UN CENTRO FUGITIVO DE
ÁLVARO VALVERDE
Antonio María Flórez
Antonio María Flórez
En uno de sus primeros poemas publicados, “Hojas de acanto y
rosas”, Álvaro Valverde plantea el núcleo germinal de su poesía, una poesía con
una voz que se ha hecho reconocible
desde sus inicios por su dicción precisa y su ritmo acompasado, por su carácter
meditativo y a veces elegíaco; y por componerse desde su Plasencia natal
(1959), un lugar que el poeta ha convertido en “territorio” y atalaya de
observación del mundo y de sí mismo.
Valverde, ganador temprano del Loewe, tal vez el premio
poético más importante de España, con Una
oculta razón (1991), desde entonces se ha convertido en uno de los autores
referenciales de su generación y una de las voces más sólidas de la poesía
española contemporánea, con libros tan solventes como A debida distancia (1993), Mecánica
terrestre (2002) o Desde fuera
(2008).
En buena hora la editorial sevillana Siltolá, en su colección
Arrecifes, acaba de publicar Un centro
fugitivo (2012), una muy completa antología en la que el autor ha cedido al
crítico Jordi Doce la potestad y la responsabilidad de seleccionar lo más
significativo de su obra de los últimos 25 años. En ella, en una sesuda nota
introductoria, Doce caracteriza y devela las claves de una poesía que ahonda en
el conocimiento del paisaje cercano, desde lo real y lo simbólico, y va desde
fuera a lo más íntimo del ser humano, y desde aquí, centrífugamente, en
círculos, “viviendo en un afuera que es
condición forzosa de ese querer ir adentro que los poemas encarnan con
obstinación”.
Heredero del más hondo linaje meditativo de Machado, Unamuno,
Cernuda y la poesía anglosajona, son reconocibles las influencias de la obra de
César Simón, María Zambrano, Francisco Brines, Aníbal Núñez, Antonio Colinas y
los “Novísimos” menos culteranos, así como de su paisano José Antonio Gabriel y
Galán. El paso del tiempo y sus estragos
en los seres y los lugares, las reflexiones sobre el sentido de la vida y la
sustancia de los sueños, sobre la metáfora del mundo y de la luz que ilumina
nuestro viaje. Un deje de melancolía, un cierto fatalismo, condicionan y
abruman, a veces, su dicción poética; no obstante, en sus últimos textos,
inéditos, se aprecia una cierta evolución hacia una poesía un tanto más
impresionista y despojada, como los dedicados a Tánger o al pintor Ortega
Muñoz.
He
aquí, pues, en nuestra opinión, uno de los libros más importantes publicados
hasta ahora este año en España, que merecen toda nuestra atención por la
calidad de una obra del todo consolidada
y por el magisterio de un poeta como Álvaro Valverde que marca una ruta
distinta y muy personal, ajena a los condicionantes mediáticos, tan propios de
la poesía española de las últimas décadas.
(Publicado en Papel Salmón, La Patria, 1 de julio de 2012)
Fotografía de A. M. Flórez. Hotel Vegas Altas de Don Benito |