"A. recibirá mañana dos libros. Un par de
ejemplares para seguir otorgando ejemplaridad. Ese término abstracto que
condiciona la justicia social, la naturaleza", escribía el viernes en su blog Javier Sánchez Menéndez, de La Isla de Siltolá, otro generoso editor que añadir a mi lista de ilustres y valientes que confiaron en mis libros y los publicaron en sus respectivos sellos. En efecto, ya tengo Un centro fugitivo en las manos, delante de los ojos. Ya puedo tocarlo, sí, y, cómo no, olerlo. Gustarlo, en suma. Y si leyera algún verso en voz alta, hasta oírlo.
Han sido meses de intenso trabajo para Jordi Doce, el editor literario, quien firma el prólogo (bueno, "Diré lo que me huye" es un pequeño ensayo) y ha seleccionado los poemas, y para mí, mero acompañante, el encargado de ir haciendo el acopio de los poemas que aquél me iba dictando y el autor de la breve nota final. JD, a quien nunca le agradeceré bastante su complicidad, ya ha dado cuenta en su blog de nuestra aventura.
No los he contado, pero veinticinco años de poesía, de 1984 a 2010, han dado para 208 páginas, que no son pocas. Entregamos el original el pasado 14 de febrero y el colofón dice que se terminó de imprimir en Salamanca el 23 de abril.
A otro editor quiero mencionar, Abel Feu, poeta de Ayamonte, ex alumno del Guadaira, ex futbolista, bibliófilo, a quien conocí personalmente hace unos pocos días cerca de su pueblo y quien ha cuidado la edición formal del libro. Con una profesionalidad y un esmero, por cierto, que me han resultado llamativos. No me puedo quejar de quienes atendieron esa minuciosa tarea en mis obras anteriores, todo lo contrario, pero lo de este hombre, insisto, es de nota. Mil gracias.
Quienes conocen la joven pero intensa trayectoria de Siltolá darán por descontada mi alegría. Los libros que hacen son muy bellos. Sólo falta que los lectores (un decir) también descubran dentro de Un centro fugitivo siquiera un ápice de belleza. Y, lo que es acaso más importante, de verdad. Me temo que ahí, entre líneas, se condensa la de uno.
Para el 17 de mayo está prevista, como cierre del programa municipal del Mes del Libro, una presentación en Plasencia. Jordi Doce y yo conversaremos sobre la antología y nos someteremos a las posibles preguntas de la inmensa minoría que acuda a la familiar Sala Verdugo.
Han sido meses de intenso trabajo para Jordi Doce, el editor literario, quien firma el prólogo (bueno, "Diré lo que me huye" es un pequeño ensayo) y ha seleccionado los poemas, y para mí, mero acompañante, el encargado de ir haciendo el acopio de los poemas que aquél me iba dictando y el autor de la breve nota final. JD, a quien nunca le agradeceré bastante su complicidad, ya ha dado cuenta en su blog de nuestra aventura.
No los he contado, pero veinticinco años de poesía, de 1984 a 2010, han dado para 208 páginas, que no son pocas. Entregamos el original el pasado 14 de febrero y el colofón dice que se terminó de imprimir en Salamanca el 23 de abril.
A otro editor quiero mencionar, Abel Feu, poeta de Ayamonte, ex alumno del Guadaira, ex futbolista, bibliófilo, a quien conocí personalmente hace unos pocos días cerca de su pueblo y quien ha cuidado la edición formal del libro. Con una profesionalidad y un esmero, por cierto, que me han resultado llamativos. No me puedo quejar de quienes atendieron esa minuciosa tarea en mis obras anteriores, todo lo contrario, pero lo de este hombre, insisto, es de nota. Mil gracias.
Quienes conocen la joven pero intensa trayectoria de Siltolá darán por descontada mi alegría. Los libros que hacen son muy bellos. Sólo falta que los lectores (un decir) también descubran dentro de Un centro fugitivo siquiera un ápice de belleza. Y, lo que es acaso más importante, de verdad. Me temo que ahí, entre líneas, se condensa la de uno.
Para el 17 de mayo está prevista, como cierre del programa municipal del Mes del Libro, una presentación en Plasencia. Jordi Doce y yo conversaremos sobre la antología y nos someteremos a las posibles preguntas de la inmensa minoría que acuda a la familiar Sala Verdugo.