La sospecha se confirma: le han excluido a uno de la lista de protocolo de la Editora Regional de Extremadura. Los recortes, ya se sabe. (Sí, Santiago, es ironía.) A partir de ahora, salvo que el autor tenga a bien enviarme su obra, no podré leerla ni, por tanto, comentar aquí tal o cual libro publicado por esa santa casa, como ha venido siendo mi costumbre. Ya expliqué lo que cuesta hacerlo como lo haría cualquiera: yendo a la librería.
Desde 1984, año en que se fundó, recibía los libros de la Editora. Los de literatura al menos. 28 años.
No pasa nada. Dejémonos de jeremiadas. A otra cosa.
Desde 1984, año en que se fundó, recibía los libros de la Editora. Los de literatura al menos. 28 años.
Ni porque los leo, ni porque los reseño, ni siquiera porque llevaba más de media vida vinculado a ella soy digno de seguir haciéndolo. No digamos por el azar de haber sido director de ese feliz invento. Bien.
A pesar de los pesares, de la diplomacia barata, de los presuntos cambios de tono y de las palabras conciliadoras, metidos en harina, todos son iguales (al menos en esto). Y claro, las listas son las listas. Sobre todo las negras. Ya se sabe: los buenos y los malos, los tirios y los troyanos. Ya estamos en otra. Sólo eso. Mucho han tardado, y bien sé por qué. O gracias a quién, mejor. Obrigado.No pasa nada. Dejémonos de jeremiadas. A otra cosa.