A trancas y barrancas va uno leyendo este libro de mi admirado Zagajewski que publica El Acantilado. Porque el tiempo no da más de sí y porque libros así no puden leerse deprisa. Llevo cuarenta páginas y ya sé que me va a doler que se termine.
El polaco, si se me permite el exceso, es ya un amigo. Así lo siento. El poeta y, lo que es mejor, su libro. Éste y los otros suyos que ya he leído.
Tienen suerte los jóvenes poetas que ahora se están formando de toparse con este sabio de Lvov. También tuvimos maestros, es cierto, pero no estaba entre ellos el autor de En la belleza ajena. Con gran oportunidad nos recuerda una frase de otro poeta admirable, Philippe Jaccottet: "Il n'est pa de poésie sans hauteur". Y es verdad: no hay poesía sin altura. Por eso la de buena parte de mi generación es tan bajita.
El polaco, si se me permite el exceso, es ya un amigo. Así lo siento. El poeta y, lo que es mejor, su libro. Éste y los otros suyos que ya he leído.
Tienen suerte los jóvenes poetas que ahora se están formando de toparse con este sabio de Lvov. También tuvimos maestros, es cierto, pero no estaba entre ellos el autor de En la belleza ajena. Con gran oportunidad nos recuerda una frase de otro poeta admirable, Philippe Jaccottet: "Il n'est pa de poésie sans hauteur". Y es verdad: no hay poesía sin altura. Por eso la de buena parte de mi generación es tan bajita.