Ayer recogía del buzón un lujoso folleto que ha editado el ayuntamiento de mi pueblo donde se glosan todos los logros de la legislatura que termina. Ni que pagara Marca Extremadura. Todo es color y éxito, acordes con el papel cuché del voluminoso impreso. Después de pensarme dos veces si esa ciudad era la mía, mi sensación ha sido de rabia. Que una corporación municipal endeudada (por no decir arruinada) se gaste el dineral que ésta se ha gastado en distribuir esta triunfal propaganda (pagada entre todos) me parece indecente. Si fuera el partido... Más en los tiempos que corren (poco, por desgracia) y después de haber consensuado, tirios y troyanos, que íbamos a dejar de una santa vez el despilfarro a un lado. Si esto no lo es, que venga la ministra Salgado y lo vea. Obras no inauguradas y otras que mejor no haber emprendido se disputan espacio con algunas realmente dignas y, cómo no, con la imagen reincidente de la fotogénica alcaldesa, nuestra obra mayor a juzgar por el número de apariciones. Por presumir, hasta se hace alarde de una de nuestras más penosas evidencias: la entrada desde Cáceres; esto es, la Avenida de Martín Palomino (rebautizada por Tino Neria como "Martín Paloschinos" por los numerosos negocios de empresarios orientales allí situados).
La oposición se quejará, como es lógico, y los ciudadanos se callarán, como suelen o solemos, pero nada me quita ya de la cabeza que esta desvergüenza, para crédito de la política, se va a terminar. Más pronto que tarde. Sí o sí.
La oposición se quejará, como es lógico, y los ciudadanos se callarán, como suelen o solemos, pero nada me quita ya de la cabeza que esta desvergüenza, para crédito de la política, se va a terminar. Más pronto que tarde. Sí o sí.