31.3.12

Adiós refinería, adiós

Plantearla fue un error. Y, en mi modesta opinión, que los socialistas extremeños apoyaran el proyecto, otro. Que los populares de entonces, con Floriano a la cabeza, estuvieran en contra forma parte de esa farsa que da en el descrédito de la política. Ahora el Ministerio de Cañete (y no de Narbona) decide vetarla con una Declaración de Impacto Ambiental (DIA) negativa, lo que supone, hablo de mí, un motivo de alegría.
Monago culpa al PSOE de retener el rechazo en un cajón. 
Puede que fuera verdad lo de los puestos de trabajo y lo del reforzamiento del sector industrial en Extremadura, pero el daño al medio ambiente y, sobre todo, el de nuestra imagen de marca, fundada en el respeto y conservación de la Naturaleza, me temo que hubieran sido más dañinos que los presuntos beneficios a obtener. Eso si no se tienen en cuenta las alegaciones y al final se permite su construcción.
Por lo demás, repito, ¿hay algo más feo que una refinería?

30.3.12

Festival y Orquesta

Después de hacerlo resurgir (con cambio de nombre incluido), a costa de privatizar de nuevo su gestión, el converso Monago, que ahora apuesta por el teatro, lanzó un titular a la altura de su caída: "Va a ser una edición histórica del Festival de Mérida", que es algo parecido a lo que dijo la otra después de intentar cargarse el Womad de Cáceres. Pues bien, según G. Moral (El Periódico Extremadura), el patronato de la Orquesta de Extremadura y la Consejería de Educación y Cultura se plantean nuevas "medidas de ajuste", esto es, "un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) extintivo, modificaciones en los contratos, que ahora son indefinidos, o convertir a los integrantes en personal fijo discontinuo", lo que, según el comité de empresa de la OEX, implicará "la desaparición real de la orquesta". Veremos. Lo mismo el presidente vuelve a sorprendernos y nos anuncia, cual melómano neófito, una "edición histórica" de sus conciertos.

Arte y deporte

"Quisiera que pensasen sobre esta idea, que el arte no es un lujo, no es un entretenimiento -como lo son los deportes- y que no se puede unir en un solo ministerio distintas disciplinas", dijo Elena Asins en la entrega de los premios de la Fundación Arte y mecenazgo. Y dijo bien.

29.3.12

Planeta mojado

Quienes frecuenten este lugar sabrán a ciencia cierta que la música no suena demasiado. Salvo la de la poesía; callada, sobre todo. No niego que sea algo relevante y admirable, central en la vida privada (o pública) de cualquiera; un arte excelso, tal vez el más grande que es capaz de desarrollar el ser humano; digo que, aunque me gusta y, como todos, puedo ajustar mis recuerdos a tal o cual melodía, no tengo por costumbre escucharla a diario y darle la importancia que le doy a leer y a escribir, por ejemplo. Nada de lo dicho obsta para que reconozca que he disfrutado mucho con Planeta mojado, un disco de David Villanueva, editor de Demipage, publicado en forma de disco-libro por El Volcán Música y Librería Cálamo. Además de las canciones, hay textos de Santiago Auserón, Fernando Aramburu y Francisco Javier Irazoki, entre otros. Gente que sabe. Una gozada, sin duda.

28.3.12

Cada miércoles, poema

Es el día elegido por El País, que dedica a los libros un amplio espacio en su sección de Cultura, para publicar un poema inédito. La serie comienza con uno, excelente, del colombiano Juan Manuel Roca titulado "Pasaporte del apátrida".

Voces verdaderas

El poeta norteamericano Mark Strand acaba de instalarse en Madrid. Antonio Lucas (El Mundo) ha conversado con él. Me quedo con este comentario : "La poesía es una forma particular de comprender las cosas, de mirarlas de un modo siempre distinto. El poeta es un tipo que ve el mundo desde una óptica particular que a veces coincide con la óptica de quien lo lee. No lees a un poeta para saber más del mundo, sino para sumergirte en su lenguaje, en su mirada. Hace demasiados siglos que la poesía no trae una noticia nueva. No es su misión. En la poesía no hay titulares nuevos. Sólo voces verdaderas".

27.3.12

Antón Castro: en ruta

Menudean últimamente por aquí las referencias a Antón Castro, zaragozano nacido en Galicia, de la cosecha del 59, como su amigo Fernando Sanmartín, que le cita también en sus diarios. Asiduo de su blog, desconocía el resto de su obra (doy por hecho que es de los que escriben su bitácora en clave literaria). Aunque la carne sea triste, uno, que no es Mallarmé, está lejos de haber leído todos los libros. Una suerte. Por eso, nada mejor que empezar con la antología Versión original, publicada por La Isla de Siltolá en su colección Inklings. Se mezclan en ella los textos publicados y los inéditos y toma el título de un poema dedicado a Félix Romeo -otra presencia real, por mucho que odiara a Steiner- y a Lina Vila. Digo "poema" y casi debería empezar por ahí: "Cuántas veces me pregunto cómo se escribe un bello poema", se lee al principio de "La belleza". Más tarde, en el epílogo, alude a "prosa poética, poesía en verso y prosa, poesía narrativa, tentativas de esto y de aquello al calor del lenguaje". Sí, da igual cómo lo llamemos si, al fin y al cabo, se trata de poesía, lo mismo da en qué forma. Se ve que no sólo la ha buscado, sino que la ha encontrado y este libro es prueba de ello. Dividido en seis partes, empieza de aquella manera. Quiero decir que casi me rindo a las primeras de cambio ante una prosa -ésta sí- un tanto alambicada que recorre lugares maravillosos como Compostela, Jaca, Huesca, Albarracín o Zaragoza (estampa dedicada a Sanmartín), pero con aires que a uno se le antojan demasiado barrocos. Ese espejismo desaparece de golpe y para siempre en cuando atacas "Las cartas de mi padre", una figura central, por cierto, de este apasionante libro. Pronto entra en juego también el amor y las mujeres y el cuerpo, otro asunto de asuntos nuclear en la vida del escritor Antón Castro, dotado de una especial sensibilidad para abordarlo (a su blog remito). Y aparece la música, el cine (pura poesía en El río, de Jean Renoir), la fotografía y la pintura (de Rembrandt, pongo por caso, al que dedica un poema memorable). Y las pintoras, ay, y las actrices.
La IV parte es "El paseo en bicicleta", título del libro que publicó en Olifante en 2011. Bicicletas y ciclistas ruedan por ella y, de paso, Castro logra ganar etapas gloriosas, como "El pescador y su hijo" (con Ramón Acín detrás), "Torre del Abejar" (con el padre de nuevo al fondo, un hombre que merece una novela), "Barral" o "La Ciudad Nueva".
Lleno de dedicatorias y guiños cómplices y, se nota, de amistad a raudales, son dignos de destacar, en fin, "Sígueme", el poema que dedica a Mestre, "Vida de poeta" y "Autobiografía con niebla", acaso el mejor ejemplo para comprender de quién estamos hablando. De alguien, en todo caso, al que lo que más le gusta en el mundo es escribir, si pongo en primera persona lo que él coloca en tercera nada más abrir el libro.
Lo vuelvo a decir: de un puñado de escritores de Zaragoza ("soy de esta ciudad"), se va a seguir hablando mucho. De Antón Castro, no lo dudo.
(Nota: La fotografía es de Vicente Almazán.)

