Creo que Prosas apátridas de Julio Ramón Ribeyro es un libro para ser leído con calma, a sorbos lentos. En su aparente ligereza fragmentaria hay, según creo, bastante densidad. Luego está esa vieja historia común a tantos lectores: al leerlo despacio, el libro dura más. A mí, sin ir más lejos, me da mucha pena que cada vez me queden menos páginas por delante. La mejor señal de que uno ha hecho una lectura provechosa es la cantidad de frases que he ido subrayando y las no pocas anotaciones que han ido quedando en los márgenes. Este es uno de esos libros que siempre tendrá un hueco en mi biblioteca. No es poco.