22.5.08

Campo de amapolas blancas

Relee uno Campo de amapolas blancas, de Gonzalo Hidalgo Bayal y, por una vez, no puede recurrir al socorrido aforismo de JR, aquél de que "en edición diferente, los libros dicen cosas distintas", que tanto le gusta recordar a Trapiello. La primera edición de esta novela corta era (es) tan hermosa (o más) que la flamante de Tusquets que vuelve a recuperar un clásico de GHB, un gesto (literarios) que les honra. Lo que sí admito es que la lectura ha sido otra. Cada relectura lo es. Uno es ahora más mayor y disfruta con más intensidad de esta prosa incomparable (y no aludo al tópico) y sufre también más por el trasunto del relato, al hilo del lema de H, que el personaje toma de Camus (de su Calígula): "los hombres mueren y no son felices".
Sin haber salido (casi) nunca de Murania, vuelve uno a vislumbrar, a orillas del río Murtes, la ciudad de su infancia. La de la juventud perdida de H y sus amigos. La inolvidable de Gonzalo.