Al hilo de sus interesantes anotaciones sobre la lectura de la última obra de Hidalgo Bayal, Paradoja del interventor, que nos viene ofreciendo en su blog Miguel Ángel Lama, me apetece anotar, desde el recuerdo, que uno conoció la cantina ferroviaria que, es un decir, sirvió de inspiración a Gonzalo para su memorable novela. Existe todavía, aunque está cerrada a cal y canto (con su puerta tapiada).
Allí estuvo el pintor Gutiérrez-Solana como queda reflejado en su libro La España negra.
Si se me permite la licencia, la lectura gana si uno puede situar al protagonista en aquel ámbito intemporal y sombrío, por más que este detalle, gracias a la legendaria solvencia narrativa de Gonzalo, no sea sino eso.
Allí estuvo el pintor Gutiérrez-Solana como queda reflejado en su libro La España negra.
Si se me permite la licencia, la lectura gana si uno puede situar al protagonista en aquel ámbito intemporal y sombrío, por más que este detalle, gracias a la legendaria solvencia narrativa de Gonzalo, no sea sino eso.