16.6.14

Años diez

Años diez es el sugerente título elegido por los poetas y traductores Juan Carlos Reche y Abraham Gragera para la nueva revista que dirigen y que saldrá cada seis meses publicada por la editorial granadina Cuadernos del Vigía.
Tras la aparición de la sevillana Estación Poesía, nos alegra que alguien siga defendiendo la necesidad de revistas impresas, con formato y distribución tradicional, como Reche y Gragera explican. Quieren que el suyo sea un "nicho" (en eso han/hemos convertido la poesía), sí, pero "digno y oportuno"
Tiene como objetivo "ser un lugar de reflexión sobre el estado de la poesía y las poéticas de la segunda década del siglo XXI, así como recuperar algunas voces y poéticas poco difundidas, además de documentos que puedan abrir una nueva línea de investigación, en detrimento de una crítica literaria anquilosada en el formato reseña." Como se ve, pican alto, y esa ambición es digna de elogio. Para más de lo mismo ya están otros. Pero mejor que cualquier declaración de intenciones es el índice del número 0.
Para empezar, presentan a dos poetas en inglés: J. H. Prynne y Sandra McPherson, a quienes traducen, respectivamente, Mario Jurado (que inaugura, más adelante, la sección "La poética del traductor de poesía") y Fruela Fernández.
Leemos después poemas de Rafael Álvarez Merlo y Juan Manuel Cabrera. El primero no publica un libro desde 1986 y el segundo es inédito. También de Guillermo López Gallego, quien traduce un artículo capital de otro poeta, el norteamericano Charles Olson: "El verso proyectivo". 
Para terminar, Andrés Echevarría rescata unas cartas de Gerardo Diego encontradas en la Biblioteca Nacional de Uruguay y J. C. Reche vierte una consistente conversación entre Francesco Diaco y Valerio Magrelli, que me ha llamado especialmente la atención. "Debo confesar que tengo sólo una gran reserva respecto a los blogs: la cuestión de las competencias", afirma el poeta italiano. Y añade: "mi problema con los blogs es el equívoco que alimentan en la interpelación al lector. A mi modo de ver, el lector -pretendo ser muy drástico- no ha de tener voz y voto, como se decía otrora en las abadías. Durante el voto, en la asamblea, el lector no tiene derecho a hablar porque hablan los especialistas, los que tienen competencias". Propone para el crítico un sistema de horas, como los pilotos: "¿Cuándo puedes escribir tu opinión sobre un libro? Cuando has leído 8.000 libros de teoría, de narrativa, de poesía; y si no, no puedes hablar. Yo no quiero saber las opiniones de los lectores, no me interesan: debe prohibírsele al lector hablar". Y ello, se justifica, porque "parto de la gran idea de Borges por la que estoy más orgulloso de mi trabajo de lector que del de escritor." "Los blogs, concluye, tienen ese riesgo, transforman a los lectores en estudiosos, y esto no es posible". 
No es el único párrafo digno de ser meditado de cuantos forman esa larga conversación entre un joven estudioso y un maduro poeta, de los más reconocidos internacionalmente, a quien tradujo en España Carmen Romero. 
Lo dicho: bienvenida sea esta nueva, rigurosa revista a la que desde este rincón deseamos larga vida. No se podía empezar mejor.