Aunque dedicaré a este asunto mi próximo artículo para la revista griega Frear, me apetece contar por breve y cuanto antes que Chus Visor, al que ya he dado mi más cordial enhorabuena, celebra la edición del número mil de su famosa colección negra de poesía con una antología que es, además, un homenaje a Antonio Machado. Cada uno de los poemas incluye el alejandrino que nos legó el poeta sevillano a modo de humilde testamento: "Estos días azules y este sol de la infancia"; título, por cierto, del florilegio. Lo explica muy bien el editor en su prólogo, que firma como Jesús García Sánchez, evidentemente.
Todo empezó en 1969 con Una temporada en el infierno, de Rimbaud, en traducción e introducción de Gabriel Celaya y prólogo de Jacques Rivière. Por entonces aquello aún se llamaba Alberto Corazón Editor, ilustrador, por lo demás, de las vistosas cubiertas de la primera época. Compruebo que por poco más de 20 euros se puede conseguir aún aquella primicia.
Todo empezó en 1969 con Una temporada en el infierno, de Rimbaud, en traducción e introducción de Gabriel Celaya y prólogo de Jacques Rivière. Por entonces aquello aún se llamaba Alberto Corazón Editor, ilustrador, por lo demás, de las vistosas cubiertas de la primera época. Compruebo que por poco más de 20 euros se puede conseguir aún aquella primicia.
Entre los ochenta y cinco poemas de esta panorámica, que comprende las dos orillas del Atlántico, hay de todo: poemas (los más) y no poemas, poetas y no poetas. En el primer caso, porque lo que algunos pergeñan, por muy de ocasión que sea, uno nunca los llamaría así. Es lo que tienen los encargos. En el segundo, porque o se dedican a otra cosa (como el académico Paco Rico, el cantautor Joan Manuel Serrat o el periodista Jesús Ruiz Mantilla) o, leído lo leído, bien podrían hacerlo.
Ya en serio, mis textos favoritos -sólo eso, nadie pretende sentar cátedra- son, en orden alfabético (el que usa el editor), los de Belli, Benítez Reyes, Bonilla, Carvajal, De Cuenca, Deltoro, Gallego, González Iglesias (donde encuentro el verso más prodigioso del conjunto), Juaristi, Margarit, Marzal, Morejón, Oliván, Ripoll, Roca, Rodríguez Marcos, Rossetti, Rosillo (que se salta la norma del verso machadiano), Siles, Zamora y Zurita.
Ya en serio, mis textos favoritos -sólo eso, nadie pretende sentar cátedra- son, en orden alfabético (el que usa el editor), los de Belli, Benítez Reyes, Bonilla, Carvajal, De Cuenca, Deltoro, Gallego, González Iglesias (donde encuentro el verso más prodigioso del conjunto), Juaristi, Margarit, Marzal, Morejón, Oliván, Ripoll, Roca, Rodríguez Marcos, Rossetti, Rosillo (que se salta la norma del verso machadiano), Siles, Zamora y Zurita.
Ah, en el amplio listado no faltan los poetas del momento: Marwan y Elvira Sastre, que, por cierto, va a presentar próximamente uno de los libros ganadores de la pasada edición del Loewe, ahora que el premio cumple treinta años. Sorprendente, pero cierto, al menos para mí.
Ya que lo menciono, confieso que no me he molestado en contar qué proporción de mujeres hay en la muestra (como lector, me guío por los versos, que carecen de género), aunque no tardaremos en conocer el porcentaje que resulta de tan sensible cómputo. Por lo pronto, no faltan nombres de importantes poetas españolas e hispanoamericanas como Ida Vitale o Yolanda Pantin.
He disfrutado con la idea (hecha poesía) de Visor y con los poemas que de verdad lo son. La mayoría, insisto. Lo demás... mejor se lo dejamos a Juan de Mairena.
Ya que lo menciono, confieso que no me he molestado en contar qué proporción de mujeres hay en la muestra (como lector, me guío por los versos, que carecen de género), aunque no tardaremos en conocer el porcentaje que resulta de tan sensible cómputo. Por lo pronto, no faltan nombres de importantes poetas españolas e hispanoamericanas como Ida Vitale o Yolanda Pantin.
He disfrutado con la idea (hecha poesía) de Visor y con los poemas que de verdad lo son. La mayoría, insisto. Lo demás... mejor se lo dejamos a Juan de Mairena.
A modo de ejemplo, copio el más breve del conjunto, sin título, de mi paisana Ada Salas:
todavía
estos días azules y este sol de la infancia.