Desde que uno tuvo ocasión de leerlo (gracias a editores de cuerpo entero como los de Pre-Textos y Acantilado), no he dejado de mostrar mi fervor (una palabra muy suya) por los libros de Adam Zagajewski. En eso al menos no estoy solo. He terminado Solidaridad y soledad y también me ha gustado. Por muy apegado a la realidad polaca que esté. "En esta obra, mi búsqueda adoptó la forma de una apología de algo que definí a la antigua usanza como vida espiritual, individualidad, soledad y poesía".
Copio uno de los párrafos que uno ha subrayado: "Por eso creo que, después del fin del mundo, hay que vivir como si no hubiera pasado nada. Naturalmente, es preciso recordar lo que ha ocurrido y pensar en lo que ocurrirá, pero, así y todo, hay que vivir como si no hubiera pasado nada. Dar largos paseos, Contemplar las puestas de sol. Creer en Dios. Leer poesías. Escribir poesías. Escuchar música. Ayudar al prójimo. Hacer la pascua a los tiranos. Alegrarse del amor y llorar la muerte. Como si no hubiera pasado nada".
Zagajewski presenta, precisamente, el imponente libro de otro escritor polaco: Mi siglo, de Aleksander Wat, que ya he empezado a leer. "El autor no es un político -dice Wat de sí mismo-, es decir, no hace historia. Ni tampoco es historiador, es decir, no describe hechos históricos. Es poeta, y cuando dice esto no se refiere al hecho de componer poemas, algo que en sí mismo probablemente no le interese a nadie, sino a una manera muy peculiar de experimentar vivencias y, por lo tanto, el flujo de la Historia. Relaciona los fenómenos, los hechos y las cosas de un modo particular y se expresa de un modo particular".
1.072 páginas después, les contaré algo más de estas "confesiones (a Czeslaw Milosz) de un intelectual europeo". Prometen.
Copio uno de los párrafos que uno ha subrayado: "Por eso creo que, después del fin del mundo, hay que vivir como si no hubiera pasado nada. Naturalmente, es preciso recordar lo que ha ocurrido y pensar en lo que ocurrirá, pero, así y todo, hay que vivir como si no hubiera pasado nada. Dar largos paseos, Contemplar las puestas de sol. Creer en Dios. Leer poesías. Escribir poesías. Escuchar música. Ayudar al prójimo. Hacer la pascua a los tiranos. Alegrarse del amor y llorar la muerte. Como si no hubiera pasado nada".
Zagajewski presenta, precisamente, el imponente libro de otro escritor polaco: Mi siglo, de Aleksander Wat, que ya he empezado a leer. "El autor no es un político -dice Wat de sí mismo-, es decir, no hace historia. Ni tampoco es historiador, es decir, no describe hechos históricos. Es poeta, y cuando dice esto no se refiere al hecho de componer poemas, algo que en sí mismo probablemente no le interese a nadie, sino a una manera muy peculiar de experimentar vivencias y, por lo tanto, el flujo de la Historia. Relaciona los fenómenos, los hechos y las cosas de un modo particular y se expresa de un modo particular".
1.072 páginas después, les contaré algo más de estas "confesiones (a Czeslaw Milosz) de un intelectual europeo". Prometen.