5.1.06

La entrevista perfecta

La clave de toda entrevista es el tipo de conexión psicológica que se establece entre las partes ya que en palabras de Salvador Pániker, "todo entrevistado queda reducido a los límites mentales de su entrevistador". El caso más exagerado de entrevista empática es la que Truman Capote realizó a Marlon Brando en 1956 bajo el título ´El duque en sus dominios´. Capote emborrachó al actor y le contó su vida y su triste infancia hasta conseguir que Brando le abriera a su vez su corazón y hablara, entre otras cosas, de su madre alcohólica. Brando montó en cólera cuando vio el texto impreso porque no había autorizado a Capote a recoger estas confidencias. Un texto excepcional, pero éticamente reprobable, ya que es fruto de un abuso de confianza. Dentro de un margen más profesional, y en el terreno escrito, hay varios tipos de "entrevista perfecta". El primero se da cuando un buen entrevistador plantea preguntas que le preocupan a él de forma personal. Eso imprime a la entrevista tensión y viveza. Así ocurre con las realizadas por el propio Pániker con intelectuales y políticos en los años 60 y recogidas en sus libros de ´Conversaciones´ en Catalunya y en Madrid. El entrevistador se autoerige al nivel del entrevistado. El segundo tipo aspira a todo lo contrario: el entrevistador se ha documentado a fondo y lo que pretende es formular las preguntas correctas para que el entrevistado formule con la máxima fluidez sus verdades y conocimientos. El mejor ejemplo se halla en el libro de Guy Sorman ´Los verdaderos pensadores de nuestro tiempo´. Un modelo peculiar es el de la entrevista adversa, en que el entrevistado adopta una posición abiertamente crítica frente al entrevistado. La pregunta es ¿por qué alguien va a someterse a semejante trato? Una respuesta la tenemos en los años de la Transición, cuando figuras que venían del franquismo aceptaban entrevistas que sabían adversas para adquirir legitimidad, y eso dio pie a textos memorables de Rosa Montero o del tándem Ramoneda/ Martí Gómez. Hoy abunda el modelo de entrevista en serie o promocional, en la que funciona el modelo cínico que acuñó Norman Mailer. "A los periodistas -aconsejaba a una amiga- nunca les contestes; te pregunten lo que te pregunten, tú has de explicarles lo que tú quieres que se publique. Sobre todo, dales un buen titular. La frase-titular pronúnciala despacito, para que puedan apuntarla. A los que van con casette cuéntaselo todo en los diez primeros minutos, el resto nunca tienen tiempo de transcribirlo". Dar la vuelta a este planteamiento exige del entrevistador el esfuerzo más perfecto.

© SERGIO VILA-SANJUÁN - Cultura/s. La Vanguardia, 04/01/2006