Que vea la luz en España una nueva edición de la poesía completa del poeta
griego Constantino Cavafis, en este caso a cargo del helenista Juan Manuel
Macías y en la prestigiosa editorial Pre-Textos, una de las de referencia en lo
que a traducciones se refiere en el ámbito hispánico, no deja de ser un
acontecimiento. Por el alcance del poeta en el canon lírico del siglo XX (y, me
atrevería a decir, de todos los tiempos) y por la dimensión de la poesía, una
de las de verdad imprescindibles para los lectores y, más aún, los poetas, poco
importa de qué edad.
Hace ahora cincuenta
y tres años que se publicó por primera vez un libro de Cavafis en España. Fue
en catalán y el responsable de la edición, Carles Riba, un poeta enamorado del
mundo griego. A los dos años, en 1964, aparecía en Málaga (en el exquisito sello
de Caffarena y León, maestros impresores) la primera antología en castellano
del alejandrino. Los traductores: Elena Vidal y José Ángel Valente, como Riba
en su ámbito, un poeta fundamental. Estas cosas nunca son casuales.
Vicente Fernández González, profesor de la Universidad de Málaga, coordinó
un volumen conmemorativo, Málaga Cavafis Barcelona, donde reunía
poemas de ambas ediciones y añadía otros vertidos a nuestra lengua por un
puñado de traductores que también se atrevieron con el autor de “Ítaca”:
Avellà, Garcés, Ayensa, Ferraté, Miralles, por parte catalana, y, por la
española, Álvarez, Anghelidis, Bádenas de la Peña, Cantú, Cañigral, Castillo,
De Cuenca, Ferraté, Irigoyen, Pothitou, Herrera, Rivera, Santana y Silván. La
introducción de Fernández, firmada junto a Joaquim Gestí, es ya un estudio
inevitable a la hora de aproximarse a Cavafis y a su relación con su poesía en
español.
De las ediciones de los anteriormente citados, podría uno añadir algún
detalle. Por ejemplo, que casi todos los poetas de la Generación del 68, la de
los Novísismos, y de la mía, la de la Democracia o del 80, nos
iniciamos en Cavafis gracias a la antología de José María Álvarez (Hiperión).
Que de la de Pedro Bádenas de la Peña (en la asequible Alianza), más rigurosa
pero acaso menos poética, hay numerosas ediciones. Que la de Lázaro
Santana fue una de las pioneras, en Visor. Que era una preciosidad la de Joan
Ferraté en Lumen (con tapa dura), con fotografías de Dick Frisell. Que las
versiones de Ramón Irigoyen, en Seix Barral, son unas de las más
originales y arriesgadas. O, en fin, que la de Luis de Cañigral formó parte de
una divulgativa colección ineludible: Los Poetas, de Júcar.
Juvenal Soto dijo con acierto que Cavafis era una idea. Como Alejandría, la
ciudad de las afueras de África, que diría Fabio Morábito, que le vio nacer. Y
una influencia decisiva en la poesía española de la segunda mitad del siglo
pasado y de lo que va de éste.
Uno sigue reconociendo en él un magisterio para la literatura. Y para la
vida. Una ética que es una estética. No, nunca estuvo este hombre más de
actualidad. Por clásico.
Nota: Este artículo ha aparecido en el número doble 12/13 de la revista griega Frear. En la misma entrega se incluye una amplia Antología de la Poesía Española Contemporánea coordinada por Dimitris Angelis y Virginia López Recio. Los poemas están, como es lógico, traducidos al griego por Ursula Foskólu (que se ha ocupado de las mujeres), Kostas Vrachnós y Dimitris Angelís, director de la revista.