11.2.11

De política local (Pizarro)

En la presentación de la novela araciana había más políticos. Fernando Pizarro, por ejemplo, que estuvo sentado en la discreta segunda fila, llegó puntual y se fue cuando acabó todo aquello. Es el número uno de la candidatura del PP a la alcaldía de Plasencia. Ni es un novato en política ni un advenedizo o un oportunista en lo que a la cultura se refiere. Siendo concejal de educación (con el antiDover José Luis Díaz) puso en marcha la Universidad Popular; algo muy de izquierdas que la de aquí, tan poco culta, no llegó a fundar. Sucedió hace años a Pepe Neria en la dirección del coro Ars Nova. Es maestro y su especialidad, claro, la música. Se le critica que se lleve bien con casi todos y, sí, es un poco zalamero y detallista, que es lo que otros y otras le alaban. Sus formas, hasta ahora, han sido impecables, lo que dice bastante de su talante democrático. Ejerce a ratos de dandy (sus gafas blancas fueron muy comentadas) y, por eso, es elegante a su manera, que no es el estilo que suele gastarse en estas ciudades amuralladas y provincianas.
Una vez escribí a propósito de una concejala del PP que podría llegar a ser una buena alcaldesa. Aunque alcanzó a postularse como tal (con su partido ya roto y con otro creado por ella misma), naufragó en el intento. Seguro que mi opinión, visto lo visto, estaba equivocada. La política, como bien se sabe, no es lo mío. Ahora, sin tener en cuenta el partido al que pertenece (al que uno nunca ha votado) ni la lista que le acompañará (lo que en el ámbito local es casi todo), me atrevo a decir, a riesgo de confundirme, que Fernando Pizarro podría ser, con mi voto o sin él, un buen alcalde. Ya nos toca.