OFFICE HOURS
Para Andrés González y Carlos Yushimito
Para llegar aquí partimos: este momento
en que levanto el lápiz del papel y me detengo
pensando sin querer en estos versos,
los pasos que a esta zona me han traído.
Desconozco coordenadas y parámetros,
así que no podrá pedir ayuda
y sé que, si me pierdo,
nadie me echará nunca de menos:
no se extrañan las palabras nunca escritas,
las que quedan en el alma del grafito,
en el ser agarrotado de las teclas
que no quieren ser pulsadas por mis dedos.
Buscaron siempre otros, me doy cuenta,
y miro hacia mis manos indefensas:
esas que tanto placer me dieron
y tanto se empeñaron siempre en dar.
Las que ensucian el papel son las que quedan,
las que tejen la maroma que me tiene
esperando terco y necio en este puerto.
Las que muestran a las claras mi bandera
si decides que hoy también me quedo en tierra.
Para llegar aquí no hubo camino,
no hubo planes o estrategias. No hubo nada.
Solo está mi lapicero, con su peso,
evitando que la mesa eche a volar.
Hoy comí en el campus, saludé y me saludaron,
hablé con Carlos, Andrés subía la escalera.
Dejé en la biblioteca algunos libros.
Y a su hora como dice mi contrato di mis clases,
expliqué a los estudiantes el futuro:
qué sencillo conjugarlo y qué complejo
saber lo que nos tiene reservado.
en que levanto el lápiz del papel y me detengo
pensando sin querer en estos versos,
los pasos que a esta zona me han traído.
Desconozco coordenadas y parámetros,
así que no podrá pedir ayuda
y sé que, si me pierdo,
nadie me echará nunca de menos:
no se extrañan las palabras nunca escritas,
las que quedan en el alma del grafito,
en el ser agarrotado de las teclas
que no quieren ser pulsadas por mis dedos.
Buscaron siempre otros, me doy cuenta,
y miro hacia mis manos indefensas:
esas que tanto placer me dieron
y tanto se empeñaron siempre en dar.
Las que ensucian el papel son las que quedan,
las que tejen la maroma que me tiene
esperando terco y necio en este puerto.
Las que muestran a las claras mi bandera
si decides que hoy también me quedo en tierra.
Para llegar aquí no hubo camino,
no hubo planes o estrategias. No hubo nada.
Solo está mi lapicero, con su peso,
evitando que la mesa eche a volar.
Hoy comí en el campus, saludé y me saludaron,
hablé con Carlos, Andrés subía la escalera.
Dejé en la biblioteca algunos libros.
Y a su hora como dice mi contrato di mis clases,
expliqué a los estudiantes el futuro:
qué sencillo conjugarlo y qué complejo
saber lo que nos tiene reservado.