Ted Hughes que ha publicado Bartleby y que ha traducido Xoán Abeleira. El prólogo es excelente. Allí leo el fragmento de un ensayo de Walcott sobre el poeta inglés y al decir: "Su poesía es solitaria y remota", no pude por menos que pensar en la de Ferrer Lerín.
Comparaciones aparte. Acaso impresionado aún con su Fámulo, y por aquello de que los animales y la naturaleza son parte sustancial de la misma. Cuestión de tono, sólo eso. Y quizá de espíritu.
Regué, nos tomamos un té moruno y volvimos a casa. Desde el coche observé despacio el molino y volví a reconocerlo como por primera vez. Tal la fuerza de ese lugar. Eché de menos a Zacarías.

16.6.10

Ciudad perdida

En inglés, Lost city, que es el título de un libro editado de manera tan bonita como original por La Oficina, una antología literaria de Jordi Doce con textos sobre Nueva York de Charles Tomlinson, Djuna Barnes, Elizabeth Bishop, Willem De Kooning, Hart Crane, Allen Ginsberg, Jane Jacobs, Li-Young Lee, Toni Morrison, Frank O’Hara, Edgar Allan Poe, Ezra Pound, James Schuyler, Isaac Bashevis Singer, Walt Whitman, Leroi Jones (Amiri Baraka), Claude Mckay, Jack Kerouac, Charles Reznikoff, Charles Simic, T. S. Eliot, Leonard Cohen, Carol Ann Duffy, W. H. Auden, Anne Carson y Pedro Pietri, traducidos en su mayor parte por él mismo, que acompañan las fotografías de Eddie Williams, alguien empeñado en "fotografiar edificios y lugares que la próxima generación no podrá ver".
A uno le han gustado especialmente los breves y pajareros poemas de Charles Reznikoff: "No debes suponer/ que todos los que viven en la Quinta Avenida/ son felices: he oído a las gaviotas chillar/ desde el depósito de agua de Central Park".
Una idea excelente, sí, con un resultado aún mejor.

De los periódicos

"Hay una poesía que actúa como fundamento de las patrias y sin la cual no podríamos entender el odio", apunta el pensador esloveno Slavoj Zizek (Liubliana, 1949). Por eso, propone: "Necesitamos controlar a la poesía, tras cada limpieza étnica hay un poeta". El País.

13.6.10

Poetas de aquí y ahora

Con un despliegue (casi) nunca visto, el periódico nacional de mayor tirada, El País, se ocupa hoy en su suplemento semanal (EPS) de la poesía joven.
El reportaje va firmado por Jesús Ruiz Matilla. Hay, además de su artículo y poemas de los seleccionados, vídeos y fotografías. En éstas, de Juan Aldabaldetrecu, los poetas posan con ropa de marca. Lo dicho, todo un alarde.

10.6.10

Carranza

María Mercedes, no Eduardo, su poetísimo padre. De la colombiana acaba de aparecer en la ejemplar Biblioteca Sibila (Fundación BBVA) su poesía completa en una bonita edición que lleva un prólogo certero de Darío Jaramillo Agudelo, alguien que la conoció bien y que, conviene resaltarlo, ha leído su obra aún mejor. Por cierto, qué pocas páginas hacen falta para agrupar unas buenas obras completas. Éstas caben en 162.
A uno le deslumbró hace tiempo un poema suyo, La patria, perteneciente a su libro Hola, soledad. Luego busqué otros. Nada comparable, sin embargo, a leer por intenso (sic) una poesía que de puro personal es transferible; de puro clara, oscura; de puro triste, luminosa. O viceversa. Jaramillo trae cada poco citas de Juan Ramón para explicar su poética. Acaso ninguna mejor que ésa donde dice: "El poeta que habla íntimamente de sí mismo habla profundamente de los demás. El que cree que habla de los demás y a gritos no habla de ellos ni de sí mismo, o habla de ruido general".
Además de su dolida Colombia ("Patria Boba", llegó a decir de ella), los temas de la poesía de Carranza son los habituales. Y ya allí, la violencia, el terrorismo, la muerte. Además de algún poema suelto (tan  conmovedor como "18 de agosto de 1989"), a ese asunto le dedica los 24 breves poemas de El canto de las moscas. Cada canto, un lugar.
Pero ante todo, es el amor su tema. Alejado de cualquier romanticismo, como todo lo suyo. Real, como la vida misma. El gastado por una larga relación. El perdido por la "juventud bien ida".
También la propia escritura. Y las palabras, a las que "asesina", porque sobran, en un memorable poema. Salvo a una: Yo, que habrá de acompañarla hasta el final "por triste, por su atroz soledad". Lo dice en otra parte: "pero lo que yo tengo que decir nadie lo sabe". Por eso escribe.
Con todo, lo que más me ha llamado la atención de este puñado de poemas necesarios ha sido el trágico camino que dibujan. Resulta emocionante y asombroso seguir, a través de sus palabras (cada vez más "cansadas"), el itinerario vital de la que fuera directora de la Casa de Poesía Silva hasta su suicidio en 2003. Da cuenta de su lucha incansable con un "enemigo", esa "bestia" que le "crece por dentro", cada vez más poderoso al que ella, no obstante, se enfrentó sin descanso. Noche a noche. Puede que al final la venciera, no sé. "Se dice: «no quiero salvarme»", comienza el poema "Una rosa para Dylan Thomas" y más adelante: "no envejecerá". ¿De quién habla? En otro lugar leemos: "no cortará la cuerda que lleva atada al cuello". O: "Miradme: me habita el miedo". Y sigue: "Oídme bien, lo digo a gritos: tengo miedo". Todo, en fin, le parece a uno escrito a tumba abierta. Sin ambages o disimulos. No era su estilo. "Después de todo -escribe-/, malvivo mi vida, como usted". Si tuviera que robar un título ajeno para estos poemas, no dudaría en apropiarme del de Brines: Ensayo de una despedida.
Le deja a uno perplejo la calidad y cantidad de la poesía escrita en Colombia en los últimos dos siglos. La recuperación para los lectores españoles (y en español) de María Mercedes Carranza es una excelente noticia. Nadie debería perderse la oportunidad de leerla. Cueste lo que cueste.

