Mi primer destino como funcionario de carrera (se decía así) fue en el Colegio Público "Alfonso VIII" de Plasencia. De eso hace veinticuatro años. Fui para cubrir una baja que se esperaba de larga duración y estuve allí apenas un trimestre. Vuelve uno ahora a ese centro educativo (tras un curso de paso) como "definitivo" y, si las cosas no se tuercen o me toca la lotería, ahí me jubilaré.
En ese colegio, por cierto, estudiaron la Primaria mis dos hijos y a su AMPA pertenecimos su madre y yo.
En ese colegio, por cierto, estudiaron la Primaria mis dos hijos y a su AMPA pertenecimos su madre y yo.
Es fácil suponer que uno está muy unido al "Alfonso", como vulgarmente se le ha llamado siempre. Por eso he elegido quedarme. Buenas compañeras y compañeros (por una vez hago el enojoso distingo) y un equipo directivo eficiente. En consecuencia, una buena atmósfera de trabajo. Además, está a cinco minutos andando de mi casa, que para un judío errante como yo, no es poco. De 1986 a 2008 cogí el coche cada día laborable para ir a la tarea.
Si uno ha podido pedir ese centro, puntos y edad aparte, es porque varios maestros se han jubilado. Uno de ellos, que representa muy bien a la excelente estirpe de educadores que ha tenido y tiene esta ciudad, Pedro Jiménez, me decía que cuando le preguntaban quién iba a sustituirle contestaba: Álvaro Valverde. Adelantaba acontecimientos, es verdad, pero al final se ha salido con la suya. Daré clases a sus alumnos de 5º, este curso ya en 6º. Le dije en aquel momento cordial que me sentía muy honrado de ser su sustituto y halagado por que me considerara un digno sucesor suyo. Me lo ha puesto difícil. Es mi sino.
En el pasado, compartimos muchas mañanas de sábado hojeando libros en la vieja librería Cervantes. Nos saludábamos al llegar y al salir. Sí, don Pedro -como le llama mi hijo- ha sido y es un gran lector, algo que ha favorecido la sintonía.
Ahora, ya mismo, con permiso de la gripe A, me esperan unos meses intensos por delante. Espero que un poquito menos enérgicos que los del curso pasado. Siquiera por cincuentón.
Si uno ha podido pedir ese centro, puntos y edad aparte, es porque varios maestros se han jubilado. Uno de ellos, que representa muy bien a la excelente estirpe de educadores que ha tenido y tiene esta ciudad, Pedro Jiménez, me decía que cuando le preguntaban quién iba a sustituirle contestaba: Álvaro Valverde. Adelantaba acontecimientos, es verdad, pero al final se ha salido con la suya. Daré clases a sus alumnos de 5º, este curso ya en 6º. Le dije en aquel momento cordial que me sentía muy honrado de ser su sustituto y halagado por que me considerara un digno sucesor suyo. Me lo ha puesto difícil. Es mi sino.
En el pasado, compartimos muchas mañanas de sábado hojeando libros en la vieja librería Cervantes. Nos saludábamos al llegar y al salir. Sí, don Pedro -como le llama mi hijo- ha sido y es un gran lector, algo que ha favorecido la sintonía.
Ahora, ya mismo, con permiso de la gripe A, me esperan unos meses intensos por delante. Espero que un poquito menos enérgicos que los del curso pasado. Siquiera por cincuentón.