Antonio Manilla (León, 1967), historiador, periodista, fotógrafo y antaño editor en Everest, ha publicado en lo que va de año dos libros de poesía. En caso de duda y otros poemas de casi amor aparece en el sello mallorquín Sloper. El título lo dice casi todo y con Manilla, además, no suele haber ni trampa ni cartón. Su poesía es diáfana, de línea clara, muy vital, de la experiencia cotidiana y tono autobiográfico. Aquí encontramos poemas breves e intensos, vagamente sentimentales y muy irónicos, en torno al amor y a sus variadas y variables circunstancias. A lo Borges, abundan las enumeraciones caóticas (léase "Ante lucem"). Desde el primer poema donde se alude a "todo cuanto es exceso sensitivo". Pessoa, otro ser adicto a las multiplicaciones, se asoma al poema "Marea baja": "En aquello que hagas (...) / pon lo mejor que tengas". Y también allí: "somos huellas de arena en la marea baja".
De amor, lo que se dice de amor, son, ya se explicó, la mayor parte de los poemas, pero sobre todo algunos como "Secreto".
El paso del tiempo es otra constante: en "Playa", por ejemplo, o en "solo lo fugitivo permanece", de "Janus vitalis", un precioso poema. Como "La juventud del héroe" donde a la mencionada ironía se añade el desencanto. También aflora el humor, que es marca de la casa, como en el poema que comienza con el verso "Yo quiero ser un pendrive", una metáfora de lo más ocurrente. Lo elegíaco tampoco podía faltar en esta poesía de sesgo clásico: "No es ver volver, / la vida es despedirse"; dos versos entre Azorín y Brines. "En vivir con ausencias".
"El rostro informe" nos acerca al sutil, sugerente erotismo.
La sencillez, el ritmo fundado en una métrica precisa, la reiteración incluso (aquí la originalidad sobra) no impiden, al revés, que leamos un libro donde la poesía, ese humilde milagro, bulle.
Sin tiempo ni añoranza, que fue Premio “Paul Beckett” de Poesía 2015, está publicado en la colección Beatrice de la Fundación almeriense Valparaíso. Aquí los poemas son más extensos y el tono más hondo y meditativo ("Nieve y silencio" está dedicado a Antonio Cabrera), aunque el amor no falte.
"No soy presente sólo", dice con Juan Ramón. "Y nada de lo que recuerdo he vivido". Sí, la memoria es el tema fundamental de esta obra breve pero llena, como la anterior, de intensidad. Memoria hecha de recuerdos, claro, pero asimismo de olvidos ("Nos engaña el olvido" y "Nos salva de nosotros" son dos versos de "Canto de sirenas"). La poesía es un "cristal de aumento" que nos acerca la realidad: "Lo que tus ojos vean, / eso existe".
La casa, los padres (títulos de poemas) no podían faltar en un libro que se funda en la memoria. Ni Roma, la ciudad donde Manilla pasó una temporada como beneficiario de la beca Valle Inclán de literatura que concede el Ministerio de Asuntos Exteriores en la Academia de España en Roma.