8.6.10

"Literatura en Extremadura" (en primera persona)

Ya puedo hablar de esta obra de cuya aparición di noticia aquí mismo hace unos días. Antes, me gustaría contar una anécdota. A partir de un comentario que hace en el primer tomo, el dedicado a la poesía, Miguel Ángel Lama. Al referirse a mí, escribe: "Como director de la ERE hasta 2008, uno de los últimos proyectos que promovió fue la publicación de la presente antología". Por su parte, Simón Viola también alude a ello en su blog. No traigo estas alusiones por vanidad, sino porque las cosas fueron sencillamente así. Y, sobre todo, porque puse en esa empresa lo mejor que pude, siquiera fuera en el planteamiento y en los prolegómenos, pues unos meses después alguien decidió que mi tiempo en la Editora se había terminado.
Lo tuve claro desde el principio, antes de reunirme con Gregorio Torres Nebrera, la persona a la que quería encargarle la coordinación de ese propósito. Mi intención era publicar una antología en tres volúmenes (uno de poesía, otro de narrativa y un tercero de teatro y ensayo) para fijar, siquiera temporalmente, un canon (así, con cursiva) de la literatura extremeña de los últimas lustros. Y porque la Editora ha acompañado su mejor momento y prácticamente todos los que son han publicado en ella algún libro (sólo encuentro una excepción: la de Diego Doncel), nada mejor para celebrar, de paso, su veinticinco cumpleaños. Por eso, no entiendo la coedición con Libros del Oeste (una editorial dignísima que me recuerda a Ángel Campos y donde permanecen otros dos amigos, fundadores con aquél de esa casa: Pedro Almoril y Manolo "Cerebro" González). Por cierto, nada se aclara o se comenta al respecto en el prólogo que firman los editores (así, en plural).
Por aquel entonces, además, estaba indignado por la salida a la escena literaria regional (favorecido por los aires buenistas del nuevo gobierno autonómico) de algún que otro don nadie y uno, ay, siempre ha tenido claro que quien tenga que pasar a la historia literaria (minúscula o mayúscula, tanto da) deberá hacerlo por los libros que escribe (y que, una vez publicados, la crítica refrenda) y no por los cargos políticos que ocupa. De ahí, ya digo, lo del presunto canon. O, dicho paladinamente, lo de separar el grano de la paja. No en vano los autores de los diferentes estudios coinciden en la denuncia de la proverbial falta de una crítica competente y responsable en esta región. Un mal con difícil cura, sólo subsanable con labores como ésta.
Ya con los tres tomos en las librerías (la poesía coordinada por Miguel Ángel Lama, la narrativa por Simón Viola, el teatro por Torres Nebrera y el ensayo por Antonio Sáez) diré, antes de nada, algo acerca del título: no me convence, aunque puede que no haya otro más pertinente. Remite al de otras obras -muy distintas entre sí por muchas razones- de sobra conocidas en nuestro ámbito literario: "Literatura en Extremadura", de Manuel Pecellín Lancharro, y "Literatura en Extremadura", de Miguel Ángel Lama y Luis Sáez. La primera termina, por cierto, donde ésta empieza, una de sus más graves carencias, pues es éste, lo repetimos, el período más interesante de nuestra literatura, como la segunda se encargó de justificar. Literatura, precisemos, que sólo en sentido natural, como explica Antonio Sáez en su prólogo, podemos denominar "extremeña".
Ya que lo cito, los prólogos de los coordinadores y las notas que se anteponen a los textos de los distintos autores están a la altura esperada. Todos han demostrado su competencia sobre la materia que abordan.
En cuanto a la selección, como en cualquier antología, uno tiene sus dudas. Como editor no hubiera opinado. En mi condición de lector, es otra cosa. Lama ha optado, como suele, por lo histórico (frente a lo crítico) y por eso su nómina peca acaso de extensa. Por eso y porque la poesía ha sido y es el género extremeño por excelencia. Sin dudarlo, cambiaría a Álvarez Buiza por Antonio María Flórez. O por Efi Cubero. En narrativa, con ser menos los autores, también me sobran. Por volver al juego (peligroso, ya lo sé) sustituiría a Leal Canales por César Martín Ortiz. O por Juan Ramón Santos. Con todo respeto, tampoco me temblaría el pulso.
Más difícil lo tenían Nebrera y Sáez para sacar su lista adelante. En teatro tenemos tres autores de fuste y en ensayo poco más. Con todo, salen airosos y son bastantes más los que presentan.
Estas 1.862 páginas van a dar mucho de sí. Servirán para comprobar de forma fehaciente el alcance de nuestro panorama y, más allá, darán muchas horas de apasionante lectura a los que se acerquen, por curiosidad o por oficio, hasta ellas. Su bagaje didáctico, por lo demás, es incalculable. Ningún centro de enseñanza de Extremadura, ninguna biblioteca, podrán prescindir de ella en el inmediato futuro.
Me siento, en fin, contento y satisfecho porque haya llegado a buen puerto, poco importa de la mano de quién. Felicito  también a sus autores que, salvo Antonio Sáez (que se incorporó al proyecto después por razones que no viene al caso exponer), desde el primer momento se embarcaron en la aventura con la necesaria temeridad y el debido entusiasmo.

