Hoy día es otro mundo (Valparaíso Ediciones) es una antología que reúne poemas selectos del peruano Miguel Ángel Zapata (Piura, 1955), profesor principal de literaturas hispánicas en Hofstra University de Nueva York.
Con una cronología inversa, desde poemas recientes, de su libro inédito Uno escribe el poema caminando, hasta otros de dos de sus libros ya publicados: El cielo que me escribe (2002) y Lumbre de la letra (1997), Zapata ha armado un curioso artefacto que si por algo nos sorprende es por la luminosa imaginación que destila. Inusual, sin duda, al menos en nuestro ámbito más cercano, el de la poesía en español que se escribe y publica en España. Eso y, de inmediato, la personalidad de su apuesta o, lo que es lo mismo, la originalidad de su voz. Quiero decir que, sin renunciar a los inevitables débitos que cualquier poeta del siglo XXI acarrea (baste mencionar a su paisano Vallejo), Zapata construye una casa distinta -de arquitectura exigente- cuya propiedad nadie va a poner en cuestión. No al menos este lector, rendido a la riqueza verbal y, ya digo, imaginativa que se despliega a través de versos que en muchas ocasiones son líneas de poemas en prosa. Poesía o prosa, poco importa, de clara impronta musical, pues que la música (a la que dedica no pocos poemas) es parte esencial en su vida.
La palabra selva puede adecuarse bien a lo que uno siente al leer a Zapata. Allí, metáforas, símbolos (ventana, rosa, casa, puente, puerta) epifanías, lo real llevado hasta su deseable surrealidad. Sí, porque debajo del a veces aparatoso desplazamiento de recursos uno escucha palabras gastadas: padre (léase "Uno escribe el poema caminado"), madre (léase el impresionante "La noria"), hijos (Casandra, Analí, Chistian Miguel), mujer... Y loro, gata, perro, caballo, iguana, cuervo... Historias, diría, reconocibles, conformes a la experiencia de cualquiera que, sin embargo, brillan aquí bajo otra luz; que se dicen, mejor, como si fueran realmente extraordinarias. Una vez dijo: "Prefiero una poesía transparente, pero compleja".
Zapata, atiéndase al título de la parte inédita, escribe caminando. "Siempre de viaje", añade en un prefacio que no lo es. "Yo tengo tres hábitos saludables: jugar tenis, montar bicicleta y caminar. El caminar mismo, como vas al compás de tu corazón, es un ritmo. Muchos poemas (te diría un 80%) no los he escrito acostado en mi cama leyendo a Balzac y Baudelaire, sino caminando", dijo en una entrevista. Por eso recorremos con él medio mundo: de su ciudad de residencia, que pasea a menudo, a sus tierras de origen; de Venecia, Montreal o París a no pocos lugares españoles: Barcelona, Logroño...
Zapata, en tanto que poeta, es un agudo observador: "es la vida que me cae sobre los ojos". Va siempre "con la poesía del brazo".
También se dejan ver con frecuencia reflexiones sobre la propia escritura, algo inevitable si tenemos en cuenta su vocación didáctica y su condición de estudioso: "La hora del poema, "Escribo en la ventana", "El espacio del poema es un río"...
Destacaría además la sensualidad que destilan algunos poemas, como por ejemplo "Tobillos", aunque no sea el único donde el erotismo se eleva a la categoría de arte.
"Cada día siempre es otro mundo", reza un verso suyo, que no deja de ser una poética. Y eso advertimos al leer esta pertinente antología que pone la feliz, vital y celebratoria poesía de Zapata (que publicó en 2011 y en la sevillana Sibila Fragmentos de una manzana y otros poemas) al alcance del lector español.
Nota: Esta reseña ha aparecido publicada en el número 5 de la revista sevillana Estación Poesía.
Nota: Esta reseña ha aparecido publicada en el número 5 de la revista sevillana Estación Poesía.