26.3.12

Jesús Ruiz Mantilla ha conversado con la editora Beatriz de Moura, fundadora de Tusquets, y la entrevista se publicó ayer en El País Semanal (con una hermosa foto de Jordi Socías).
¿Cómo se mima a un autor? ¿Cómo se le convence de que no le merece la pena irse a ningún otro sitio?, pregunta el periodista, y ella responde: "Por un lado, con fe en su obra y acompañándolos en su andadura; por otro, creando un equipo de primera, no necesariamente muy numeroso, pero sí bien avenido y que disfruta haciendo lo que hace. Tal vez podríamos haber sido más ricos en Tusquets, pero hubiésemos trabajado con menos placer. Y creo que los autores notan eso, en el propio trato que reciben. Primero cuenta la admiración hacia ellos, y debe ser transmitido así. Eso fomenta el trabajo en común. Sincronizar metas es fundamental. Convencer al autor de que estamos juntos en la misma aventura resulta crucial. En este punto es donde suele establecerse una especie de comunión con el autor. Algunos autores y algunos editores entienden esa relación como una complicidad, y otros no".

Tabucchi, por Vila-Matas

"Por el dolor de llamar" titula Vila-Matas su artículo de despedida a Antonio Tabucchi en El País.

García Martín: cinco aforismos y un haiku

■Se escribe para desaparecer más despacio.
■Un poeta malo es menos malo que un poeta mediocre.
■Para gustar a mucha gente hace falta menos que para gustar a unos pocos.
■Extrañarse ante lo obvio es el principio de la sabiduría.
■Escribo para ocultar un secreto.
■Hago balance / ninguna primavera / tantos inviernos
(De su blog, Café Arcadia)

25.3.12

Una forma de mirar

No pocos sabemos lo que supone ser amigo de Elías Moro. Una suerte, sin duda. Tal vez por eso no se le conocen enemigos (ni siquiera ese "algún" que él sospecha). Sus detalles son famosos. Por ejemplo, que después de hablar aquí de Hacia la tormenta, de Fernando Sanmartín (gracias a él), se tomara la molestia de buscar en su biblioteca (perfectamente ordenada, como todo lo suyo) uno de los dos ejemplares que tenía de Los ojos del domador y me lo enviase, a sabiendas de que iba a gustarme. Lo publicó Olifante en 1997 y reúne notas de un diario escrito entre los años 1993 y 1996. Dos detalles: forma parte de una colección de poesía y está dedicado a Mar, como Hacia la tormenta. En el prólogo dice: "Siempre he pensado que la literatura es una forma de mirar". Después recuerda unas palabras de Llop -otro de nuestros diaristas por excelencia- acerca de los cuadernos de notas que él compara con "el cuartel de invierno del escritor".
Las lecturas (Onetti, Caballero Bonald, Arroyo, Connolly, los Panero...), las mujeres ("Ella", esa sombra, ante todas), la vida secreta y provinciana (con su escasa grandeza y sus abundantes miserias: "Vivir en provincias es a veces como ser bibliotecario en un sótano oscuro"), los viajes (Escocia, Irlanda, Venecia, Nueva York, Lisboa -cada abril, en el extinto Expreso Lusitania-, El Cairo, etc.), la vida literaria y social...
Entonces leyó Días de 1989, de García Martín, o a olvidados de la literatura española como Ruano o Víctor Botas (del que La Isla de Siltolá va a publicar su poesía completa) y aprovecha para criticar las numerosas injusticias literarias que en el mundo han sido.
Por aquellos años se murieron el citado Onetti, Torga y Brodsky. Ya conocía y admiraba al pintor Ignacio Fortún. Volvió a ver -como yo hace una semana- Casablanca y reconoció en un autobús a Félix Romeo, que regresaba de su cárcel de insumiso,  a quien dedica unos justos elogios que parecen de ayer mismo.
También hay sinceras alusiones a la poesía y los poemas, a los libros ("la barricada contra lo cotidiano", "balnearios que nos han traído desde las trincheras de la tristeza"), al solitario e inútil oficio de escribir, a la huida (o a su intento), a las dudas, la depresión (ese "anzuelo que nos arrastra hacia las orillas peligrosas") y el desánimo. Y momentos felices: cuando navega (en Hondarribia o Ibiza), o habla de sus amigos escritores (Ángel Guinda, Antón Castro) o se acerca a ver aviones. No deja de quejarse -quién no- de esos escritores que parecen "socorristas de la playa" y hay más de una X (abundan en todas partes los innombrables) por sus páginas. Sí, muchas cosas parecen repetirse; por ejemplo, los premios literarios o las prisas de algunos por conseguir la gloria a costa de lo que sea, que casi nunca es lo debido.
En este viaje hacia sí mismo -el más difícil, según Bárbara Jacobs- cita Sanmartín a Torga: "no hacer trampas en un diario es tan difícil como pasar delante de un espejo y no mirarse". Con todo, reconoce que el suyo se publica con pocos retoques, porque nada le viene peor a este género que el afeite, el maquillaje o el disfraz. Me da que no miente. Es la segunda vez que lo compruebo. Será que nuestra forma de mirar es parecida.

24.3.12

Álbum de trabajo, de Aramburu

"Los coleccionistas de contradicciones hacen bien afiliándose al género humano. Pronto llenarán el álbum. Podrán pegar en él la foto de empresas que se instalan en países con mano de obra barata y transportan sus productos de vuelta a casa para que los adquieran quienes allí perdieron el salario. O la de aquellos gobernantes, tan preocupados por el futuro, que recortan en educación e innovación y lloran el inadmisible, dicen, paro juvenil, al tiempo que retrasan la edad de jubilación de los que irán con andador a ocupar el puesto que podría corresponder a la juventud desocupada. O la del político que protesta en la calle contra una situación que él contribuyó a crear. O la del activista más o menos revolucionario que gana millones. O la del patriota regional que vacía las arcas del solar vernáculo, cementa las costas y construye aeropuertos yermos. O la de..."

Lo que hay

Sólo al ver a Fulana y a Zutano como candidatos a ocupar éste o aquél carguete del partido, caigo de verdad en la cuenta: qué lástima da el PSOE, al menos por estos lares. Imposible caer más bajo. Bueno sí: en caso de elegir a impresentables como ésos, que encima van, cómo no, de críticos y renovadores. 

23.3.12

Interior metafísico con galletas

Si hay algo que domina el poeta cántabro Alberto Santamaría son los títulos de sus libros, siempre originales o, cuando menos, curiosos. Son una pista fiable para comprender con quién nos la estamos jugando. El último, publicado por la exquisita El Gaviero (que dirige Pedro J. Miguel, padre de Luna Miguel, novia de Antonio J. Rodríguez), se titula Interior metafísico con galletas y, de nuevo las sorpresas, está tomado de una cita del mismísimo José María Pemán (al que cuesta no poner el "don" delante).
Tampoco es frecuente que un libro de poemas, largo o breve, lleve prólogo y éste lo tiene, firmado por Rosa Benéitez: parafraseando a Nietzsche, "Ellos, los metafísicos". Unas palabras, por cierto, que orientan en parte al lector, aunque la obra vaya, como debe ser, a su aire. 
"Ingenieros de lo particular" los denomina Benéitez. Uno de ellos, Santamaría. Con ser muy suyo y poseer una voz propia, pertenece a una hornada de jóvenes poetas cansados de viejas guerras líricas perdidas que se toman muy en serio, a pesar de lo que algunos crean, su noble oficio. Siguiendo a uno de sus maestros (de qué poeta no), W. Stevens, lo suyo es la imaginación que no se opone a la realidad "sino que, por el contrario, la refuerza cuando la presión es tan fuerte que escapa a nuestros medios habituales de comprensión". "A partir de un firme hartazgo de lo convencional, sigue explicando Benéitez, se articula, en este libro, un discurso del imprevisto (...) que consigue desautomatizar los recorridos sobre lo real, gracias a la imaginación". 
Con todo, que nadie se alarme, "no estamos frente a un metafísico al uso" sino ante alguien que pretende con su poesía "rebajar la metafísica". 
Para ello, AS tiene muy en cuenta al W. C. Williams de Paterson: "no hay ideas sino en las cosas", algo que me recuerda, por cierto, a otro poeta no tan joven (con perdón), cántabro también y órfico (otra manera de ser metafísico a la española), Lorenzo Oliván, que tan presente ha tenido siempre, según creo, esa máxima. 
"No se trata de describir sino de escribir", concluye, a modo de poética, la prologuista. 
Poesía, la de Santamaría, para leer, en estos tiempos veloces, muy despacio. Hija de su tiempo: si algo es la modernidad en poesía, debe ser aproximadamente esto. Poesía con sustancia para una época de nonadas -poetisos y poetisas- que escriben (un decir) para los premios o la fama. Poesía, en fin, propia de alguien que, más allá de su profesión profesoral, ha ensayado con solvencia y conoce bien de lo que habla. 
Lo dije una vez y lo he repetido, seguro, otras: en pocas ocasiones ha tenido uno tan claro que tenía delante a un poeta como cuando escuchó por primera vez los versos del jovencísimo Alberto Santamaría en una nave del pueblecito salmantino de Morille. Aquella intuición quedó hace mucho confirmada. A este metafísico libro remito.

