Parece mentira y sin embargo ya han pasado cincuenta números de la revista Sibila por encima de nosotros. Estuvimos allí, en la Residencia de Estudiantes, en la presentación del número 1 del memorable invento de Juan Carlos Marset (que acaba de publicar libro en Tusquets: Días que serán). Corría el año 1995. Aquella primera entrega ya era lujosa, en el mejor sentido. De parte de la elegancia, que nunca es llamativa, y no de la ostentación. Diseñada por Joaquín Gallego e impresa en ese papel de Amalfi fabricado por la casa Amatruda que da verdadero placer tocar (Marset contó en una ocasión: 'Es un papel que se hace en Amalfi desde hace siglos. Se dice que lo trajo Marco Polo cuando regresó de China. En el Valle de los Molinos, en la parte alta de Amalfi, están documentadas más de 20 fábricas de papel. La única fábrica que queda es la Casa Amatruda, que nos hace el papel'). Fue la noche que conocimos a Vila-Matas, uno de tantos fieles colaboradores de esta aventura ultramarina cuya larga existencia celebramos con alegría.
Tras su primera época, seis números del 95 al 98, llegó la segunda, a partir de 2001, la que sigue en pie contra viento y marea gracias, entre otras cosas, al patrocinio de la Fundación BBVA. Y ahí, con Marset, la infatigable Patricia Ehrle, su mujer, que la dirige. En su consejo editorial: José Cobo Romero, Luis de Pablo, el citado Joaquín Gallego, Antonio Gamoneda, Antonio Garrigues Walker, Cristóbal Halffter, Cristina Iglesias, Hans-Ulrich Gumbrecht, Mercedes Monmany, Pedro Lastra y Mario Vargas Llosa.
La revista, no se olvide, incluye grabaciones musicales y audiovisuales en formato digital y tiene en el arte ese tercer pilar que la sostiene. Porque la ocasión lo merecía, este número lleva en la cubierta una obra de Miquel Barceló, del precioso Cuaderno de artista realizado en Sudán que ocupa las páginas centrales del volumen.
Los textos reunidos, también son de lujo. Un par de certeros sonetos de Caballero Bonald ("La vida es un larga sucesión de batallas / y apenas si recuerdas las que ya se han perdido"); un canto en las postrimerías de Gamoneda ("Fragmentos de lo que puede ser una despedida", lo titula); poemas de Circe Maia (seguimos a la espera de la antología de Jordi Doce que la coloque, digamos, en nuestro mapa); versos sicilianos de Jaime Siles; hasta diez inéditos de Luis Alberto de Cuenca; poemas de Blanca Luz Pulido, Courtoisie, el propio Marset, Mujica (con libro nuevo en Visor), Morábito, Fran Cruz, Restrepo, Ripoll (flamante Loewe de este año, que aquí publica un extenso poema que ganó el 'Ángel García López' de Rota), Deltoro, Duque Amusco (Alejandro), Erri de Luca (del que Seix Barral publica su poesía completa)...
Granés escribe sobre Octavio Paz... y el arte. Hay relatos de López Ortega y Haslinger. Un interesantísimo artículo del pensador portugués Eduardo Lourenço titulado "Religión, religiones, laicidad". Unas prosas en torno a la memoria de Elisa Lerner. Beatriz Amorós presenta la música vocal de Fabián Panisello y Silvia Dabul, las "Canciones de Silvia", incluidas en el cedé que acompaña esta entrega. Por fin, el jurista Antonio Garrigues Walker, el diseñador Alberto Corazón, el exministro César Antonio Molina (al que recuerdo, junto a su mujer Mercedes Monmany, en la cena que siguió a la presentación del primer número de la revista), Pedro Ordóñez e Ilan Stavans (viejo compañero de estudios de Marset en Nueva York) hablan de Sibila, de su espíritu, de su forma, de sus logros...
Mención aparte merecen algunas colaboraciones. Así, el ensayo de Adam Zagajewski, "Café a la turca", sobre Wisława Szymborska y los tres poemas de la premio Nobel polaca en versión de Abel Murcia y Gerardo Beltrán. También el emocionante texto de José Miguel Oviedo sobre la muerte de su amigo, el poeta peruano Eduardo Chirinos, del que se publican cuatro poemas (Pre-Textos acaba de publicar un libro póstumo: Naturaleza muerta con moscas).
Porque es necesaria, deseamos larga vida a Sibila. Lo conseguido no es poco. Que sirva de acicate para lo que vendrá. Sus lectores seguimos a la espera.