26.11.06

Zafra y Jerez

A través del viento y de la lluvia -¡menudo temporal!-, Yolanda, Alberto y yo bajamos el viernes a Zafra. Cualquier excusa es buena para acercarse allí, aunque el coche pareciera esa tarde una coctelera. Ésta bien lo merecía. Adolfo García Ortega leía poemas de su último libro, Te adoro Kafka, en el Seminario Humanístico y uno era el encargado de presentar al vallisoletano.
Lo mejor de estas cosas es el reencuentro con los amigos. Por eso fue un placer volver a ver a zafrenses ilustres como el jubilado Benito Estrella y conversar durante la cena, bajo los truenos y los relámpagos, con Adolfo, Luciano y Rosi, Josemari y Eva.
La mañana del sábado fue para Jerez de los Caballeros. Esta vez la visita fue todo lo prolija que esa hermosa ciudad de torres se merece.
Mira que el académico lo tenía fácil con un lugar así; sin embargo, sólo ha sido capaz de producir abundante cháchara retórica envasada en cajas de literatura barata. Nada más lejos del espíritu de ese enclave templario.
Fue una pena, en fin, que nos faltara el sol.