22.3.12

Alquimia del agua

Según la socorrida Wikipedia, que no es -lo sé- la versión internáutica de la Encyclopedia Britannica, "la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó el 22 de diciembre de 1992 la resolución por la que el 22 de marzo de cada año, fue declarado Día Mundial del Agua"; es decir, hoy.
Santiago Aguaded (no es seudónimo), junto a Jack Landes y Sara Schnabel, ha coordinado una caudalosa antología titulada Alquimia del agua (Antología heterogénea de poesía y prosa poética la subtitulan) donde se recogen numerosos textos, ya digo, que tienen como protagonista al líquido elemento.
Uno nada en la página 269, que no es mal número.
No está de más bucear en esas aguas y más ahora, agobiados por esta pertinaz sequía, para encontrar las mil y una variaciones que esa perfecta metáfora ha deparado a lo largo del tiempo. Ya lo dijo Ángel: "De todos los milagros, el del agua".

Pérez-Reverte dixit

No me gusta Arturo Pérez-Reverte. Ni el personaje ni su escritura. Hablo del artículista, del literato no puedo opinar: nunca he leído una novela suya. Es un problema de tono. Es un hombre excesivo. Sin embargo, como a muchos, me ha llegado un presunto texto suyo sin título (lo que le hace aún más sospechoso), inencontrable en su página web, pero con su estilo, que está cargado de razones. No sé los demás, pero uno pasaría por idiota.

21.3.12

En el Día Mundial de la Poesía

NOSOTROS HEMOS SIDO REYES

Reyes de la mirada y la sonrisa
de las callejas que nos vieron
tal vez descalzos caminar
de los mares en que nos zambullimos
de las bicis que nos robaron
de las caricias que no recibimos
de los cuadernos ajados los bolis
rotos las canicas irisadas
y también de los sueños que no se pueden
ni vender ni comprar pero que
a veces se olvidan
en un abrigo viejo.
Sí, hemos sido reyes y por eso
seguimos caminando
con la cabeza alta en el exilio
de nuestro dolor saciado
de nuestra edad adulta
por infinita hilera de derrotas
con este porte elegante
con nuestro espléndido manto de harapos,
porque los reyes que somos tienen reinos
tan inmensos que pueden
esconderse en la misteriosa
oquedad de una concha. 

Giancarlo Cavallo (Salerno, 1955)

El poema pertenece a Campo de retama, 13 poetas italianos contemporáneos. Selección y traducción de Eloy Santos. Pliegos de Poesía Manual de Instrucciones. Fundación Inquietudes, 2009.

20.3.12

Varia

Antonio Gracia escribe en la nota que precede a Informe pericial (Contemporáneos a Mano. Biblioteca Hernandiana, Fundación Cultural "Miguel Hernández", Orihuela, 2010): "La originalidad consiste en apropiarse de la tradición. Decir, como si fuera nuevo y con voz nueva, lo que ya otros han dicho".
Rafael-José Díaz publica en Léucade (Islas Canarias, 2012) Disolución, sus primeros "tanteos narrativos" (fechados en Gran Canaria en el verano de 2006) que, como cabía esperar, son más que eso. 
Ya hemos hablado aquí de un poeta secreto, José Antonio Cáceres, del que la no menos misteriosa Editora publica, en la colección Vincapervinca, Moradas (1988-1989). Lo que sí está claro es cuánto ha hecho y hace por la recuperación de su poesía Emilia Oliva, que firma "Moradas, el agujero negro de la poesía objetiva de José Antonio Cáceres", un nuevo acercamiento a un mundo poético tan particular como sugerente que permanece prácticamente inédito. 
El tarot es protagonista de esa obra, como también de la última entrega de Jesús María Gómez y Flores, Arcanos mayores, editado por Norbanova Poesía e ilustrado por Deli Cornejo; un libro donde la música, a modo de banda sonora, es tan importante como los versos.

Envidia de la poesía (del blog de ML-V)

"La envidia de la poesía no es un "vicio" exclusivo de los filósofos. La narrativa de la segunda mitad del siglo XX (y de lo que llevamos de este) está preñada de esta envidia. De una envidia, sobre todo, por el personaje poético que ha desarrollado la poesía moderna: una voz en primera persona que elabora su visión del mundo a partir de su propia experiencia. Un personaje que tiene su origen, como se ha escrito muchas veces (tantas que quizás, en rigor, sería hora más bien de comenzar a cuestionarlo) en el Romanticismo inglés con el Preludio de Wodsworth como piedra angular y que sufre después múltiples mutaciones hasta llegar a hoy: algunas tan esenciales como el paso de "protagonista" a "testigo" que se da sobre todo tras la II Guerra Mundial (el ejemplo de Milosz es singular) y la aparición del documental, y la incorporación de elementos que tienen que ver con la experiencia performativa del cuerpo: su incorporación a la poesía (Sylvia Plath, Anne Sexton...) de una forma absolutamente natural con sus dolores y sus humores (hasta entonces había sido patrimonio casi exclusivo de la escatología poética) ha sido sin duda otra de las grandes revoluciones poéticas del siglo. En buena parte la narrativa ha renunciado a aquello que tenía de puesta en pie de un mundo complejo mediante la suma de métodos y astucias propias del resto de géneros para acomodarse a discursos más simples, que admiten variaciones sin duda en su escritura, pero subordinados a menudo a una voz única, en primera persona, que al renunciar a algunas exigencias básicas de la poesía acaban resultando poemas alargados, blandos y sin tensión". 
Martín López Vega, Envidia de la poesía.

