El pediatra de origen extremeño afincado en Miranda de Ebro Carlos de las Heras (1949) publica su cuarto libro de poesía. En la colección Complugenia de la editorial Gran Vía, como los dos anteriores: Los cabreros y Tratado de melancolía urbana.
El planteamiento de éste, La señorita Chelo, es muy sencillo: trata de poetizar, con un indeclinable sesgo narrativo ("levanto esta quimera / con forma de poemario"), su frustrada profesión de profesor de Lengua y Literatura en un instituto de enseñanza secundaria (antes, media). Para ello, recrea el personaje de Chelo, una supuesta profesora suya en la cuarentena de la que se enamora, a la que desea y admira el protagonista de la historia ("el que nunca seré / pero pude haber sido"), que relata su vida profesional en el centro donde él mismo estudió (con nombre de poeta extremeño nacido en la salmantina Frades), desde su primer día de clase hasta la jubilación.
Se menciona incluso un lugar, Plasanda del Río (a la que dedica un poema), trasunto o mezcla de dos ciudades fundamentales para De las Heras: Plasencia, donde estudió, y Miranda, donde ha vivido trabajado.
El tono es irónico, a ratos humorístico, pero no por eso reniega de ese anhelo de verdad sobre el que se funda. El estilo, claro y sencillo con numerosos guiños literarios que afirman sus lecturas y sus maestros: Bécquer, Manrique, Fray Luis, Quevedo... El aire, en fin, es machadiano.
En medio, anécdotas, orlas, compañeros, alumnos, salas de profesores, Verónica (presente, a título simbólico, de un poema sobre las mujeres maltratadas)...
Y una afirmación que pone en boca del personaje poemático y que demuestra su altura de miras: "Me refiero, ya sabes al Lenguaje, / eso es Literatura".