3.2.08

Autovía

Mis viajes laborales se han hecho un poco más cortos gracias a un nuevo tramo de autovía. A la vuelta, puedo vislumbrar una bonita vista inédita de Plasencia.
Entro y salgo por la vía que llaman en los paneles "Plasencia centro". Quien acceda por ahí se encontrará con la peor de las entradas posibles, aún más desaliñada que la antigua (ahora "Plasencia sur"), indigna de cualquier pueblo y no digamos de una presunta ciudad. Se podrían haber tomado medidas. No creo que su inauguración haya pillado por sorpresa a las autoridades municipales. Por ejemplo, adecentar las cunetas de la carretera de Montehermoso (el carreterín en el que se desemboca), colocar nuevos y más vistosos carteles y, en fin, dar un poco de lustre a esos parajes de las afueras. La estrechez del recorrido (de muy pocos kilómetros, por cierto) y lo tortuoso del mismo (con rotonditas cada poco) ocasionarán atascos de importancia. Lo peor, con todo, son los andurriales por donde discurre. Para ir al Parador, pongo por caso, tienes que pasar por el barrio más peligros de la ciudad y, antes, atravesar un tunel de hojalata y saltar un paso de peatones que parece parte del mobiliario deportivo del pabellón que está al lado. Al ver el panorama, cualquiera huiría.
"No aprendemos", me decía ayer alguien a propósito de lo mismo. Uno, sin embargo, se reafirma en la vieja y triste convicción: que no podemos.