Demonios
Sloper, Palma de Mallorca, 2023. 94 páginas.
Clark (Ibiza, 1984), traductor y director del sello Isla Elefante,
consiguió el Premio Hiperión con Los hijos de los hijos de la ira, el
Ojo Crítico con La Fiera y el
Loewe con La policía celeste. Es autor (cito los más recientes) de Los
últimos perros de Shackleton y Armisticio. Tras ¿Y por qué no lo
hacemos en el suelo?, este libro delicioso que mira hacia el pasado para establecer
un diálogo con sus personales demonios amicales y familiares, sentimientos u
obsesiones persistentes y torturadoras (dice el DRAE) que él transforma en lo
contrario. Utiliza
un arma infalible: el humor. Y lo irónico. En línea con la tradición lírica británica,
que en él resulta más natural debido al origen de sus progenitores; Auden,
Larkin y Thomas mediante. Nos sorprende esta poesía inconfundible que mezcla
con gracia hondura y sencillez y sobre la que reflexiona en “Poema adentro”, “Contra
mis lecturas”, “Desearía”, “Retrato del poeta adolescente”, “Gajes del oficio”…
Versos ligeros de equipaje. “Hay pocas cosas sólidas”, aprendió
de su padre (“Hipiquienne”).
A pesar de las pérdidas, y, por tanto, del duelo, el tono es más
hímnico que elegíaco: “Qué fácil / es vivir junto a los muertos, / qué sencillo
entender que estamos juntos”. “Hasta hacer del dolor algo ligero, / compacto,
transportable”, sería el objetivo. “Porque lo que nos falta es lo que existe”.
Poemas como “Las marcas del cantero”, “Teoría de las islas”, “Obra
civil”, “No sirves para nada” (debería leerse en talleres literarios), “Las
vías” (Inglaterra, su abuelo), “El Tremor” (poema documental sobre un accidente
ferroviario) o algunos amorosos de la parte final, como “It Should Have Been
Me” (un epitalamio), perfilan la flagrante verdad que evidencian estas
“ceremonias del vivir” que persiguen, “de ciudad en ciudad”, que, olvidado el
ayer, “convirtamos el hoy en un refugio”.
NOTA: Esta reseña se ha publicado en EL CULTURAL.