20.10.10

El poeta Aramburu

Nuria Azancot.- ¿Conoce la nueva poesía española? ¿qué y a quiénes lee, qué autores españoles, jóvenes o no, y qué tendencias le interesan? ¿qué relación tiene con ellos, busca sus libros cuando viene a Madrid, se los recomiendan sus amigos...?
Fernando Aramburu.- Seré sincero. Conozco bien los libros de poemas que publica Tusquets. ¿Cómo citar autores actuales de mi gusto sin hacer publicidad de mi editorial? Hay muy buenos escritores de poesía actualmente en España. Poetas, en cambio, hay bastantes menos. No sé si me hago entender.   
Este diálogo forma parte de una entrevista publicada en El Cultural donde se da noticia de la aparición de una antología, Yo quisiera llover (Demipage) -con prólogo de Juan Manuel Díaz de Guereñu, profesor en Deusto-, que reúne poemas del escritor vasco afincado en Alemania, escritos entre 1977 y 2005. 
En 1985, Aramburu escribió: "La sintaxis soy yo", cuatro palabras que resumen a la perfección su poética (la de la modernidad, Flaubert mediante), algo que se nota especialmente en la primera parte de su obra, la que coincide con su militancia en el Grupo CLOC de Arte y Desarte. Allí, la libertad y la imaginación, el juego con las palabras (siempre tan peligroso) superan cualquier rótulo al uso; surrealismo, por ejemplo. Con todo, en "Bocas de litoral", la penúltima parte de la muestra, que agrupa un puñado de poemas escritos entre 1986 y 1990, y otros tantos que, ya en la última, van de ese año hasta 2005, es donde este lector ha encontrado lo más sugerente del conjunto, lo más cercano a uno, que, por supuesto, me niego a calificar como "lo mejor". Que esa aventura poética terminara -o no, ya veremos- no significa que no fuera pertinente o significativa. Del mismo modo que hay muchos poetas jóvenes que, como ha dicho con ironía el amigo hispanista de Jordi Doce, quieren ser novelistas, hay novelistas a los que nada les hubiera gustado más que seguir siendo poetas. No pasa nada: quien lo fue una vez lo seguirá siendo, por pocos poemas que lograra pergeñar. Es el caso, o eso creo, de Aramburu. Quizá todo estribe en esta frase escrita por él en 1990, cuando ponderaba el libro La destrucción o el amor, de Vicente Aleixandre: "Yo, con todos mis respetos, creo que hoy por hoy la poesía prefiere que la exprese cierto género de prosistas". A eso fue y ahí sigue, varias novelas y relatos después.  
Estoy a favor de este rescate. No es arqueología. Ni carne de tesinandos. Es poesía. Sólo eso. Ni más ni menos. También o además, como él me ha dejado escrito en la amable dedicatoria de su antología, "muestra testimonial de aquella vocación poética que dio sentido a un tramo intenso y no corto de mis días".