19.3.12

En vilo

Se cumplen veinticinco años de la muerte del poeta Aníbal Núñez (1944-1987) y, con ese motivo, la Diputación de Salamanca, por empeño de Aníbal Lozano, en la misma colección -la de Autores Salmantinos- que la antología de Ángel Campos, publica su libro Figura en un paisaje y Gormaz a sangre y fuego, número 50 de la misma.  
El editor literario es Tomás Sánchez Santiago, otra conexión, que firma el lúcido ensayo “Del más allá del ver”, donde el zamorano, que fuera amigo del autor de Alzado de la ruina, desentraña algunas claves esenciales de su obra. Una obra, cabe añadir, que crece y crece, tanto en influencia como número de lectores y de estudiosos, y que ya es, por razones poéticas obvias, una de las más interesantes y singulares de la poesía de nuestro tiempo.
“Quien era hasta la obcecación  el enemigo de lo impecable no podía dejar un rastro fácil”, según TSS, una afirmación que, en cierto modo, se vuelve contra él, pues a medida que vamos avanzando a través de sus palabras, tan iluminadoras como certeras, resulta cada vez más sencillo seguir esa pista. Así, cuando constata que su poesía, alejada por completo del “lugar común”, “parece exhalar la resonancia de otro idioma, un idioma distante, que la aparta de toda congregación en torno a lo que pudieran considerarse rasgos comunes de época”. “Material combustible, la obra poética de Aníbal Núñez se mantiene en vilo, frágil y vigorosa a la vez”, más en un “país como este nuestro en el que, para poder acabar desechándolo, lo extraordinario se quiere confundir siempre con lo extravagante”.
Escrito en el autumnus mirabilis de 1974, como otros nueve –entre conclusos y empezados- de los suyos, Figura en un paisaje nació como un desafío entre dos amigos, jóvenes poetas ambos: Luis Javier Moreno y él. Cuenta el primero en su diario que se juntaban en casa del segundo para ojear libros y álbumes de arte del fotógrafo, y padre de Aníbal, José Núñez Larraz. Un buen día surgió “el juego”: lo de escribir poemas “a partir de los cuadros preferidos por uno y otro”. Un juego muy serio, cabe añadir, pues que algunos poemas de los que aquí se vuelven a publicar son, sin duda, de los mejores de AN, que es tanto como decir, como comentaba antes, de la poesía española de la segunda mitad del XX: “Batalla entre Alejandro y Darío en Isso”, “Regreso de los cazadores”, “Vista del jardín de Villa Médicis”, “Le fendeur  de bois”…
Cierra el conjunto “Capitán Hölderlin”, “con toda seguridad el espacio poético menos visitado de toda la producción de Aníbal Núñez”. El libro termina con una sorpresa: la del poema –ilustrado por él- “Gormaz a sangre y fuego”, escrito en 1982, durante una visita del poeta de Salamanca a Burgo de Osma, al instituto donde enseñaba entonces TSS, para hablar, oh casualidad, de pintura.
En el salón de casa cuelga, precisamente, un grabado de Aníbal que nos trajimos hace treinta años de Montánchez. Por eso, lo recuerdo con frecuencia. A él y, lo que más importa, a su poesía, una de las que más admiro y de cuya influencia me gustaría presumir.

18.3.12

Adiós

No, no me voy (salvo a Sevilla, dentro de un rato). Me refiero al título de la revista bimestral de la empresa mixta de servicios funerarios, Funespaña. Su redactora-jefa es, por cierto, la conocida periodista radiofónica Nieves Concostrina. Se distribuye gratuitamente y tiene, ay, una amplia difusión.
Hace unos meses recibí un mensaje de Javier Gil Martín donde me presentaba esa rara publicación y, de paso, me pedía un poema para la sección que allí coordina: "Versos para el adiós". Con dos condiciones, eso sí: "el poema no puede ser muy fuerte (la revista se reparte en sitios no muy festivos, y los potenciales lectores es posible que no estén en su mejor momento) y tampoco ha de ser muy largo (por el formato de mi sección)". Después de tocar madera y respirar hondo, le dije que sí. Tenía uno a mano, el mismo que me había pedido un amigo de Badajoz para que le sirviera de "felicitación" navideña, ya que acababa de morir una de las abuelas de la casa y nada le parecía más adecuado para enviar a la familia en esas significativas fechas.
En el último número, el 93, se publica "De bien morir" junto a "Que la vida iba en serio", de Karmelo Iribarren. La sección se completa con un artículo de Gil Martín sobre el poeta cubano Severo Sarduy y dos de sus poemas.

17.3.12

La antología de Ángel

Gracias a Aníbal Lozano, ya tengo encima de la mesa la primera antología mayor de Ángel Campos Pámpano, como la califica su prologuista, Miguel Ángel Lama, publicada por la Diputación de Salamanca cuatro años después de que apareciera en Calambur su poesía completa, los mismos que hará, en noviembre, de su prematura muerte.
Los lectores de Ángel tienen otra ocasión de volver sobre sus poemas y quienes aún no los conozcan, la excusa perfecta para hacerlo en una preciosa y asequible edición.
Unos y otros leerán por primera vez cinco poemas inéditos rescatados por el poeta zamorano Tomás Sánchez Santiago, íntimo amigo de ÁCP, que compartió con él sus estudiantiles años salmantinos. En esa ciudad que tanto quiso, donde se inició en la poesía -lo que más le importaba- y empezó a traducirla, están escritos los citados poemas, entre 1977 y 1978, cuando Ángel tenía apenas 20 años.

16.3.12

El Loewe, por JRM

Javier Rodríguez Marcos (que se presenta como alguien que «estudió filología, trabaja como periodista y es miope. Pero sigue leyendo. Forma parte del área de cultura del diario EL PAÍS y ha publicado media docena de libros, alguno incluso de poesía. De tener una teoría, podría resumirse en este viejo tuit de don Quijote: "Más vale un diente que un diamante"») ha creado su blog, letra pequeña, con voluntad, o eso parece, de permanencia. A pesar de su aún corta vida, no creo que sea una mera coartada o el fruto de una imposición de su periódico. Pasa con otros. Aquí hay regularidad, hondura y opinión, que es de lo que se trata.
Premio Loewe, instrucciones de uso es su entrada más reciente, escrita con motivo de la entrega a Álvaro García del galardón, y da buena idea de por dónde van los tiros. Del tono, mejor, que JRM es un hombre tranquilo.
Espera uno el libro del amigo malagueño. Hablaremos.

15.3.12

Americanos

Hace mucho que los editores españoles tratan a la poesía hispanoamericana con el respeto que merece. Los grandes y los pequeños, si cabe tal distingo en el inmenso pero minoritario mundo de la lírica. De Tusquets, Pre-Textos, Visor o Renacimiento hasta  Ediciones Liliputienses, donde Cumbreño publica, por ejemplo, una nueva edición de Punctum, del argentino Martín Gambarotta. El flujo, por suerte, es continuo y ya no cabe parafrasear a Bernard Shaw, aquello de que "una lengua común nos separa". Esto, que para la mayor parte de los editores de poesía (y no sólo), ya digo, es común, lo es aún más para los responsables de la Biblioteca de Poesía en Español de Sibila / Fundación BBVA. El próximo libro que editen hará el número 30 de la colección, en sus distintas veriantes –Obras completas, Antologías, Libros históricos (ya publicados), Libros actuales (inéditos) y Libros de estética y teoría poética– y todos, si no me equivoco, son poetas ultramarinos. Los tres últimos que he leído, inéditos, son una buena muestra de la importancia de esa aventura. Me refiero a El rumor de los bordes, de Lila Zemborain; Fragmento de una manzana y otros poemas, de Miguel Ángel Zapata y Como en tierra salvaje, un vaso griego, de Elkin Restrepo. En ese orden, si no se malinterpreta la prelación, esa cosa tan poco poética. La argentina Zemborain, lo confieso, me excede por experimental (no hago un juicio de valor); del peruano Zapata (que vive, como ella, en Nueva York) copiaré otro día un poema que dará una idea cabal de su interesantísima manera de decir, tan sencilla como elaborada, y me extenderé, por fin, sobre el libro del colombiano Restrepo, que vive, supongo, en su Medellín natal y que ha titulado una de sus antologías (de 2010) Poeta de provincia. Lo digo por la ironía que encierra. Nada menos provinciano que este libro de título tan sugerente donde prima, como decimos aquí, el culturalismo. Nada pedante, añado, no libresco e impostado, sino natural y sencillo como la vida misma, que es el material que más abunda en esos poemas. Digo "culturalista", y ahora lo entrecomillo, porque en ellos se acerca el antiguo Egipto (a un joven faraón -que es un joven dios-, su esposa, su corte, su pirámide, sus sueños, etc.), a Grecia (de la mano de Ulises, Ayax, Odiseo, Aquiles, Helena, Naúsica, etc.), el mundo mesoamericano (con Quetzalcóatl, su cultura y sus otras pirámides) y, ruinas y museos adelante, hasta Hamlet, Tolstoi, Conrad, Freud, Houdini, Gauguin o Hemingway ("Idaho, 1961").
La narratividad impera. Y, cómo no, el monólogo dramático. Personas o personajes -los ya citados, literarios o reales- a los que Restrepo pone voz para que reflexionen sobre su existencia y den cuenta de sus alegrías y de sus pesares. De las suyas y, cabe añadir, de las del poeta, que pone en su boca las palabras. El lenguaje es sencillo, con suaves aliteraciones, sin ningún aspaviento, eficaz y discreto. Nunca estorba. A veces uno duda que esté leyendo -dichosos tópicos- a un americano del sur.
Hay en el conjunto un tono arqueológico, pero no porque se escuche un discurso muerto, al revés: parece que uno estuviera asistiendo al descubrimiento de restos valiosos que vuelven del pasado y se nos muestran aún vivos, llenos de verdad y de belleza. "Ir allí y aplicarse al verso, / a pulirlo como a un vaso antiguo". 
Todo transcurre con una gran serenidad. Sí, uno lee y es como si estuviera oyendo a alguien contar antiguas leyendas que, sin embargo, a pesar del tiempo, no han perdido un ápice de actualidad e interés. 
Hay poemas preciosos en el conjunto: "Atribución", "Oráculo", "Escenario", "Documento", "Bárbaros"... Ya que lo cito, no está de más que destaque una voz que me ha sonado al fondo, discretamente, la de Cavafis; el más histórico, ese modelo inevitable de la gran poesía moderna. 
"Conturba que lo que una vez fue, / ahora sea como si no hubiera sido nunca", son versos que resumen el alcance de este libro y, acaso, su razón de ser. 
En el poema "Pugna", escribe Restrepo: "No vale la pena que gastes tu vida / escribiendo versos que nadie va a leer. / Si hay un oficio inútil, es éste. / En lugar de estar estrujándote los sesos, / vete a una sauna, el placer llama". Menos mal que en el último verso, tras la lucha entre "demonios, ángeles y lobos", concluye: "escribo al fin estos versos". Que uno, y con qué satisfacción, ha leído.

