3.3.10

Ceronetti

No siempre las lecturas de Vila-Matas le interesan a uno. Confieso mi devoción por alguno de sus autores de cabecera -Walser, por ejemplo-, pero otros, ya digo, ni siquiera los he leído. Esta vez, sin embargo, me dejé llevar y, después de leer en El País su artículo "Ceronetti en persona", pedí de inmediato al librero su Pequeño infierno turinés. A punto de terminar el delgado volumen publicado por Días Contados en tirada reducida de 500 ejemplares numerados (el mío es el 411), puedo afirmar que el libro lo merece. También yo estoy deseando leer El silencio del cuerpo, en traducción de J. A. González Sáinz, que Acantilado editó hace un tiempo.
Entre lo mucho subrayado, una frase que a uno le parece de Gonzalo Hidalgo Bayal: "en la leve ebriedad preanestésica". Nada, cosas mías.