26.10.22

De Trieste

Samuel Brussell, escritor de origen judío residente en Suiza, es el autor de Alfabeto triestino que publica, con la pulcritud habitual, Fórcola. La traducción es de Gabriela Torregrosa y el prólogo de Juan Bonilla, lo que no deja de ser un aliciente. No decepciona. Comienza aportando un dato demoledor: a principios del siglo XXI, el 70% de los italianos "ignoraban que Trieste perteneciese a Italia". Subraya, a partir de lo leído en Brussell, que "una ciudad son sus poetas" y que "uno no nace triestino, se hace". Esa ciudad fronteriza y extraña, tan rara como los escritores de allí (Saba, Pittoni, Bazlen, Stuparich, Slataper, Voghera, etc.) o de paso (Joyce y Stendhal, entre ellos). Por cierto, me ha llamado poderosamente la atención que no se mencione en ningún momento a Claudio Magris, el triestino más conocido (y reconocido) entre nosotros. La bora (qué ciudad literaria no aspira a tener su propio viento), las librerías de viejo (la Antiquaria), las editoriales (Zibaldone), el café San Marco (el de Microcosmos), sus alrededores... Un libro, sí, a la altura de una de las ciudades más escrita del mundo.