Julio César Galán (Cáceres,1978) ha sido lector de español en la Universidad de Argel, profesor visitante en las de Castelo Branco e Islas Baleares y, como tantos españoles obligados a emigrar, va camino de Texas. Es autor de El ocaso de la aurora, Tres veces luz y Márgenes, y acaba de publicar Inclinación al envés en una preciosa colección de Pre-Textos, "El pájaro solitario", una de las pocas (recuerdo hace años Lumen y Adonais) que aún editan libros intonsos. Diría que ese es el primer trabajo gustoso que le cabe al lector ante esta obra que hay que ganarse, digámoslo cuanto antes, a pulso. Del prólogo que nadie espere códigos que faciliten el camino, la lectura. Más bien lo entiendo como un ejercicio literario autónomo, digno de ser tomado como lo que parece: un experimental texto al margen donde, sí, se atisba un irónico retrato del autor ("Julio César Galán fue ya en su tiempo un poeta raro. Jugaba a hacerse el escurridizo, a fingir identidades y autorías.") y un humorístico estado de la cuestión poética, pues, según Juan Andrés García Román, "actualmente, la poesía es un recurso estilístico de la novela".
Como bien dice el prologuista (que ya nunca falta), JCG ha publicado dos libros jugando con los heterónimos: Gajo de sol, de Luis Yarza y ¿Baile de cerezas o polen germinando?, de Pablo Gaudet. "Y es que padezco -¿no lo he dicho?- de una otredad incurable", leemos en las "Notas" que incluye el pequeño volumen que comentamos. "Ayer mismo estaba leyendo a Julio César Galán -continúa- y me he transformado en su libro; soy un libro desusado y crítico; aleteo, apunto a un más allá metafísico, unido a la creación." Antes, en la página anterior, escribe: "Soy Inclinación al envés, libro de poesía que gira en torno a lo invisible y trata de hacerlo visible. Que expresa -por decirlo rápido- la forma del vacío, que es indecible, y nos la devuelve convertida en ruptura e imprevisibilidad. Soy, por tanto, un texto tan transparente como opaco. Tan expresivo como deconstruido y obtuso (Barthes)."
Entre el delirante prólogo y el libro en sí, que consta de tres "rondas", JCG coloca una "Nota bio-filológica" de donde podemos colegir que los poemas -"textos pajareros"- están escritos entre 2004 y 2013, que forma parte de una trilogía: Acorde para las aguas madres (al que pertenecen, además de éste, los citados Tres veces luz y Márgenes), que agradece a sus editores (los mencionados pretextos en coedición con la Editora Regional de Extremadura) la oportunidad y, en fin, que "en el fondo de cada poema reposan los orígenes de los mismos" y cita a su pareja, a su hijo y a sus progenitores. Del mismo modo, aclara el significado de algunos símbolos que pueblan sus páginas.
En "Después del cisne", leemos: "Los muertos que arrastramos / [aquellos que tuvieron nuestra voz / y aquellos que confundimos / con nuestra máscara, / comprenden nuestra inclinación / al envés, / nuestro gusto por saborear márgenes, / nuestra nube solar sin tiempo."
En "Después del cisne", leemos: "Los muertos que arrastramos / [aquellos que tuvieron nuestra voz / y aquellos que confundimos / con nuestra máscara, / comprenden nuestra inclinación / al envés, / nuestro gusto por saborear márgenes, / nuestra nube solar sin tiempo."
Sí, tras los elocuentes epígrafes de Gracia Armendáriz, Zurita y Blake, comienza lo importante. Pero de eso tendrá que dar cuenta cada lector. Ese es un trayecto que ha de hacerse en solitario.