María Victoria Atencia
Edición de Rocío Badía Fumaz
Cátedra, Letras Hispánicas, Madrid, 2021. 568 páginas. 16 €
Atencia nació en Málaga y, pertinaz viajera, allí ha vivido
siempre. Distinguida con múltiples distinciones, es miembro de distintas academias (fue candidata al sillón “n” de la
Española) y consejera de varios institutos, fundaciones y centros culturales.
La aparición de su obra poética completa, que abarca libros
publicados entre 1961 y 2011, coincide con su noventa aniversario.
Aunque en rigor no formó parte del Grupo del 50, por razones
cronológicas pertenecería a esa generación literaria, la segunda de postguerra;
a su sección “periférica”, como Gamoneda. Su primer libro es coetáneo de los de
Brines o Valente. Sin embargo, por razones literarias se la podría adscribir a
la siguiente, la de los Novísimos, con la que converge, tras quince años de
silencio (que coinciden con la muerte de sus padres y de un compañero, piloto de
aviación como ella), tanto en criterios estéticos como en lo referente a la
publicación de libros, contemporáneos de los iniciales de Colinas o Carnero,
quien da a conocer la poesía de Atencia al común de los lectores gracias a la
edición de la antología Ex libris (Visor,
1984), el mismo año que ve la luz Compás
binario en Hiperión.
Esas circunstancias y su gusto por las ediciones minoritarias y no
venales (en la exquisita tradición tipográfica malagueña) la sitúan en un
territorio confuso. Por ejemplo, su lirismo (levemente anacrónico) o la
importancia que da al lenguaje (su poesía, de sesgo culturalista, a rachas
barroca y preciosista, es del conocimiento) serían rasgos novísimos. Su espiritualidad, cada vez más acendrada, del 50. No
obstante, más allá de didacticismos, la suya es una voz clara e independiente, dueña
de un mundo propio, ajena a rígidos preceptos académicos.
Badía Fumaz distingue varias etapas en su obra.
La primera abarca sus tres primeros libros: Tierra
mojada, Arte y parte y Cañada de los Ingleses. La segunda, Marta & María, Los sueños y El mundo de M.
V. La tercera, El coleccionista, Compás binario y Paulina o El libro de las aguas. La cuarta, De la llama en que arde, La
pared contigua, La intrusa, El puente, A orillas del Ems,
Las contemplaciones y Los niños. A esta podrían unirse sus
tres últimas entregas: El hueco, De pérdidas y adioses y El umbral. Esta modélica edición (con
notas al final e índices) incluye poemas de plaquettes
como Trances de Nuestra Señora, así
como inéditos y poemas de juventud.
Atencia escribe a lápiz. Después, borra y
corrige. De esos dos momentos: surgimiento y depuración, emanan sus elegantes, sentenciosos poemas.
Siempre pendiente de la “debida proporción” (“ante lo bello exacto”). “Maestra
de la palabra exacta”, la llamó García Baena. “Con tendencia a la brevedad” y
“al uso de verso blanco alejandrino”, apunta la editora, que destaca cuatro
características: “tersura, concisión, equilibrio y serenidad”. Antonio Carvajal
ha ponderado su perfección métrica y rítmica que se sirve no poco de la
sintaxis y el encabalgamiento. Keefe Ugalde alude a su “poética de la
atención”, realidad (“solo lo cierto cuenta”, ha escrito) y mirada, sin perder
de vista la huella, el hueco y el vacío (“la existencia de la ausencia”) y el
misterio (lo aparente y lo escondido).
Aprende en Eliot el uso del monólogo dramático
y del correlato objetivo. De san Juan de la Cruz, Dickinson y Rilke, pongamos,
mucho más.
Lo doméstico, la casa (donde no falta el mundo vegetal y el
jardín), la infancia, los aromas, el agua y los objetos cotidianos (“huella de
lo ausente”) son esenciales en esta poética autobiográfica y de la memoria que
no desdeña el empleo del yo lírico (mediante personajes femeninos). Detrás, la
“exploración de la identidad”.
El paso del tiempo es otro motivo de meditación, y la muerte
(recurre al epitafio), asumida como “destino humano”. Una religiosidad “vivida”
(de “verticalidad” habló González Iglesias), la reflexión metapoética y el amor
(“ya que solo amor cuenta”) completarían, en lo básico, sus intereses. Estamos,
sí, ante una obra poética imprescindible.
NOTA: Esta reseña se ha publicado, aunque con cincuenta palabras menos, en El Cultural. Doy aquí la versión íntegra.