He atravesado toda la ciudad.
populosa al principio y más allá desierta,
circuida por un muro bajo: mínimo
rincón en donde a solas
me siento; y me parece que donde el muro acaba
termina la ciudad.
Trieste tiene una arisca
gracia. Si gusta,
es como un muchachote voraz y áspero,
con las ojos azules y las manos
demasiado grandes para dar una flor:
como un amor
con celos.
Desde esta cuesta cada iglesia, cada
calle suya descubro, si conduce
a la playa atestada
o a la colina, a cuya pedregosa
cima, una casa, la última, se aferra.
Alrededor
circula en cada cosa un aire extraño,
un aire tormentoso, el aire
nativo.
Mi ciudad, que está en cada sitio viva,
tiene el rincón a mi medida, y a mi vida
pensativa y esquiva.
UMBERTO SABA
[Versión de Pablo Anadón]
Ilustra esta entrada una fotografía de Federico Patellani, "Il poeta Umberto Saba mentre passeggia", de 1946.