6.6.10

A propósito de Helga

La inauguración en Cáceres del Centro de Artes Visuales Fundación Helga de Alvear está teniendo la resonancia nacional e internacional que el empeño merece. Uno, sin embargo, piensa que estos verdaderos logros culturales, en el más noble y amplio sentido del término, sólo eran posibles con presidentes como Ibarra y consejeros como Muñoz. Por su intuición política, sí, pero también por la importancia que se le daba en aquellos gobiernos a según qué cosas. Es ahí, por ejemplo, dónde se aprecia nuestro evidente declive. Lo de la crisis, ya se dijo, es sólo la excusa perfecta.

5.6.10

Carta de Don Benito

Hasta allí bajé ayer tarde, para el fallo del premio de periodismo "Francisco Valdés" que llegaba a su XIII edición. Lo ganó limpiamente un artículo de Pilar Galán titulado "Gestos", publicado en su columna de El Periódico Extremadura.
Fue una estupenda ocasión para charlar cara a cara, muchos meses después, con mi amigo Castelo, que presidía el jurado. También conversé largo y tendido -un placer- con otro amigo, el colombiano de Don Benito Antonio María Flórez que presenta el martes en la Casa de Cultura de Moneo, donde se celebró el acto, Transmutaciones.
Hacía tiempo que no bajaba uno a las Vegas Altas. Fue una feliz noche de reecuentros con viejos amigos de las letras: Simón Viola, Antonio Reseco, Juan Ricardo Montaña, Javier Cano... La sorpresa llegó con Carlota, Tenti y Juan Carlos. ¡Cuánto tiempo! ¡Cuántos recuerdos!
De vuelta a casa, se mezclaban en mi cabeza las sutiles coplas de García Barbeito y los machacones versos de don Luis Chamizo. Eso y que uno sigue siendo, a pesar de todo (y de todos), un especialista en escapismo.

4.6.10

El "Dulce Chacón"

Estaba claro desde el principio, pero ahora, siete ediciones después, nadie puede negar que es uno de los premios literarios más rigurosos e interesantes del panorama patrio. Y no será por concursos. El "Dulce Chacón" es de verdad diferente. Todo un ejemplo.Ya están aquí los finalistas de este año. Un premio en sí mismo. Enhorabuena, Luciano. Felicidades, Zafra.

3.6.10

Sobre "Las moradas del verbo"

Firma la reseña Javier Rodríguez Marcos. El sábado pasado en Babelia.

Paridad y glamour

Mi amigo Carlos me facilita esta perla: una conversación de Manuel Jabois con César Antonio Molina que publicó ayer Diario de Pontevedra. Su titular: ''Zapatero me dijo que me destituía por la paridad y por el glamour''. El no va más.

2.6.10

Literatura en Extremadura

Cuando pueda, comentaré aquí algo a propósito de los tres tomos de Literatura en Extremadura (1984-2009) que acaba de publicar la Editora Regional de Extremadura, según cuenta en su blog Simón Viola, uno de los antólogos (del volumen de narrativa) junto a Miguel Ángel Lama (poesía), Gregorio Torres y Antonio Sáez (teatro y ensayo, respectivamente).
Hace ahora dos años que nos sentamos por primera vez el profesor Torres y yo en un velador del Gran Café de Cáceres para hablar del asunto. Luego... Por lo pronto, celebro la noticia.