No sólo para uno, por lo que cuenta Óscar Hahn en el calculado prólogo a su Poesía Completa que se acaba de publicar en la colección Biblioteca Sibila. Precisamente en la homónima revista de Marset, lo descubrí.
Este poeta nicaragüense nació en Granada en 1914, el mismo año que Octavio Paz y Nicanor Parra, y murió, a los treinta y dos años, en Managua. Una corta vida entre dos guerras mundiales y sin apenas tiempo de desarrollar una vocación tan firme como prematura. Es inútil preguntarse dónde habría podido llegar de no haber muerto tan joven. Hahn compara esa triste circunstancia con Paz y Parra para constatar que las mejores obras de estos no su hubieran escrito si también se hubieran ido a destiempo. Lo que sí importa, y por eso se rescata casi del olvido (al menos en este lado del charco), es su poesía. Completa y todo, ocupa apenas 180 páginas. Breve suma fue el oportuno título que adelantó Pasos para sus versos reunidos. Una poesía vanguardista, muy de su época, divertida, heterodoxa, juguetona, palabrera (en el mejor sentido). Veloz, como su propia existencia. La de alguien que admiró a Huidobro y al Diego creacionista. De un cosmopolita que no viajó, pero que fue tan lejos como su imaginación y sus lecturas le dejaron; es decir, mucho.
A diferencia de lo que ocurrió en ediciones anteriores (la del Fondo de Cultura Económica, por ejemplo, del 62), Hahn abre con el poemas más famoso de Pasos: "Canto de guerra de las cosas". El que comienza: "Cuando lleguéis a viejos, respetaréis la piedra, / si es que llegáis a viejos, / si es que entonces quedó alguna piedra". Y tiene versos certeros como estos: " Por un descuido me comí la espuma, / perdonadme, que vengo enamorado" o "Todos los ruidos del mundo forman un gran silencio".
No es poeta, con todo, de un poema único, por extenso que sea, ni por excelente. Quien bucee en este libro encontrará algún tesoro, seguro, y tal vez alguna nueva pista acerca del porqué de un país tan pequeño como Nicaragüa han salido tantos y tan buenos poetas.
Este poeta nicaragüense nació en Granada en 1914, el mismo año que Octavio Paz y Nicanor Parra, y murió, a los treinta y dos años, en Managua. Una corta vida entre dos guerras mundiales y sin apenas tiempo de desarrollar una vocación tan firme como prematura. Es inútil preguntarse dónde habría podido llegar de no haber muerto tan joven. Hahn compara esa triste circunstancia con Paz y Parra para constatar que las mejores obras de estos no su hubieran escrito si también se hubieran ido a destiempo. Lo que sí importa, y por eso se rescata casi del olvido (al menos en este lado del charco), es su poesía. Completa y todo, ocupa apenas 180 páginas. Breve suma fue el oportuno título que adelantó Pasos para sus versos reunidos. Una poesía vanguardista, muy de su época, divertida, heterodoxa, juguetona, palabrera (en el mejor sentido). Veloz, como su propia existencia. La de alguien que admiró a Huidobro y al Diego creacionista. De un cosmopolita que no viajó, pero que fue tan lejos como su imaginación y sus lecturas le dejaron; es decir, mucho.
A diferencia de lo que ocurrió en ediciones anteriores (la del Fondo de Cultura Económica, por ejemplo, del 62), Hahn abre con el poemas más famoso de Pasos: "Canto de guerra de las cosas". El que comienza: "Cuando lleguéis a viejos, respetaréis la piedra, / si es que llegáis a viejos, / si es que entonces quedó alguna piedra". Y tiene versos certeros como estos: " Por un descuido me comí la espuma, / perdonadme, que vengo enamorado" o "Todos los ruidos del mundo forman un gran silencio".
No es poeta, con todo, de un poema único, por extenso que sea, ni por excelente. Quien bucee en este libro encontrará algún tesoro, seguro, y tal vez alguna nueva pista acerca del porqué de un país tan pequeño como Nicaragüa han salido tantos y tan buenos poetas.