23.4.19

Una carta de Ida Vitale

Hoy 23 de abril, Día del Libro, hago pública, con el permiso expreso de su autora, esta carta de Ida Vitale, a quien dentro de unas horas el Rey de España hará entrega del Premio Cervantes. Porque creo que muestra a las claras quién es y cómo la excelente poeta uruguaya. La recibí unos meses después de que publicara en ABC un artículo sobre su primer libro publicado aquí, Reducción al infinito, y de que Juan Cerezo, nuestro editor en Tusquets (el "Juan" del mensaje), le enviara un ejemplar de Mecánica terrestre.
Agradezco a Aurelio Major, que cuidó la edición de su poesía reunida (también en Tusquets), su amable mediación.


1 de abril de 2003.

Álvaro amigo: Le llevo sobre la conciencia desde hace una vergüenza de meses. Traspapelé el correo en que Juan me enviaba su dirección y ahora ya hace tiempo que volvió a enviármelo y yo con mi gratitud a cuestas. Gratitud que no se dice muy fácil y que no olvidé a pesar de mi silencio ante la generosidad de su querer difundir entusiasmo por ese libro que sale allá tan lejos y tan equivocado de tiempo. Pero mi demora encontró justificación: entre tanto y en medio de tareas que se me traslapan unas sobre otras, encontré  Mecánica terrestre. Lo leí en Montevideo, ciudad con mar, pero ciudad, una ciudad extraña, a la que pertenezco, lejos del campo, y entonces en lo que primero reparé fue en la presencia de éste, líricamente cargado de melancolía, nostalgia, de la inmensa suficiencia de lo ínfimo; su visión  me  resulta espejo, donde creo que se conforma la que por ahora adopto como su imagen en mí, y en donde se agolpan las muchas densidades que piden atención a cada página. Envidio esos Lugares del sueño, donde hacer que se encuentren Borges y Klee, ellos justamente. Y como siempre leemos el presente en los pasados de la poesía, me asalta esa infinita, candente, sucesiva guerra contra cuyo horror golpeamos hoy, otra vez y siempre tan en vano. Y qué sorpresa encontrarme con el nombre de Álvaro Ruiz Abreu, con el que estuvimos varias veces en México, encantador, como su mujer, con el que podría haber puesto a prueba esa imagen de usted que estoy armando. Este libro me dejó con mucho deseo de conocer lo anterior (lo buscaré en la biblioteca de Austin, al regreso).
Perdóneme que esta carta aparte de tardada, sea tan escasa. Salgo de una gripe, pronto iremos a París, tengo que entregar un librito que saldrá en México y todo se me encima.
Pero esto es apenas como agitar un pañuelo al pasar corriendo frente a su ventana.
Reciba un abrazo muy grande de su amiga. Ida Vitale.

(Nota: La fotografía es de Samuel Sánchez. De 2013 y se publicó en El País.)