Tuve hace años una áspera discusión con Pureza Canelo en el Parador de Mérida, durante la comida del jurado del premio de poesía que se celebraba allí, y todo a propósito de las casas de los poetas; algo más que meras residencias en la tierra. Me recriminaba, en mi condición de presidente de la Asociación de Escritores Extremeños, con esa pasión que ella siempre ha gastado, que Extremadura, tan atrasada, no tuviera ninguna acogida a Acamfe, esa otra asociación que las agrupa. (Ya lo está la Casa-Museo Gabriel y Galán, en Guijo de Granadilla, pero de eso hace poco.) Uno le recordaba una verdad incuestionable, o eso creo: "Somos pobres, Pureza -debí decirle-, y más los poetas. Los de aquí han vivido en pisos, y gracias. Mira Pacheco. Y cualquiera, cabría añadir por aquel entonces. No era sólo ironía. Es verdad que estaba la suya, la casa familiar de Moraleja (y sus fondos bibliográficos, antes de que fueran generosamente donados por ella a la Diputación de Cáceres). Hace poco busqué en internet alguna imagen, que creí inexistente, para ilustrar la nota sobre Oeste, un libro que no se entiende sin esa casa, y di con una página en la que se recogían varias. Mi sorpresa ha sido saber que ese edificio tan singular ya no existe. Que en octubre del pasado año fue derruido por razones familiares que no conozco, pero que puedo imaginar. Me consta que Pureza Canelo no ha podido pisar desde entonces su amada Moraleja. El duelo llevará su tiempo. Está muy afectada, y lo comprendo. Por lo demás, destruida o no, esa casa, y su espíritu, permanece en sus versos. Y contra eso, ¿quién puede?