Me gusta mucho leer un nuevo libro de un autor que conozco y admiro, pero también encontrarme por sorpresa con la obra de uno desconocido. Nada sabía hasta ahora, por ejemplo, de Xaime Martínez (Oviedo, 1993, el mismo año en que nació mi hijo), un estudiante universitario que cursa sus estudios en la Universidad de su ciudad natal y que con Fuego cruzado ganó el Premio de Poesía Joven 'Antonio Carvajal' y que, por eso, publica Hiperión. Se alegra uno de que la veterana editorial madrileña siga apostando (con acierto) por las nuevas voces, que un jurado responsable dé un galardón a quien se lo merece y, sobre todo, que se escriban poemas como los que componen este libro, el segundo, al parecer, de Martínez (que es, por cierto, mi cuarto apellido).
A Carvajal, que no formaba parte de ese tribunal con presencias académicas de peso, le habrá gustado. Porque, para empezar, soneto mediante ("Cuchillo"), el joven poeta demuestra su dominio del oficio, lo que a su edad no es fácil. Uno ha disfrutado, ya insinuaba, con este detalle y con otros, que no faltan. Así, con la frescura de los versos (aunque se atisbe un trabajo a fondo con las palabras en busca de la compleja sencillez), por la variedad de registros y asuntos que aborda, por su carácter culto sin afectación (abundan las citas, los homenajes velados -o no-, las menciones), una obra, en suma, propia de alguien que puede que haya vivido poco, pero que lo ha hecho con una intensidad y una atención notables. Y que ha leído, además, mucho, lo que viene a resultar un vivir en demasía.
Hay poemas certeros (los más breves) y ninguno, y ya es difícil, inane o que sobre. El libro, no hace falta decirlo, tiene muchos padres, pero estos han sido bien elegidos, y has sido mejor asimilados, lo que no siempre ocurre. Los maestros, y más con veinte años, lo son casi todo. Uno intuye enseñanzas de Borges, Luis Alberto de Cuenca (tan ligado a los mundos de la fantasía y del cómic), Gimferrer, Mesanza, Vilas, D'Ors...
El amor, los recuerdos, la lectura, los viajes... Los viejos/nuevos asuntos de siempre. Se ve a las claras que XM es músico y letrista, algo cada vez más común en nuestra joven poesía. Baste citar a José Manuel Díez y a Víctor Peña para demostrarlo. Una faceta que le da otro aire a estos poemas que son, no obstante, eso: poemas.
Hay desenfado, paradojas, ocurrencias... y en la segunda parte, "El lado oscuro" (la primera se titula "Dedos de luz"), unos cuantos poemas del apócrifo "Corpus Batman", anónimo conjunto de textos que contiene obras escritas entre 1932 y 1935 en el contexto de la Primera Guerra de Gotham, según se nos explica, "edición para el disfrute y no para el estudio" donde se nos presenta a Joker y a Batman como dos caras de la misma moneda, necesarias para que funcione "la inmensa tragaperras del destino".
A uno estos poemas le gustan menos. Por el simple hecho de que el mundo a que se refieren me pilla bastante lejos, no por su falta de calidad. Me da que sin ellos el libro hubiera sido otro, tal vez más redondo. También más previsible, claro. Son sólo opiniones. Para otros, acaso los más jóvenes, será lo mejor del conjunto. Seguro. Imaginación e inventiva no faltan.
Se abrocha el volumen con "La búsqueda", un poema dedicado a Rodrigo Olay, lo que me da pie a comentar que Xaime Martínez forma al parecer parte de ese grupo de poetas ovetenses, renovado en sucesivas promociones, que ahora gira en torno a la revista Anáfora.
El último verso del libro da idea de por dónde va su poesía: "la búsqueda es el único destino". No es mala ruta para un viaje.
El último verso del libro da idea de por dónde va su poesía: "la búsqueda es el único destino". No es mala ruta para un viaje.