17.8.10

De vuelta

A casa, a la rutina. Esta mañana en vez de ir caminando descalzo por la playa, desde el Roqueo a Río Salado, o, en zapatillas de deporte, hasta la Fuente del Gallo y las calles de la colonia de bonitos chalets que la rodean, lo he hecho por mi ruta acostumbrada, alrededor de las murallas de mi mundo. (Por cierto, en la frescura del Paseo de los Tristes me he encontrado con mi compañero J., muy recuperado de su compleja operación. Hacía meses que no nos veíamos. Una alegría.)
Mientras paseaba iba recordando los días en Conil. Los baños en el mar (mañana y tarde), los ratos de lectura (de los que daré cuenta luego), el habitual callejeo por Cádiz (tórrida ese día, pero cada vez más hermosa), las conversaciones con los amigos de allí (cada vez más cercanos), las celebraciones (aniversario de boda, cumpleaños), el paseo y la charla con el poeta Fermín Herrero (que acabó en una terracita de la Puerta de Cádiz) ...
El pueblo ha ganado en tranquilidad desde que el ayuntamiento decidiera acabar con la famosa carpa de Los Bateles y el consiguiente botellón. La gente veía en Callejeros el famoso ambiente nocturno de Conil y te preguntaban alarmados: ¿y allí veraneas? La verdad es a nosotros nunca nos afectó esa movida. Vivimos al margen, lejos del centro del pueblo, con horarios y usos diferentes. Con todo, ya digo, magnífica decisión. El ruido y la furia no le hacían justicia a un lugar tan tranquilo. No había mañana que no contemplara con asombro, desde la desembocadura de Río Salado, el perfil árabe y blanco de Conil, cuando amanece. Pecellín, que de esto sí sabe, destacaba hace poco la ejemplar conservación de su perfil urbano. Bueno, si entramos en detalles, no me ha gustado nada esa fuente que han colocado en la plaza de la Puerta de la Villa. Ha perdido, ay, su antiguo aire siciliano, tan melancólico.
Un par de días con levante (que no pueden asustar a ningún placentino) y más de un mosquito impertinente han sido todo lo negativo de estos quince días en un pequeño (y aireado) rincón del Paraíso. Que vuelvan.