17.11.12

Monósticos

Jordi Doce publica Monósticos, un nuevo libro de poemas ilustrado con imágenes de Haritz Guisasola en el sello Del Centro Editores y la edición es "artesanal y única de 100 ejemplares numerados y firmados por el autor y el ilustrador, impresos en papel Fabria, en rama, en carpeta cubiertas en tela y papel estampado a mano", como explican los editores. Sí, un libro de lujo, aunque su precio no sea disparatado. El verdadero lujo, con todo, el único que a uno le importa, bibliófilo fracasado, son los poemas y estos brillan con la perfecta luz de la poesía. Sobra y basta. 
En rigor, desde 2005, desde que apareció Gran angular (DVD), Jordi Doce no publicaba un libro de poemas. Digo "en rigor" porque para muchos, entre ellos su autor, Perros en la playa (La Oficina, 2011) encierra tanta o más poesía que un libro del género, más allá del puñado de poemas que incluye.
Eduardo Moga escribía en El Ciervo: "La poesía busca la condensación. En El ABC de la lectura, Ezra Pound afirma que “la poesía (…) es la forma más concentrada de toda expresión verbal”, y relata el caso del poeta inglés Basil Bunting, que, al hojear un diccionario alemán-italiano, descubrió que la idea de la poesía como concentración era casi tan antigua como la propia lengua germana: “‘Dichten’ es el verbo alemán que se corresponde con el sustantivo ‘Dichtung’, que significa poesía”, señala el norteamericano. Los poetas se esfuerzan por adensar su dicción, no sólo eligiendo palabras de mayor masa semántica o una sintaxis que refuerce su potencia comunicativa, sino adelgazando su continente: volviéndolo enteco y robusto. El poema de un solo verso, o monóstico, fruto de esa voluntad intensificadora, se halla presente en todas las literaturas desde sus más tempranas manifestaciones". Y añade: "El monóstico stricto sensu no sólo no ha de exceder de una línea, sino que no debe introducir elementos disruptivos por medio de los espacios, la sintaxis o la puntuación: su propósito es constituir una única imagen con un único enunciado; la máxima precisión y la máxima densidad, por tanto, con un solo golpe de voz. El poema de un solo verso linda con el aforismo, y, a menudo, resulta difícil distinguirlo de él". Y matiza: "El aforismo nos brinda ideas; el monóstico, ritmos, colores, fábulas: imágenes, es decir, poesía. El aforismo acota nuestro saber: no pretende sugerir, sino afirmar; el monóstico lo expande mediante la connotación y la polisemia".
Aunque la cita sea extensa, creo que explica muy bien el alcance y el propósito del libro de JD, que, por cierto, es un poeta que escribe poemas pero también aforismos.  
Los monósticos que reúne Monósticos son 21. Salvo excepciones, tienen más de un verso (normas y literatura, ese imposible) y están ordenados de una forma curiosa: van del I al XI y de nuevo, en descenso, del X al I. 
No cabe duda de que nos encontramos ante el libro más abstracto o vanguardista (por decirlo de alguna antigua manera) de Doce. Acaso con el más hermético. La condensación tiene eso. Ese decir más con menos. Él mismo escribe irónicamente: "Decir lo justo fue siempre quedarse corto". 
Entre líneas, o entre versos, vislumbramos un cuento y a un niño. El relato comienza: "Alguien llega por el pasillo a oscuras". 
"Vida es lo que se deja interrogar", leemos. O: "Sabía ver el mundo como si no estuviera en él". O: "Si las piezas debían encajar, él no veía cómo". O: "Al otro lado del tiempo, el mundo, lo real". O: "Quieres palabras que den la hora justa". O, en fin: "Alguien, en otra noche, piensa furiosamente en ti". 
Son ejemplos elocuentes, a mi manera de leer, de por dónde transcurre este camino poético. Cada verso es en sí mismo un poema: monósticos de monósticos. Quiero decir que tienen la autonomía del poema a secas. La depuración aquí no limita; al revés, amplía los significados. 
Libro misterioso. Paradójicamente, lleno de iluminaciones, de epifanías. Escrito, eso se nota, por tanteo, sin brújula. Por eso, inspirado. Denso, por destilación, ya se dijo. Acaso hasta el extremo. Pero también liviano: nada estorba. Libro que deja al lector en suspenso. Ante un paisaje desértico. Ante el mar o ante el abismo. A sabiendas de que "Estás aquí y aquí es ninguna parte". Un libro, sí, con muchas voces y una sola historia.