Antonio Colinas es uno de los autores más completos y prolíficos de su generación, la del 70. Poeta, traductor, ensayista, biógrafo, narrador... Ha tocado casi todos los palos literarios y, además, bien. La Isla de Siltolá, que está a la que salta, acaba de publicar, en su colección Inklings de Siltolá, Nuevos ensayos en libertad, donde Colinas reúne un poco de todo: un bonito texto sobre el simbólico olivo, un viaje a Pompeya y Herculano (con su amado Leopardi al fondo), reflexiones sobre el paisaje y el despoblado territorio de su Noroeste del alma y ensayos (propiamente dichos) sobre el citado poeta de Recanati, Juan Ramón, Rilke o Pablo García Baena (con la omnipresencia de Córdoba, la ciudad donde el adolescente que fue descubrió la poesía). Añadiremos a la lista una consideración sobre el arte de traducir (en clave personal); la "Carta a un joven lector de poesía", que abre su antología Nuestra poesía en el tiempo, editada por Siruela en 2009; un hermosa meditación sobre su propio quehacer poético (siete poemas para cuatro tiempos creativos), y, por fin, el sugerente prólogo que escribió para su poesía completa.
Los lectores de Colinas encontrarán en esta nueva entrega sobradas razones para perseverar en la lealtad. Quienes no, la excusa perfecta para explorar una de las poéticas más fértiles de este tiempo.
Los lectores de Colinas encontrarán en esta nueva entrega sobradas razones para perseverar en la lealtad. Quienes no, la excusa perfecta para explorar una de las poéticas más fértiles de este tiempo.