Doy fe del disgusto de GHB al caer en la cuenta, y por azarosa culpa mía, de la errata que aparecía en la cita o epígrafe inicial de su último libro, La sed de sal. De Lucrecio. Con el latín que se sabe en esa casa. Lo cuenta, y con qué gracia (y con qué detalle y con qué pena) en su blog: "Propterea".