Anna Carreras
Álvaro Valverde (Plasencia, 1959)
es uno de los nombres imprescindibles en el actual panorama poético en español.
Maestro de vocación, fundó, junto a Ángel Campos Pámpano y Diego Doncel, la
revista hispano portuguesa Espacio/Espaço
escrito.
Sus poemas están incluidos en numerosas antologías y han sido traducidos a
distintos idiomas. También es autor de dos novelas, Las murallas del mundo (Premio Extremadura
a la Creación) y Alguien
que no
existe; un libro de artículos, El lector invisible, y otro de viajes,
Lejos de
aquí.
La Isla de Siltolá ha publicado Un centro fugitivo,
una antología que reúne poemas escritos entre 1985 y 2010, en edición de Jordi Doce.
Ésta es la primera vez que se publica una antología poética mayor de su obra,
en la que el lector puede seguir ese centro que huye, en círculos concéntricos,
de un lado a otro de su poética sólida.
Valverde despierta los sentidos a
través de visiones que remiten al tránsito: crepúsculos, olas, amaneceres y amores.
Sus poemas, de verso breve o de verso narrativo, son
de lectura amena, pero desatan
enseguida la reflexión metafísica acerca de la condición humana y del
por-qué-del-ser-en-el-mundo. Esta interrogación responde a una actitud natural
ante el asombro o la perplejidad que produce lo positivo y lo negativo. En este
caso, el poeta observa lo de fuera y lo de dentro como dos partes de una misma
realidad. Más amante de la elegía que del himno, Valverde es melancólico y
escéptico: un romántico de los del XIX instalado en el siglo de la tecnología.
De ahí que su visión del tiempo sea “la imagen sucesiva del agua en su
transcurso (...) una mujer dormida con la espalda desnuda (...) la tan bella y efímera
floración del cerezo”.