Lleva uno tiempo dándole vueltas al asunto de la relación entre la poesía y la tristeza. Lo dijo perfectamente W. Stevens: la poesía es una forma de la melancolía. Por eso me ha parecido tan pertinente el comentario de Julio M. Mesanza publicado con ese mismo título, "poesía y tristeza", en su blog. Como bien dice, ni el poeta ni el poema tiene por qué ser tristes para que el lector sienta tristeza al leerlo.
Anoté este verano en el cuaderno: "Sí, hay personas tristes. Uno seguramente es triste. Tiendo a la tristeza. A la melancolía, que queda mejor. Sí, también entre los poetas -en la poesía- hay una estirpe triste. Manrique y Vallejo son dos ejemplos entre muchos. Puede que todo sea, en fin, una simple cuestión de carácter. Y, por eso, de destino".
Dos días antes había cumplido cincuenta años.
Anoté este verano en el cuaderno: "Sí, hay personas tristes. Uno seguramente es triste. Tiendo a la tristeza. A la melancolía, que queda mejor. Sí, también entre los poetas -en la poesía- hay una estirpe triste. Manrique y Vallejo son dos ejemplos entre muchos. Puede que todo sea, en fin, una simple cuestión de carácter. Y, por eso, de destino".
Dos días antes había cumplido cincuenta años.