El cantautor Pablo Guerrero acaba de publicar un nuevo libro de poemas, como el anterior en Maia ediciones y también con ilustraciones del placentino Miguel Copón. Se titula ¿No son copos de nieve? y lleva un breve prólogo de José Ignacio Eguizábal donde dice cosas tan atinadas como que "la poesía verdadera transfigura la realidad, que, paradójicamente, sigue siendo la que es pero con otra mirada" o que la poesía "afirmativa" de PG "no sabe. Anuncia y canta. Celebra". Sin duda, gracias a la poesía "aprendemos de nuevo a ver" y eso ocurre con estos poemas de PG que, sin que ni el título ni el prologuista lo avisen, se sitúan en Egipto y trazan un itinerario por aquellos exóticos parajes sin que el resultado, verso a verso, tenga nada que ver con el típico libro de viajes, de poesía o no, ni con las tópicas ocurrencias previsibles en la visita a aquellos míticos lugares del norte de África.
Desde la pura fragilidad, con una precisión destacable, PG medita más que describe y apenas permite que la geografía y sus monumentos, naturales o no, se cuelen en sus versos; llenos, por cierto, de elocuentes paréntesis. Lo hímnico, ya se dijo, prima sobre lo elegíaco. Todo es misterio, sugerencia, rumor, balbuceo. Aquí se celebra, sí, la vida. El tiempo se detiene y las palabras conjuran para siempre la inevitable presencia de la muerte.