Esta mañana hemos presentado en Cáceres el séptimo volumen de la Biblioteca de Barcarrota: La Lengua, de Erasmo de Rotterdam. La Editora Regional decidió hace más de diez años poner en manos de los lectores esos libros emparedados que la Junta de Extremadura adquirió en 1995 y que ahora están depositados en la Biblioteca Regional. Además del director general de Promoción, nos han acompañado los tres responsables de su edición: los catedráticos de Filología Latina de la Universidad de Extremadura César Chaparro y Luis Merino, así como el profesor titular de la misma asignatura Manuel Mañas. El primero se ha encargado de la introducción general y de la traducción del ingenioso opúsculo de Plutarco, Sobre la mala vergüenza, que Erasmo añadió a su ensayo. Los otros especialistas se han ocupado de la traducción del libro y de las notas (que en una obra de esta complejidad son muchas y muy necesarias). Hoy las emisoras de radio y las televisiones y mañana los periódicos darán cuenta de lo dicho allí. Uno se ha limitado a cerrar el acto con un recuerdo a Fernando Pérez, porque su última intervención pública tuvo lugar en la presentación de otro volumen de esta prestigiosa Biblioteca, el Alborayque, que editó, por cierto, Dwayne E. Carpenter, profesor del Boston College. Lo digo, como quien no quiere la cosa, porque es una satisfacción que en este caso -y no es la primera vez- los responsables sean profesores de nuestra universidad. En esto siempre se ha buscado a los más capacitados y, más allá, que el trabajo se realice en los plazos precisos. Sin prisas pero sin pausas. Soy el primer interesado, junto al resto del equipo de la Editora, en terminar la tarea que empezó Fernando; esto es, tener en las librerías y en las bibliotecas los diez libros y el manuscrito que forman ese fondo mítico.
He añadido, como lector de a pie, que el texto del grandísimo humanista es una delicia y muy recomendable, si se me permite el comentario, para escritores, periodistas, políticos... No en vano lo que a Erasmo le preocupaba es cómo la lengua, "veneno letal" y "medicina salutífera", puede dar en inútil verborrea o en bendito silencio. En la lengua, dice él, reside lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros. En fin, una reflexión tan de ayer como de hoy mismo a la que beneficia no poco la ajustada y fiel traducción de Chaparro, Merino y Mañas.
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