"-¿Qué significa para usted, como escritor colombiano y como responsable de una biblioteca, la figura de Jorge Luis Borges?
Es el escritor en castellano más importante del siglo veinte. Lo descubrí siendo muy joven... cuando él fue a Medellín y yo tenía dieciséis años, concretamente en 1963. Aún no era la superstar en que después se convirtió. Me tocó ir a recibirlo junto a cuatro compañeros del Colegio San Ignacio. Eramos los únicos en el aeropuerto. Lo acompañamos en taxi hasta el hotel, luego nos sentamos en un sofá a conversar. En ese momento, en Colombia, sólo se habían editado 'El Aleph' y 'Ficciones', y conocía pocos poemas suyos.
- ¿Se acuerda de algún comentario que haya hecho?
Me acuerdo de dos cosas de aquella conversación en el sofá, en la cual Borges estaba en el medio. La primera es que, con el ímpetu propio de la adolescencia, yo le empecé a marcar contradicciones en sus obras. Y él me respondió: "Defínitivamente, usted ha leído más veces mis textos de los que yo los he escrito ". Y la otra es que le pregunté, con la expectativa de que me dijese algo muy novedoso y original, cuál era la cualidad humana que más admiraba. Y él contestó que era la bondad. A mí me sorprendió, porque en ese entonces la bondad me parecía una mercancía, quizás por mi educación en un colegio de jesuitas. Y que ese monstruo me dijese que la bondad valía incluso para él, es algo que no olvidaré nunca".