Esta mañana he entregado las notas a mis alumnos de 6º. Me da mucha pena dejar a ese grupo. Ha sidos unos meses estupendos con ellos. Por eso se me han pasado volando. A este grupo y al otro, al que también he dado clases de Lengua y donde he tenido alumnos (sobre todo alumnas) excepcionales. En fin. Les he hablado algo emocionado (uno no acaba de acostumbrarse) antes de darles el sobre con el resultado de su esfuerzo. Saben bien que les espera otro mundo. El de la Secundaria lo es. Dejan la escuela. Y a los maestros. Hoy lo he sentido más que nunca. Ignoraba entonces que tenían preparada una sorpresa. Me han regalado un elegante bolígrafo Pierre Cardin. En el estuche han grabado: "A Álvaro Valverde. Con cariño. Curso 6º B. 2010". He tragado saliva. Además, unos folios con una dedicatoria manuscrita de cada uno. Para entonces... Las he leído en voz alta y... Han puesto al frente una cita de H. B. Adams: "Un profesor (y un escritor) trabaja para la eternidad: nadie puede predecir dónde acabará su influencia". Excesiva, sí, pero bonita. Releo ahora de nuevo las palabras de mis alumnos (bien escritas, sin faltas de ortografía) y casi se me saltan las lágrimas. Momentos así justifican la vida. La de verdad, la única. Gracias.