14.3.12

Elena Diego

La Fundación que lleva el nombre de su padre, el poeta Gerardo Diego, le dedica un homenaje en forma de libro dentro de la colección Cuadernos adrede. La edición y coordinación ha corrido a cargo de Francisco Javier Díez de Revenga y en él colaboran quince "amigos y deudores" de la primogénita del autor de Fábula de Equis y Zeda, especialistas en su obra, como Pureza Canelo, José Luis Bernal Salgado, J. M. Díaz de Guereñu, Rafael Inglada, Irma Emiilozzi, Gabriele Morelli, Rosa Navarro Durán, Julio Neira, J. M. Barrera o José Teruel.
"Elena Diego ha sido la imagen visible de toda la familia del gran poeta", afirma el editor. De lo que no cabe duda, después de leer las distintas semblanzas, es de la calidad humana e intelectual de quien, en estrecha relación con Pureza Canelo, ha sido y sigue siendo el alma de una Fundación ejemplar.

13.3.12

Del diario de Piglia

Sábado
Me interesa la distinción que establece Sartre en El ser y la nada, entre estar muerto y estar "retirado" ("être mis à la retraite"): en el primer caso, el pasado no existe; en el segundo, no hay otra cosa.
El ex boxeador, el ex combatiente, el ex drogadicto, el amante abandonado. La frase de In Another Country (En otro país) de Hemingway que F. Scott Fitzgerald consideraba una de las más sugerentes e inquietantes de la lengua inglesa. "In the fall the war was always there, but we did not go to it anymore (*)" da cuenta de esa nostalgia de la experiencia intensa que persiste como un lugar al que no se puede volver.
Por otro lado, la vivencia de la vida perdida remite a la figura del muerto-vivo que no tiene historia, ni sabe nada del pasado. "¡Pregunta a los Historiadores! Ellos, en sus aposentos, contemplan boquiabiertos lo que fue y lo describen incansablemente. Ve a preguntarles y vuelve luego", dice el cazador Gracchus, que vaga por los tiempos y por la Selva Negra, en el extraordinario relato de Kafka ("Aquí estoy, muerto, muerto, muerto").
Ése es el lugar de enunciación y el tono irónico que Beckett toma de Kafka para definir un nuevo tipo de narrador. Su primer relato escrito en francés Le Calmant dice al comienzo: "Je ne sais plus quand je suis mort. Il m'a toujours semblé être mort vieux". ("Yo no sé cuándo he muerto. Siempre me ha parecido haber muerto viejo".) Relatos que narran la experiencia, de vivir en el vacío, en un presente perpetuo. De allí su contemporaneidad, etcétera.
Hay algo de esa figura en la cultura política actual. La noción del testigo como el muerto en Agamben. (Los "musulmanes" que se dejan estar en Auschwitz) y en el Walsh de Operación Masacre ("Hay un fusilado que vive") que a partir de esa figura restituye la verdad. También está el caso de los prisioneros clandestinos que han sobrevivido en los campos de concentración argentinos (el desaparecido que regresa) y son los testigos clave en la reconstrucción de los hechos en el Nunca más y en los juicios actuales a los militares.
El testigo como el sobreviviente. Quizá éste sea el único caso en el que vale la ecuación: solo quien lo ha vivido puede contarlo (porque en un sentido está muerto).
En el orden del relato, no hay que confundir información con experiencia.
(Ligado a lo anterior) "El primer significado de verdadero y falso parece haber extraído su origen de las narraciones". Spinoza Apéndice a los Principios de la filosofía de Descartes. Pensamientos metafísicos (1663).
(*) "En otoño la guerra estaba todavía ahí, pero nosotros ya no íbamos más hacia ella". (Otra alternativa: "En el otoño, la guerra seguía ahí, pero nosotros ya no íbamos hacia ella"). Frase clara pero extraña por su leve desplazamiento sintáctico y su torción pronominal.

De Babelia.

12.3.12

Última hora

"Además está en trámite la supresión de algunos puestos como los directores del Instituto Agroalimentario o la Editora Regional". (El subrayado es mío.) Diario Hoy.

Adiós a Zona de paso

150 entrevistas después y tres años más tarde, el periodista Juan Domingo Fernández cierra en el diario Hoy su sección de entrevistas Zona de paso. Puedo asegurar que las he leído todas.
No conseguí, cuando pude, ser su editor, y mira que insistí, pero tengo la esperanza de que ese libro de conversaciones que JDF debe a sus lectores llegará. Tal vez por eso empieza su artículo de despedida con: "No daría para un libro, sino para tres".
Por lo demás, espero que vuelva con nuevos empeños, más allá de su colaboración semanal. Si hay alguien imprescindible en ese querido periódico, un referente con todas las consecuencias, es él.
Hace unos meses, la revista Sibila publicó un poema que le está dedicado. Surgió después de nuestra conversación aquí, en casa, en esta habitación donde ahora escribo, una calurosa tarde de julio.

EL MURO

                                            A Juan Domingo Fernández

               El muro, yo y luego el mundo: Eso es mi mundo
                                                                 Henrik Nordbrandt

Me preguntas si ha sido esta ciudad
mi torre de marfil. Yo te respondo
que acaso las murallas
(a cuyos pies trabajo cada día,
a cuyas piedras se enfrentan las ventanas
del piso donde vivo,
a cuyo alrededor siempre paseo),
sin voluntad privada o excluyente,
han sido mi refugio, una isla aparte;
que entre sus muros, en fin, levantó uno
su mundo contra el mundo.

