5.12.18

La materia secreta de las cosas

Basilio Sánchez (Cáceres, 1958) no fue un poeta precoz. Ya era médico cuando su primer libro, A este lado del alba, logró en 1983 un accésit del premio Adonais. A éste le siguieron: Los bosques interiores, La mirada apacible, Al final de la tarde, El cielo de las cosas, Para guardar el sueño, Entre una sombra y otra y Las estaciones lentas. En 2010 publicó su poesía reunida: Los bosques de la mirada. Después han llegado Cristalizaciones y el libro que nos ocupa, Esperando las noticias del agua.
Conviene recordar que en su bibliografía figuran dos libros en prosa que son en realidad de poesía, por el asunto del que se ocupan y por la escritura que los caracteriza. Me refiero a El cuenco de la mano y La creación del sentido.
Con una obra así de extensa y, lo que más importa, de una sostenida y excelente calidad, cualquiera podría pensar que estamos ante un poeta canónico, de los reincidentes en las antologías generacionales y en los manuales, sin embargo, dista de serlo salvo para un nutrido grupo, cada vez más amplio, de exigentes críticos y lectores que esperan cada una de sus entregas con auténtico fervor. Lectores, añado, que han comprendido no sólo el alcance de su obra, título a título, sino también la singularidad de su apuesta, única en rigor dentro del panorama de la poesía hispanoamericana de nuestro tiempo. La poesía de Sánchez, por muchas lecturas que incluya (no estamos ante un poeta adánico), es la de alguien que ha alcanzado una voz propia que identificamos, naturalmente, con los versos que compone.
Cuesta creer que estos se hayan tenido que imponer, libro a libro, a costa de premios y ayudas y no por la soberana decisión de un editor. Pero eso, cuando tenemos sus poemas delante, interesa muy poco y, además, acrecienta su consideración, pues se trata de galardones de prestigio (Ricardo Molina-Ciudad de Córdoba, Tiflos, Gil de Biedma, Unicaja, Extremadura a la Creación…), conseguidos limpiamente.
Pre-Textos, la acreditada casa valenciana que ya publicara su tercer libro y La creación del sentido, vuelve a apostar por él e incluye en su catálogo, y en la más bonita de sus colecciones: La Cruz del Sur, Esperando las noticias del agua, que desde el rótulo comienza a inquietar al ávido lector que se pregunta por el significado de esas misteriosas palabras. Y es que, digámoslo pronto, misterio es la palabra que mejor define lo que el libro expresa. Su autor, que ha demostrado de sobra su capacidad indagatoria y su inteligencia lectora, dice en una nota final: «Esperando las noticias del agua es un poema único compuesto por cuarenta y ocho fragmentos que, de una forma alegórica y utilizando como hilo narrativo el amor entre dos jóvenes, reflexiona sobre la entereza y la perseverancia como únicas maneras de sobrevivir al extravío ético de nuestras sociedades actuales. 
Sin apenas anclajes geográficos o temporales, el poema construye el escenario mítico de un paisaje rural en extinción para indagar en las actitudes que, a modo de resistencia activa de carácter moral, nos pueden ayudar a superar las inclemencias de una época que en muchos de sus aspectos esenciales adolece de inanición y de sequía».
No siempre el que escribe es capaz de iluminar a quien lee de esta manera. Tan elocuente, diría. Es este par de párrafos está bien definida, no sólo la intención sino también el resultado de un libro tan breve como intenso dedicado a una figura clave en su vida, y de esta obra: su mujer, Maribel. Y eso porque el amor, ya se dijo, es uno de los pilares en los que se asienta esta poética de la bondad que nunca pierde de vista ni la verdad ni la belleza.
Confiesa Sánchez que a la música de Brahms le debe una inspiración sobrevenida. Musical es, por su tono y su ritmo, esta poesía lenta que, poco a poco, se va apoderando, a medida que avanza la lectura, de los oídos de un lector que se deja llevar por su cadencia, digamos, callada. En lo visual, otro componente imprescindible, la iluminación le vino de un óleo de Millet: “Bergère avec son troupeau”.
Anoto estos detalles porque, como explicamos, el marco, lo temporal y lo espacial (aunque aquí caben más los términos intemporal e inespacial), no se explicita, queda sugerido, algo que añade misterio, de nuevo esa palabra, a los poemas. Ya en el primer canto leemos: “Pero fui yo el que estuvo / sentado junto al pozo / esperando las noticias del agua”. Desde el principio también, un ambiente bíblico, que en fondo y forma, se acerca a lo religioso, por más que no estemos ante ningún tipo de doctrina. O tal vez sí: la del humanismo, de genuino origen cristiano, que viene siendo santo y seña de la poesía moral y consciente de Basilio Sánchez desde su ópera prima.
Con sutileza, a través de un lenguaje altamente imaginativo, que a rachas parece el fruto de la más elevada inspiración (aquella que linda con la mística), alegórico en todo caso, construido con palabras comunes que remiten a conceptos metafóricos y simbólicos complejos, como luz, fuego, noche, pájaro, etc.; a seco golpe de aforismo (“El tiempo es la materia de los árboles”, “La emoción es un temblor del sentido”, “El dolor es un drenaje secreto”); en medio de un vislumbrado paisaje entre ameno y desértico, vegetal y apocalíptico, propio de cualquier fin del mundo o del inicio de una nueva era; “en los confines / de la ausencia de Dios”; entre ángeles rilkeanos (“Todos necesitamos de consuelo”); dentro de la casa del amor (“Donde un hombre y una mujer se aman / sin temor y sin cólera / siempre ha habido una casa”); dentro incluso de los muros de una ciudad concreta (el Cáceres natal de Sánchez): “La ciudad es hermosa / porque nunca dejó de ser secreta”, se obra el milagro. El de la poesía, cuál si no. De donde surge, por encima de las ruinas, “el esplendor modesto de su inmensa pobreza”, “el inmenso regalo de la vida”, “la alegría de los tristes”. Porque “todo obedece a un orden / que ignoramos, / participa de una vida secreta”. La que “nos enseña a soportar la intemperie”. Aquí, sí, “la elegancia de lo invisible”: Lo secreto que “sobrevive sin agua”.

Esperando las noticias del agua
Basilio Sánchez
Pre-Textos, Valencia, 2018.

Nota: Esta reseña se ha publicado en el número 128 de la revista TURIA.