Más de lo mismo. Se levanta un inocente revuelo en la prensa nacional por culpa de Umbral. No porque haya vuelto a decir una de esas frases que tan bien le definen (la que le soltó a la Milá a propósito de su silenciado libro en plan granhermano avant la lettre o aquella otra de que "Marte es una especie de Extremadura, pero sin cabras"), sino por haber criticado, más que elogiado, la novela de María de la Pau Janer, ganadora del Planeta. (Por cierto, al final van a conseguir que hablemos más de la cuenta de un libro que, según todos los indicios, sólo merecería el silencio.)
Hay una ya larga tradición de presentadores que atacan el libro presentado delante de las narices del estupefacto autor. Todo es criticable, sobre todo en literatura. Eso sí, de aceptar, deberían los mencionados introductores limitarse a cantar las alabanzas del autor y de la obra, en ese orden, y guardarse para otra ocasión los reproches. Eso siempre que los susodichos, doblados casi siempre de escritores, puedan guardarse un ratito su crecido ego en el bolsillo. Lo que no es nada fácil.
Hay una ya larga tradición de presentadores que atacan el libro presentado delante de las narices del estupefacto autor. Todo es criticable, sobre todo en literatura. Eso sí, de aceptar, deberían los mencionados introductores limitarse a cantar las alabanzas del autor y de la obra, en ese orden, y guardarse para otra ocasión los reproches. Eso siempre que los susodichos, doblados casi siempre de escritores, puedan guardarse un ratito su crecido ego en el bolsillo. Lo que no es nada fácil.