11.3.12

Elogio de la lentitud

El viernes, al llegar del largo y caluroso paseo, me encontré con un libro. En mis manos, la preciosa edición de Hacia la tormenta, de Fernando Sanmartín, publicado por Xordica en 2005. Tenía muchas ganas de leer, ya lo dije, los diarios del autor zaragozano, amigo de mi amigo Elías Moro, que tiene mucho que ver con la sorpresa, así que tan contento.
Los que se dedican a la enseñanza saben bien cómo se llega al fin de semana y lo bien que sienta la tarde del viernes. Me di una ducha, me senté y empecé a ojear el ejemplar por dentro y por fuera. No me gusta mezclar lecturas y tenía otra entre manos. Al momento, iba Hacia la tormenta con todas las consecuencias. Casi al final, por un comentario acerca de los escritores y el alcohol, al bebedor que no soy ni nunca he sido le dio por pensar que me había bebido el libro como algún amigo degusta un whisky o un gin tonic en el salón de su casa al atardecer, serenamente. No me resultaba difícil adivinar que esa lectura no iba a defraudarme. Tampoco que me iba a resultar tan gratificante. Misterios de la literatura.
Sin alharacas, sin pedantería, sin ensañamiento, sin egotismo, con una prosa jugosa, elegante y eficaz no carente de ironía; una prosa de la mejor estirpe, de ahí su regusto a clásica, alguien de Zaragoza nos habla de sus lecturas, de sus viajes, de su modesta vida literaria, de sus amigos... Digo lo de Zaragoza porque Sanmartín y esa ciudad -él mismo lo declara: "formo parte de ella"- son inseparables, lo que me lleva a expresar mi sana envidia, insana siempre, de que allí convivan, y en la mejor armonía, tantos y tan buenos escritores de apellidos breves (una casualidad) que no nombro -salvo al inolvidable Romeo- para evitar omisiones u olvidos, algunos de los cuales -los citados "amigos"- pululan por estas páginas donde FS busca "cobijo".  
Otro personaje central es su hijo Yorgos (como Seferis), que nace cuando lo está escribiendo (entre 1997 y 2002). Y "ella" (¿Mar?), tan difuminada como presente. Y, junto a ellos, la villa de Lekeitio, y otro mar: el mismo de todos los veranos.
Dije viajes y no son pocos los que hace este hombre. Con él nos acercamos a París y a Londres, pero también a Berlín, Bratislava, Siria o el Sahara. También de esos lugares habla lo justo, quizás porque, como dice en la primera entrada de su diario: "Una de las cosas que más admiro en literatura es el silencio". Y sigue: "Admirable compostura la de quienes utilizan el silencio como ropaje, como geometría". Es parte del tono de este breve libro sutil e inteligente que siempre dice más de lo que parece. Y es que Sanmartín tiene la gracia de acertar con los detalles, de trascender la cotidianeidad con la anilla de la literatura. Poco importa que hable de una linterna, una paloma o la fotografía de un buzo. Será porque le gusta mirar: "Mirar. Como una búsqueda".
FS podría hacer suya la definición de Tomeo -otro de la panda aragonesa-, eso de que "escribir es como abrir una ventana y ver el paisaje y contárselo a los que no están asomados contigo". Como previsible, no sé por qué, era su encuentro con Sánchez Ostiz (otro diarista imprescindible) al que define como "afiliado al entusiasmo, a la sinceridad, al aguante", algo que acaso Sanmartín también podría adjudicarse. Como eso otro que comenta a propósito del pintor Ignacio Fortún: "directo, sin retórica, sin trucos". Y uno escribe como es. 
A pesar de la aludida brevedad -marca de la casa-, Hacia la tormenta tiene una segunda parte: "Otro viaje, otro argumento (2002)" dedicada a la experiencia de convivir con un cuadro de grandes proporciones del citado Fortún que se llevó a casa después de que el pintor le pidiera un texto para el catálogo de su próxima exposición.
En este libro de perfiles y detalles no está de más, en fin, fijarse en algunas menciones: la de Modiano, por ejemplo, de quien compra, en Estrasburgo, Le petite bijou, porque "en las novelas de este autor uno encuentra personas que son reos de su pasado. Algo que me resulta demasiado próximo". Son datos que sirven para que uno fije su nombre en esa noble lista de diaristas españoles que tantas satisfacciones dan a los lectores del presente y tanto juego darán a los estudiosos del futuro.
Uno se queda, el libro ya cerrado, con ganas de más. Y recuerda lo que Sanmartín escribió en la página 38: "Pero es el azar, a veces, quien coloca en nuestras manos los libros cuando le apetece". ¡Bendito azar!

10.3.12

Síndromes

Con la misma naturalidad con que un hipocondriaco se apropia de los síntomas de una enfermedad, el letraherido hace suyos los versos de un poeta. Con aquéllos, enferma; con éstos, sana.

Paseantes

"Quema el sol como de verano, ¡mecagüen la h...!", me dijo ayer un señor mayor, mientras se quitaba la chaqueta, al cruzarse conmigo debajo del Puente Nuevo.

9.3.12

Unos poemas de Antonio Gracia

Una cosa es lo sustantivo y otra lo anecdótico. Empezaré por lo primero. La editorial madrileña Huerga y Fierro publicó el pasado año en la bonita colección Signos, que fundó y dirigió Ángel Luis Vigaray, la antología El mausoleo y los pájaros, del poeta alicantino Antonio Gracia (Bigastro, 1946). La edición corrió a cargo del crítico y profesor Ángel L. Prieto de Paula. Aun estando de acuerdo en que los prólogos, introducciones o prefacios la mayor parte de las veces pueden y hasta deben saltarse, en pocas ocasiones ha estado uno más convencido de su utilidad. El que abre esta antología es, sin duda, necesario. Poco, casi nada, conocía uno de la poesía de Gracia. Luego contaré qué y por qué. Eso ha cambiado. Después de haber leído los poemas que aquí se incluyen, claro, y, además, por lo que aporta sobre esa poesía el esclarecedor estudio de Prieto de Paula. Que el poeta carece de grupo, generación o como quiera llamársele es cosa sabida. No así las claves de una aventura poética al margen y por libre, rara avis, donde se vuelve a hacer patente la actualización cernudiana del griego: carácter es destino. Lo explica perfectamente el editor. Allí, Oniria -la belleza, el amor y la muerte- y las "pulsiones fundamentales" del universo graciano: "la pasión amorosa, la creación literaria y el duelo por la mortalidad". Tiene razón cuando afirma que hay un antes y un después en la obra de Gracia, un límite marcado por el libro Hacia la luz (1998). Y uno prefiere, qué duda cabe, lo que vino a partir de entonces. Más clasicidad mediterránea, luz e himno y menos desesperación, elegía y retorcimiento. En suma: más y mejor poesía. Todo se lee (¿se comprende?) de otro modo tras recorrer el itinerario que traza el editor a propósito de los versos de este "sujeto del dolor", tan solipsista: "entre los versos nadie sino yo". ¿La consecuencia? Un buen puñado de poemas, que diría otro de sus antólogos, José Luis García Martín, que trascienden ese deliberado ensimismamiento, ese melancólico "yoísmo", y alcanzan al lector a través, sobre todo, de su pulsión romántica, en el mejor y más pleno sentido del término. Los versos de un poeta que merece, gustos aparte, ser considerado como tal.
En cuanto a lo segundo, la anécdota, poco puedo añadir. Con uno de sus libros, Devastaciones, sueños, Gracia se alzó con el premio "José de Espronceda" de Almendralejo. Uno estaba en el jurado que decidió otorgárselo por mayoría. Pocos meses después, en el acto donde se fallaba el Loewe de ese año, pude escuchar cómo un libro con el mismo título ganaba el prestigioso premio y, lo que me resultó aún más extraño, el autor también se llamaba Antonio Gracia. Era él. El mismo, quiero decir. Luego vino el lío monumental y la desposesión del premio y las confusas explicaciones y, por fin, en la bibliografía, la mención a esa obra como "no autorizada" en su primera edición de Libros del Oeste (2005).
Después de conocer mejor al poeta y a sus poemas (una cosa y la misma), no sé qué pensar sobre ese desagradable asunto al que, por cierto, Prieto de Paula no dedica ni una sola palabra. A buen seguro, por lo que dije al principio: que una cosa es lo sustantivo y otra, muy distinta, lo anecdótico. Por muy posmoderno que se quiera poner uno.

