El pasado sábado por la noche nos reunimos en La Puerta de Tannhäuser un grupo de amigos y lectores en torno al nuevo libro de Álex Chico, Habitación en W.
Gonzalo Hidalgo Bayal empezó su esperada disertación (leída, of course) "pidiendo disculpas a la audiencia en general y a Álex Chico en particular, pues no sé qué puede haberle hecho pensar que soy persona adecuada para presentar un libro de poesía". Después, demostró a la concurrencia que de poesía entiende, como de tantas otras cosas. De sobra. No precisamente a "nivel de usuario". Lean, si no, sus palabras, publicadas al día siguiente en el blog.
Luego, Chico nos contó algo de su trastienda poética, explicó algunos pormenores y nos leyó unos cuantos poemas (mejor pecar de escaso en estos actos). Todos aplaudimos satisfechos y contentos. Con el local abarrotado, uno recordó a D'Ors y se dijo: "En Plasencia, a las ocho de la tarde, o presentas un libro o te lo presentan". La semana que viene le toca Víctor Peña (publicaré una reseña esa mañana con motivo de tan fausto acontecimiento) y la siguiente, también en La Puerta, conversaré con Pablo Luque sobre su libro Cero y algunas cosas más.
Álvaro y Cristina, los anfitriones, estaban encantados. Me lo decía Lola Larumbe la semana pasada: es una alegría ver cómo se te llena la librería. Son libreros que no se contentan con vender libros. Hablamos del desastre de la inundación y de cómo sucedió todo. Por suerte, quedó en susto. Morrocotudo, pero susto al fin y al cabo. Un sólo libro naufragó: Alzado de la ruina, de Aníbal Núñez. Se ve que la edición de Delirio es de calidad porque se ha recuperado del baño con una prestancia increíble. Aníbal se habría divertido con la anécdota.
Álvaro (es curioso que mi librero placentino de cabecera, digamos, también se llame así) me comentó sus planes, que mantengo por ahora en secreto. Recordamos la visita navideña de Jacobo Siruela e Inka Martí, los de Atalanta, encantados de comprobar dónde se pueden adquirir sus magníficos libros. De cómo empezaron y de cómo les va. La noche y el día. De su fama foránea, que uno ha podido rastrear aquí y allá. De Centrifugados y del irascible y apasionado (esto lo digo yo) Chema Cumbreño, promotor del evento.
Gonzalo Hidalgo Bayal empezó su esperada disertación (leída, of course) "pidiendo disculpas a la audiencia en general y a Álex Chico en particular, pues no sé qué puede haberle hecho pensar que soy persona adecuada para presentar un libro de poesía". Después, demostró a la concurrencia que de poesía entiende, como de tantas otras cosas. De sobra. No precisamente a "nivel de usuario". Lean, si no, sus palabras, publicadas al día siguiente en el blog.
Luego, Chico nos contó algo de su trastienda poética, explicó algunos pormenores y nos leyó unos cuantos poemas (mejor pecar de escaso en estos actos). Todos aplaudimos satisfechos y contentos. Con el local abarrotado, uno recordó a D'Ors y se dijo: "En Plasencia, a las ocho de la tarde, o presentas un libro o te lo presentan". La semana que viene le toca Víctor Peña (publicaré una reseña esa mañana con motivo de tan fausto acontecimiento) y la siguiente, también en La Puerta, conversaré con Pablo Luque sobre su libro Cero y algunas cosas más.
Álvaro y Cristina, los anfitriones, estaban encantados. Me lo decía Lola Larumbe la semana pasada: es una alegría ver cómo se te llena la librería. Son libreros que no se contentan con vender libros. Hablamos del desastre de la inundación y de cómo sucedió todo. Por suerte, quedó en susto. Morrocotudo, pero susto al fin y al cabo. Un sólo libro naufragó: Alzado de la ruina, de Aníbal Núñez. Se ve que la edición de Delirio es de calidad porque se ha recuperado del baño con una prestancia increíble. Aníbal se habría divertido con la anécdota.
Álvaro (es curioso que mi librero placentino de cabecera, digamos, también se llame así) me comentó sus planes, que mantengo por ahora en secreto. Recordamos la visita navideña de Jacobo Siruela e Inka Martí, los de Atalanta, encantados de comprobar dónde se pueden adquirir sus magníficos libros. De cómo empezaron y de cómo les va. La noche y el día. De su fama foránea, que uno ha podido rastrear aquí y allá. De Centrifugados y del irascible y apasionado (esto lo digo yo) Chema Cumbreño, promotor del evento.
Charlé de jubilaciones con Manolo Chico, padre del poeta y viejo amigo. Saludé a mis compañeras Luci y Milagros. Y a Felipe Peral, marido de ésta, que, con ser joven todavía, es uno de mis lectores más antiguos. A políticos, como Flor Prieto y Francisco Martín. Volví a ver a Javier Morales y al citado Juanra. Echamos de menos a los Víctor's, aunque sí estaban José Luis y Manolo, padres de las criaturitas, y Puri, sufrida madre de Peña Dacosta (a ver qué lee en su presentación). Con Morán comenté, entre otras cosas, las desdichas que sufre su escultura en la plaza de Ansano y la irritante pasividad de las autoridades antes los continuos ataques a su integridad artística. Pizarro, un alcalde culto, no debería consentirlo.
Había muchas personas más, entre amigas, conocidas y saludadas (nadie evitable). Tomé un té, probé una Cibeles y, más tarde de lo que uno suele, volví a casa con Y., calle del Rey arriba. No, si a este paso doy en noctámbulo. A la vejez...
Había muchas personas más, entre amigas, conocidas y saludadas (nadie evitable). Tomé un té, probé una Cibeles y, más tarde de lo que uno suele, volví a casa con Y., calle del Rey arriba. No, si a este paso doy en noctámbulo. A la vejez...