8.3.12

Los Galanes y Margarit

Me acerqué hasta Guijo de Granadilla para una reunión del Patronato de la Casa-Museo "José María Gabriel y Galán"; la más concurrida, que uno recuerde, de los últimos años. Con representación institucional y todo: de Junta y Diputación. (Me llamó la atención, por cierto, que la responsable del Plan de Fomento de la Lectura llegara en coche oficial y con chófer. Nunca disfrutó uno de tales privilegios en esa honrosa tarea, ni en ninguna. ¿No dijeron las nuevas autoridades regionales que esas prebendas se habían terminado, que eso era cosa del dispendio socialista?)
Paco, el nieto del poeta, sigue luchando a brazo partido por la memoria de Galán, un combate que comparte con otra pasión confesa: la recuperación de la obra de su hermano José Antonio. De uno y otro hay libros a la espera de que la Editora Regional vuelva a la vida. A la ordinaria, digo, no a esa latente en la que subsiste gracias al empeño y la profesionalidad de quienes allí trabajan. Rosa Lencero explicó que pronto habrá alguien al frente. Nadie preguntó más.
Los actos suelen coincidir en estos sitios pequeños, así que, ya en Plasencia, nos fuimos a escuchar la lectura de Joan Margarit, una de las dos sesiones programadas para este curso del Aula de Literatura, qué casualidad, "José Antonio Gabriel y Galán". No había mucha gente cuando llegamos a Santa Ana. Un rato después, los habituales, una inmensa minoría, ya estaban sentados a la espera de las palabras del poeta catalán y, antes, de la presentación de Juan Ramón Santos.
No deja de sorprenderme ver en Plasencia (en el mismo lugar donde uno hizo su Primera Comunión) a escritores de la importancia de Margarit. Por una noche, somos menos provincianos.
No conocía a Margarit personalmente, pero he leído casi todos sus libros, que es lo que importa. Como a otros, me extrañó que leyera con tanta intensidad sus poemas. O la mayor parte. Al fin y al cabo, su poesía es sobria y cotidiana, de línea clara, poco enfática y, en consecuencia, poco dada a la recitación, lo que no significa que carezca de emotividad. Por cierto, leyó sólo tres poemas en las dos lenguas que usa, catalán y castellano, suficiente para apreciar las diferencias entre ambas (y las dificultades de la traducción), así como la belleza de la suya materna. El mismo poema, dos distintos.
No hubo coloquio al final. Uno echó de menos, más que nunca, la intervención del preguntador por excelencia del Verdugo, donde empezó el Aula. A quién mejor que a un arquitecto se le puede preguntar si su poesía es vertical u horizontal. 
(Nota: Se puede ver y escuchar aquí su lectura matinal en el IES "Valle del Jerte", segunda parte de su visita al Aula placentina)

7.3.12

VIRGEN DE LA SALUD

                                     A Marina Gasparini

Subo junto a mi madre
por la calle Trujillo
y la lluvia es noticia
del otoño inminente.
De golpe, sin avisos,
las tardes de septiembre
-largas, anaranjadas-
dan paso a otras más dignas
de los meses del frío.
Lo recuerdo al leer
la evocación que haces
de una fiesta lejana
-Virgen de La Salute-
en la bella Venecia.
La de aquí es más temprana.
Inaugura estación,
aunque no sea el invierno.
En las dos la salud
es la excusa de muchos,
que la piden solícitos
por creencia o costumbre.
Aquí, como en aquélla,
se suben escalones
para alcanzar la gracia.
Se repiten, después,
dentro de la capilla
(que es parte de una puerta
de la vieja muralla)
letanías monótonas
que giran con las voces
de todos los presentes.
Ya fuera, bajo el arco,
mujeres con mandiles
venden dulces y frutas
-rosquillas, acerolas,
madroños y floretas -
mientras suena la música,
flautas y tamboriles.
Plasencia, sin embargo,
no huele a caramelo.

Foto: Joaquín Velázquez

6.3.12

Habla, memoria

Volviendo al asunto de la desidia institucional, ahora que los mandamases culturales se empeñan en dejarse ver en actos de escasa entidad, pero siguen sin acudir a los que acaso importan (el último, la presentación madrileña de la colección poética Luna de Poniente, que, por cierto, patrocina un ayuntamiento popular), recuerdo un gracioso sucedido que anticipaba esta peregrina costumbre, tan reñida, ay, con la dichosa excelencia que siempre tienen los políticos en la boca. Fue al poco de tomar el poder el señor Vara. Desde la jefatura del gabinete de la innombrable consejera de entonces, se me instó a acudir a Madrid para representar al presidente de la Junta en un evento, que dirían ellos. En la calle Leganitos, vetusta sede de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles, tendría lugar la presunta presentación de un libro sobre el ceramista emeritense, otrora famoso, Rafael Ortega, algo así como el M. Sansón de aquella época. Allá me fui, corbatina en ristre. Llegué, saludé, me presenté... Nadie me conocía ni me esperaba. Por uno, sin problema, pero iba en nombre, no se olvide, del mismísimo presidente. Así de profesional era aquel jefecillo. El que me mandó, digo. Tras aguantar el chaparrón en aquel oscuro y húmedo piso donde, en rigor, todo era vetusto, volví a casa. Tan deprisa que perdí la ocasión de saludar al nonagenario padre de Castelo, presente en el acto. Luego supe que había asistido, más que nada, por verme. Al día siguiente, ingenuo de mí (así acabé), llamé al susodicho jerarquina y me quejé. De la falta de coordinación y, sobre todo, de que todo un presidente de la Junta de Extremadura hubiera aceptado personarse, a través de uno, en lo que sólo fueron unas deslavazadas palabras sobre el citado alfarero pronunciadas, con la correspondiente retórica, por un amigo suyo que habló en esa condición y que era tan póstumo como aquél. ¿Libro? ¿Qué libro? No contento con eso, en un irresponsable ataque de responsabilidad, me tomé el atrevimiento (sí, más que ingenuo, g...) de escribir un e-mail al encargao de la cosa cultural del eximio político para advertirle, a toro pasado, de la inconveniencia de lidiar en según qué plazas. Éste vino a responderme, y no de buenas maneras, que quién era yo para dar lecciones (¡cuánta razón!) y, más allá, para opinar sobre la agenda del presidente. Pues bien, ese camino de cabras, que empezó a sustituir, metafóricamente hablando, a las carreteras y aun autovías que llegamos a transitar en el pasado (¿te acuerdas, Paco?), ha ido a peor en estos últimos años. Ahora, por esa trocha, pasa a duras penas nuestro entrañable animal patrio. ¿No dijo un poeta, pariente de Esperanza Aguirre, que éste era un "intratable pueblo de cabreros"? Todo cuadra.

5.3.12

Dos citas, un autorretrato y un consejo

1. "Gentes por lo demás delicadas y decentes, y que de seguro no soñarían jamás con abordar a un desconocido (que acaba de serles presentado) con la pregunta: «¿Qué, todavía enamorado?», se creen no obstante obligadas a decir desde el inicio, como si fuera un gesto de cortesía: «¿Y qué, tiene algún libro en curso?»" Julien Gracq, Capitulares.

2. "El miedo determina la conducta del individuo, solo o en muchedumbre. Te avisa del peligro, genera reacciones de alarma y defensa, pero ay de ti si solamente consistes en el miedo que te colma. " De Miedos, El Cultural.  

3. Gonzalo Calcedo se autorretrata en el blog de Fernando Valls.

4. Qué buen consejo le dio Carlos Pujol a un jovencísimo Marcos Ordóñez hace años. 

4.3.12

Clarín, 97

Sí, el 97, a tres de la primera centena, un número redondo de esos que odia Vila-Matas. De lo leído, que no es todo, me quedo, para empezar, con un descubrimiento que agradezco a Bruno Mesa: el de otro poeta, romano, Giorgio Vigolo, al que, ojalá, esté traduciendo para que podamos conocerlo como es debido y, por lo que se vislumbra, merece. Para seguir, con las magníficas prosas de José Julio Ordovás. Estuve a punto de incluirlo en mi entrada sobre los aragoneses, porque es de allí y porque también acaba de publicar un libro en La Isla de Siltolá: Una pequeña historia de amor, que ya tengo entre los que voy a leer de inmediato. Más después de lo que publica en la revista asturiana: Me ha hecho gracia el fragmento final, el más ligero, "Bipartidismo", que dedica a las presuntas guerras líricas: "El partidismo literario es una nefasta tontería. Los enfrentamientos entre escritores no se deben a posicionamientos ni éticos ni estéticos. Son peleas de gallos que utilizan la literatura como arma arrojadiza para hacerse con el control del gallinero".
Mi paisano Luis María Marina, diplomático en Lisboa, traduce a un interesante poeta portugués poco conocido, Alberto de Lacerda. Autor, pongo por caso, del poema "A la ciudad de Lisboa": "A pesar del horror en que vives sumergida / A pesar del horror en que vivimos sumergidos / He de sentir nostalgia cuando vuelva a partir / Cuando vuelva a partir sin nostalgia ninguna."
Ben Clark, por su parte, traduce a Edward Thomas, otro raro, un war poet que apenas escribió sobre la guerra y que murió demasiado joven en la batalla de Arras.
De otra medio paisana, María Brey, la mujer del extremeño Rodríguez Moñino (pareja que da nombre a la Biblioteca Pública de Cáceres), tía de Mariano Rajoy, escribe Inmaculada de la Fuente y con su memoria rescata la de la mejor España.
Otra mujer, mi admirada Marina Gasparini, publica unas prosas, muy poéticas, en las que vuelve sobre su interminable Venecia: esta vez, a su verano (que tanto detestaba el veneciano Brodsky), a Las venezianas de Carpaccio y su fiesta de la Virgen de La Salute, cuando la ciudad sumergida huele a caramelo.
Reseñas aparte (muy divertido el comienzo de la que firma E. T., emocionada despedida a Benjamín Prado, exdirector de Cuadernos Hispanoamericanos: "Con un sobresaliente abría (sic) que calificar la etapa en que esta veterana revista..."), el número se cierra con un artículo de Laura Freixas sobre los diarios íntimos (que ha disgustado a Trapiello y que todavía no he leído) y un jugoso "Glosario editorial" del poeta y bloguero Rivero Taravillo: "Errata: eufemismo piadoso de falta de ortografía".

3.3.12

Burnside: en tierra de nadie

En un ensayo que trajimos hace poco aquí, Xavier Farré afirmaba que si tuviera que citar a algunos poetas afines al polaco Zagajewski, "los primeros que presentaría son el escocés John Burnside y el sueco Tomas Tranströmer". Pues bien, del primero, Burnside (Dumferline, 1955), se acaba de publicar en España una amplia antología de larga gestación, Conjeturas y esperanzas (Antología 1988-2008) (Colección La Cruz del Sur. Pre-Textos) al cuidado de Jordi Doce quien, además de traducir los poemas con la brillantez que suele, firma, más que un prólogo, un ensayo sobre su poesía, que contextualiza una de las aventuras poéticas más significativas de la Europa de entresiglos. Sólo por eso, los editores (el literario y los otros) deberían sentirse satisfechos. Pero hay más. Por ejemplo, Doce ha tomado la decisión de incluir, a modo de apéndice, la conversación entre Burnside y Zagajewski que tuvo lugar en el Círculo de Bellas Artes de Madrid (moderada por él) en 2007, lo que no deja de ser una aportación sustantiva al volumen.
De la biografía de Burnside, ganador en 2011 del TS Eliot Prize, traductor de Aníbal Núñez en una antología que publicó la revista londinense Agenda, habría mucho que comentar: su juventud turbulenta, su inmersión en la meditación y el budismo ("Koi"), su vida nómada y errante ("y ningún sitio adonde ir"). Lo ha contado en sendos libros de memorias, A Lie About My Father y Waking Up in Toytown, "en el que explora las difíciles relaciones con su padre y las adicciones y trastornos mentales que padeció en su juventud, raíz de muchas de las obsesiones que conforman su imaginario". No es extraño que una de las palabras más frecuente en sus poemas sea "hogar".
"Mi obra se ocupa de una serie de asuntos recurrentes: la continuidad; la cualidad misteriosa del mundo natural y los momentos de revelación que a veces se presentan a los que parece que vivimos al margen de ese mundo, en los barrios de las afueras, en los pueblos o las ciudades pequeñas; las nociones de identidad como individuo aislado con una conciencia cambiante del yo y como miembro de una comunidad de vivos y de muertos; el paisaje de las afueras y del campo." Estas palabras de Burnside son elocuentes. Se podría precisar que buena parte de esas "afueras", esa "tierra de nadie", tienen que ver con pequeños puertos pesqueros de su Escocia natal y que para alguien de tierra adentro, como uno, los poemas allí ubicados tienen una capacidad de sugerencia digna de elogio. Por ejemplo el impresionante "El puerto de los hombres".
Como Zagajewski, Burnside es un "experto en epifanías", según subraya Jordi Doce, de ahí que, hable de lo que hable y se sitúe donde se sitúe -Mountain View, Newhaven o las Alpujarras-, todo lo que dice, a pesar de su cotidianeidad, parece novedoso, tocado con la varita mágica de lo poético que no deja de ser una manera de traducir en palabras el asombro o la perplejidad de lo que vemos o imaginamos en el mundo.
Comenta también Doce que la suya es la "naturalidad del caminante", sí, pero de alguien que pasea con los cinco sentidos, por dentro y por fuera, consciente, muy atento a lo que sucede y pasa. Su capacidad de penetración, ya digo, es llamativa, incluso para el lector habitual de poesía. Con todo, vuelve a precisar el editor, no hay inocencia en su noción de lenguaje. Del modernism, toma, según Arthur Terry (que fue uno de sus mejores estudiosos) "la idea de que lenguaje por fuerza distorsiona la experiencia" y, completa Doce, "hace posible lo real", lo concibe y da forma. Algo que no es incompatible con el tránsito de su poesía por esa "tierra de nadie entre lo real y lo fantástico".
De "fluidez" se habla también en la introducción y la verdad es que da gusto deslizarse por estos poemas largos y discursivos, poemas compuestos, a su vez, de otros poemas, donde la narratividad nunca se impone al lirismo (en la conversación con Zagajewski alude a una "narración lírica"), algo que resulta factible, conviene añadir, gracias a la versión en español que, por suerte, no suena a poesía traducida. Basta con leer poemas como "El baile del manicomio", "Ola de calor" o "Sobre un tema de Lucrecio" para darse cuenta de lo que digo. Poemas, cabe anotar, con un vocabulario muy preciso; donde cada animal y cada planta, también cada utensilio, herramienta o arte de pesca, está nombrado con la exactitud propia de alguien que sabe bien de lo que habla.
Hay en ellos, además, una "ilusión de presente perpetuo". En la citada charla del Círculo, Burnside afirma que "el poema lírico es un viaje, o el final de un viaje por el que entramos en otra noción del tiempo, otra manera de vivirlo", que él relaciona con la durée bergsoniana. "Otro mundo" donde los vivos y los muertos conviven, ya se dijo, sin problemas.
Destaca, en fin, JD uno de sus impulsos centrales: la piedad, algo normal en una poesía que "tiene mucho de religiosa", sobre todo la más reciente, donde se constata un "aliento espiritual" y "la herencia cristiana". Una piedad nada abstracta, que uno toca cuando el poeta se refiere a sus vecinos: hombres tristes y mujeres resignadas que habitan ese mundo silencioso y legendario al borde de los bosques o del mar.
Ni libro del año ni del mes ni siquiera «uno de los mejores libros de los últimos años»; eso sí, Conjeturas y esperanza (que toma su título de un verso del poema "Pentecostés") es, ni más ni menos, un libro necesario que pone al alcance del lector una poesía y una poética que en palabras de W. N. Herbert evoca "el olvidado adjetivo «milagroso»". Atrévase.